Sangre en la arena (y IV). Ángeles protectores
Prestigio. Tras la posguerra, la terna de cirujanos responsables -y sus respectivos equipos- de la enfermería del coso almeriense han gozado de la general confianza de los profesionales

NO siempre el quite al compañero en apuros resulta todo lo providencial que se pretende. Es entonces cuando el diestro pasa a la jurisdición de la Medicina, a la enfermería donde sus profesionales ejercen a modo de ángeles protectores. Afortunadamente, en muy contadas ocasiones el desenlace fatal tiñe de luto a Fiesta. Así, tras el paréntesis del obituario dedicado ayer al amigo Ramón García Carrique, hoy cerramos la trilogía del dolor y las sombras con cuatro paisanos fallecidos en ruedos ajenos a esta provincia. Con nuestro pésame, además, a los deudos de Rafael Roca, empresario corneado letalmente en los corrales del coso veratense y de Juan Colomina, picador asesinado en plena guerra incivil por causas extrataurinas.
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Comienzan en una exótica localidad: Santa Ana de Livramento, en la región brasileña de Río Grande. El banderillero Juan Jiménez Belmonte había figurado en las cuadrillas infantiles de Manganote y Caldera y a la sazón residía en el país americano, donde habitualmente se celebraban corridas de toros. En abril de 1910, tras colocar un par a Vencedor, del hierro español de Anastasio Martí, trató de protegerse en el burladero pero resbaló con tan mala fortuna que ahí le acorraló. Murió a las pocas horas. ¡El toro ya había sido lidiado en noviembre del año anterior en la plaza uruguaya de Montevideo!
El segundo suceso tiene como receptor a Manuel Díaz. Nacido en marzo de 1908, en edad infantil su familia emigró a Ruzafa (Valencia) de donde tomó el sobrenombre artístico. Su trayectoria novilleril resultó lamentablemente muy corta. El 1 de septiembre de 1930 un ejemplar de Blázquez le rompió la femoral. Trasladado urgentemente al Sanatorio de Toreros madrileño falleció ese mismo día.
Ahora es la vecina ciudad de Lorca quien el 17 de marzo de 1935 verá consternada la sangre derramada sobre su albero por el banderillero Antonio Hernández Escudero. Mano a mano entre los paisanos Pepe Canet y Damián Ramón, con novillos sevillanos de López Plata. En medio de una lidia caótica a la que el presidente no supo poner freno, Antonio resultó doblemente atropellado por el tercero: rotura ósea de la pelvis y fractura abierta del tobillo y pie. Pasó la noche sedado, pero a las seis de la mañana entró en fase agónica. Los restos del infortunado reposan en el cementerio de San José.. Un festival al que brindaron su asistencia numerosa gente "del toro" se saldó con nueve mil pesetas a favor de la viuda e hijas. El Circo Internacional instalado en la plaza Béjar, cercana a su domicilio, montó otra función benéfica muy concurrida.
La última necrológica en tierra ajena se ocupa del subalterno Francisco Embi Martínez "El Chófer". De 52 años, compaginaba el oficio de picador con el de contratista de caballos. La tarde del 9 de agosto de 1945, en Málaga, atendía a las indicaciones de Domingo Ortega (en alternancia con Manolete y El Estudiante) cuando un Villamarta lo apeó de mala manera del jaco, aunque sin sospechar nadie que Cicatero le había seccionado la médula espinal. Dos días sobrevivió el infortunado en el Hospital Noble malacitano, capital donde vivía con su esposa. Esta recibió de Ortega un donativo de mil pesetas.
SANATORIO DE LA RAMBLA
Domingo Jesús Artés Guirado ha pasado a la historia reciente de la Sanidad almeriense como uno de sus médicos más queridos y populares.
Nacido en Tabernas (diciembre, 1902), falleció el 11 de agosto de 1970 tras permanecer postrado en cama dos años a consecuencia de una hemiplejía. En 1942 se había responsabilizado de la enfermería del coso de Vílches.
Hijo de Domingo y Feliciana, casado con la bella jiennense Gloria Cruz García, el matrimonio no tuvo descendencia. Estudió bachillerato en Almería, la carrera de Medicina en Granada y la especialidad de Aparato Digestivo y Cirugía General en Madrid. Causó alta en el Colegio Oficial de Médicos de nuestra ciudad (diciembre de 1929) con el nº 187 de antigüedad. En 1935 pertenecía al cuadro médico de la Asociación de la Prensa, con consulta en la calle Concepción Arenal y seguidamente en la de Murcia, próxima a la primitiva Casa de Socorro (Cruz Roja). Durante la Guerra, Domingo Artés fue vocal y tesorero del antedicho Colegio, sin que al finalizar sufriera represalias o depuración por su actividad colegial. A comienzo de los años cincuenta, siendo titular por oposición de la Casa de Socorro, inauguró un moderno sanatorio-quirúrgico dando vista al malecón de la Rambla y entrada por Dr. Jiménez Canga-Argüelles. En la vivienda aneja acabó sus días, según certificado de su íntimo amigo y colega, don Paco Pérez, igualmente respetado y querido en toda la provincia. Su afición le llevó incluso a participar de jovencito en becerradas por Granada y Almería y luego a ejercer de eventual empresario taurino, dando oportunidades a modestos torerillos locales. Jurado del "Trofeo Relampaguito", cultivó la amistad con los almerienses más representativos del estamento taurino provincial.
Su prestigio se consolidó cuando el Montepío de Toreros le confirmó en el cargo de cirujano-jefe del coso capitalino, siendo 39 los partes facultativos firmados de abril de 1942 a agosto de 1965. Cogidas de diferente pronóstico sufridas por matadores y subalternos, empleados de la plaza y espectadores. A todos atendió -junto a su equipo- con diligencia, profesionalidad y prontitud. En la actualidad, su sobrino, Diego Morata Artés, desempeña con idéntica seriedad tal responsabilidad.
Famosos o humildes, muchos fueron sus "pacientes". El primero, Niño del Barrio (novillero), de un puntazo corrido; el último, Curro Romero en la Feria de 1965, cuando el camero se dispuso a matar un ejemplar de Gavira Sánchez. Cornada grave que interesó el triángulo de Scarpa. Durante su restablecimiento en el sanatorio de don Domingo el "faraón" estuvo acompañado por su primera esposa, Concha Márquez Piquer. Las cogidas más aparatosas atendidas fueron las experimentadas por Juan Luis de la Rosa, Octavio Martínez "Nacional", Guillermo Orozco, Juan Carmona, Andrés Vázquez, Efraín Girón, Pepe Castillo y el espontáneo Luis Pardo. Para el anecdotario quedan las contusiones, entre risas y bromas, de El Paella, El Tronío (antes Nostalgias), Luis el de los Perros o la de un espontáneo (Feria de Invierno, 1958) que saltó al ruedo durante la corrida con el resultado conmoción cerebral… y ¡etilismo agudo!
SAGA PRESTIGIOSA
Una cruel enfermedad mantiene en casa desde hace meses al Dr. Luis Gómez Angulo (enero de1927), miembro destacado de una prolífica saga de la Medicina almeriense iniciada a finales del siglo XIX por su abuelo Gómez Rosende y continuada por su padre, Manuel Gómez Campana. En el obligado relevo de Domingo Artés, el Ministerio de Gobernación lo designó entre una terna de cirujanos, manteniéndose al frente de la enfermería hasta 1993. Licenciado en Medicina y Cirugía en Madrid, exhibe, ya jubilado, un dilatado currículo profesional pendiente de biografiar.
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