Siglos de historia sobre los pilares de las siete torres vigías de Almería
Las administraciones dan paso a un uso cada vez más abierto al público como nuevos atractivos y enclaves turísticos

Lejos de las señales de humo, las fogatas o el sistema de comunicación por espejos implantado en el siglo XIX, los emblemas de la defensa de las invasiones por mar se han convertido en firmes testigos del devenir histórico de una ciudad, con desigual trato tanto por el paso del tiempo como por las administraciones que se han echo cargo de las distintas infraestructuras.
La capital conserva en la actualidad siete de las quince que han sido construidas a orilla del mar con distintas utilidades, de entre las 115 fortificaciones que formaban parte del litoral del Reino de Granada. La mayoría de los torreones datan del siglo XVI, pero un turbulento terremoto en 1522, además de otros posteriores, acabareon con gran parte de la capital, y con ello, con su defensa. El resto de destrucciones datan del siglo XIX con la Guerra de la Independencia, con la caida de todo el sistema defensivo del litoral español, que supuso la desaparición de la Torre de El Bobar.
La Garrofa, San Telmo, Torre Cárdenas, el Perdigal, Torregarcía, la casa-fuerte de la Cruceta de El Toyo y San Miguel en Cabo de Gata han dado pie a numerosos enfrentamientos por los distintos ataques externos que ha recibido la bahía de Almería. También pertenecieron a Almería antes de su segregación, en las postrimerías del siglo XVIII, la torre de Rambla Honda, la torre para artillería de los Bajos y el castillo de Santa Ana, recientemente reconstruido.
El principal cometido de las fortificaciones era vigilar, alertar y comunicar el acceso marítimo de los barcos enemigos. Tras el uso táctico y militar indiscutible por su buena localización, en ocasiones respaldado por otros torreones de mayor campo de visión como el de Cárdenas, que en la actualidad es gestionado a través del Ayuntamiento de Almería.
El mantenimiento del resto es dispar, desde la Autoridad Portuaria a la Dirección General de Costas o la propiedad privada de La Garrofa. Con todo, un futuro común los establece como referente turístico de la ciudad y desde ese punto de partida, tanto Autoridad Portuaria como Ayuntamiento han cerrado visitas guiadas en las que se da cuenta de los elementos que acompañaron en su labor defensiva a la ciudad, más allá incluso de la protagonizada por La Alcazaba.
Con un objetivo turístico que se establece en un valor añadido al histórico que ya acumula su estructura, la recuperación del patrimonio es uno de los grandes retos que se establecen las administraciones. Así, mientras que la Autoridad Portuaria se ha decantado por una intervención de más de veinte meses para abrir al público el castillo-fortificación que se encuentra a 77 metros de altura por el acceso de Bayyana, el castillo de San Telmo, los grupos municipales se decantaron el pasado Pleno por aunar esfuerzos para demandar a la entidad competente una mayor atención al paraje del Perdigal, sobre todo, por la cercanía al aeropuerto y establecerse la acumulación de escombros y falta de limpieza como una de las tarjetas de presentación de la ciudad para miles de visitantes de fuera de nuestras fronteras. De esta manera, son muchos los sectores de la sociedad, no sólo políticos, que piden una mayor atención a la puesta en valor de estos inmuebles, la mayoría de ellos declarados como monumentos en el año 1949.
Dicha declaración no ha sido el punto de partida a la recupueración de parte de la historia de Almería, lo ha sido la concienciación de las administraciones, aquellas que sí han actuado y que entienden que la recuperación del patrimonio también es fuente de ingresos y riqueza de futuro, como complementos inseparable para un destino de playa más perecedero que el turismo cultural, puesto que la competencia económica siempre será mayor que el valor turístico que pueda ofrecer un destino que suma a la costa un gran pasado histórico que visitar.
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