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Jornadas finales del Open2Preserve
La sierra de Los Filabres ha sido durante los últimos casi cuatro años un laboratorio natural en el que se ha verificado un modelo de prevención de incendios y gestión sostenible en espacios de montaña basado en viejas prácticas silvopastorales: la quema controlada y el pastoreo dirigido. En una superficie de actuación de 11,87 hectáreas situada en Alcóntar, entre dos enclaves de Zonas de Especial Conservación incluidas en la Red Ecológica Europea Natura 2000 (Calares de Sierra de los Filabres y la Sierra de Baza) se han podido comprobar los beneficios del herbivorismo pírico en la generación de paisajes resilientes a un cambio global que ya genera temperaturas más altas, periodos de sequía prolongados e intensos y vegetación más seca.
Un fenómeno climático que unido al abandono de los usos tradicionales y despoblación del medio rural está incrementando la magnitud de los incendios en los últimos años que son menos, por la concienciación y prevención, pero mucho más devastadores. La del Almanzora ha sido una de las ocho experiencias piloto con las que se busca paliar esa problemática, con el objetivo de la preservación de los ecosistemas, a través del proyecto de investigación trasnacional Open2Preserve que echó a andar en marzo de 2018 con 13 socios de tres países (España, Portugal y Francia), un partenariado de 22 organismos y la mayor financiación de la segunda convocatoria del Programa Interreg Sudoe con 1,7 millones de euros de los fondos Feder.
Este mes ha finalizado, con prórroga incluida asociada a la pandemia desde febrero, evidenciando que el fuego técnico y la ganadería extensiva pueden ser la mejor herramienta, sino la única, para hacer frente a la acumulación de combustible vegetal y descenso de la biodiversidad de los hábitats que conducen inevitablemente a un prominente riesgo de incendios forestales. Estas dos técnicas tradicionales no tienen los efectos deseados por separado porque la vegetación del territorio está adaptada al fuego y rebrota de forma rápida. Las quemas prescritas no son suficientes por si solas. Y ocurre igual con el pastoreo en Andalucía porque “la carga ganadera no es suficiente para mantener a raya el arbusto y se necesita el fuego”. Así lo explica Rosa María Canals, coordinadora del proyecto Open2Preserve e investigadora del departamento de Agronomía, Biotecnología y Alimentación de la Universidad Pública de Navarra.
Sin embargo, “la combinación de estas viejas técnicas sí consigue disminuir el riesgo de incendios y también beneficia al ganadero porque genera pastos de calidad”. Es la reflexión de Rafael Yebra, director del Centro Operativo Provincial del Infoca y uno de los referentes del Equipo Regional de Quemas de Andalucía (ERQUA). No sólo se contribuye a la prevención del fuego con la reducción de la cantidad de combustible vegetal, sino que “ponemos a disposición de los pastores zonas del monte que el ganado ya no utilizaba porque el matorral es muy alto y no entraba a pastar”.
Desde hace más de 15 años se viene trabajando con la ganadería en la red de áreas pasto-cortafuegos de Andalucía con la que se mantienen limpias de combustible vegetal estas zonas forzando a las cabezas a sobrepastorear y el Infoca trabaja con el uso preventivo de las quemas prescritas desde 2014. “La confluencia de ambas técnicas era inevitable y se ha materializado en este proyecto de gestión sostenible del territorio”, añade Yebra. El director del COP entiende que podría ser muy útil en “zonas estratégicas de gestión que queramos defender porque cuando el fuego llega multiplica su potencial”. En este sentido, Rafael Yebra argumenta que “esta combinación del fuego técnico y pastoreo dirigido puede convertirse en la mejor herramienta para intentar combatir y minimizar los grandes incendios que estamos sufriendo en Andalucía en los últimos años y también puede contribuir a frenar la despoblación en la España vaciada”.
El ganado contribuye tanto a la dispersión de las semillas como al abono del terreno que pisa, ayuda a mantener las especies vegetales y fija la población al territorio. Sin embargo, la ganadería ha dejado de ser atractiva y rentable. El reto ahora, una vez elaborado la hoja de ruta del Open2Preserve, es que las administraciones públicas contribuyan a hacer posible la “valorización de los productos” ganaderos (carne y queso) de alta calidad. Se han evaluado diversas soluciones innovadoras para la identificación de estrategias en la producción de cárnicos o derivados o la generación de empresas de pastoreo.
La sostenibilidad económica es imprescindible para que se puedan crear empleos ligados al uso sostenible de los recursos naturales. Y las cuentas demuestran que en materia de prevención en los ecosistemas de monte los costes del pastoreo son mucho menores que otros métodos de desbroce mecánicos o manuales. En los cortafuegos es seis veces más barato emplear ganado que otros medios. Así lo ha reflejado en sus estudios en esta zona piloto la investigadora Ana Belén Robles, del servicio de evaluación, restauración y protección de agrosistemas mediterráneos (SERPAM) de la estación experimental del Zaidín del CSIC. “Apenas hay ganaderos en Sierra de los Filabres, estamos en un grupo de pastores en el Whatsapp y cada vez quedan menos, en una zona de Sierra Nevada que había 35 ya sólo quedan 4”, comentaba en el taller regional de transferencia para gestores del territorio que se celebró a finales de octubre.
La investigadora del CSIC ha sido la responsable constatar en la Sierra de los Filabres que la unión de quemas prescritas y pastoreo guiado se presentan como clave para reducir la acumulación de combustible, frenar la expansión del componente leñoso y evitar la pérdida de paisajes en mosaico y su biodiversidad asociada. Y lo ha hecho mediante un seguimiento pormenorizado con su equipo de la actividad ganadera con 4 GPS satelitales de los animales con registro cada 5 minutos y tasa de consumo de pastos, de la evolución de la vegetación después de las quemas de otoño y primavera con drones, observación visual, muestreo y termopares. El fuego rejuvenece pastos, incrementa la oferta de forraje y aumenta el valor nutritivo de las especies. El Open2Preserve ha llegado a su fin este mes, pero el estudio de la experiencia piloto de Alcóntar, al igual que las otras tres realizadas en España, se mantendrá con un nuevo proyecto incluido en el Plan Nacional de Investigación.
En el contexto de la entrada en la Comunidad Económica Europea de España en 1986, que supuso un avance hacia el abandono rural en base a las ayudas comunitarias a las zonas desfavorecidas, se inició una investigación en una finca de la cara sur de Sierra de los Filabres en el municipio de Benizalón que resultó determinante para echar por tierra los falsos mitos sobre los daños y perjuicios de la ganadería extensiva sobre el territorio. Las 130 hectáreas de Los Pajares, con una altitud de 850 metros y 296 especies vegetales, fueron el mejor laboratorio para comprobar con argumentos científicos de peso la alianza del pastoreo y el monte y la obligada compatibilidad de esta explotación de los recursos con la protección del ecosistema. Entre 1986 y 1990 se desarrolló sobre el terreno un trabajo con la ayuda del ganadero José Alonso que cambió la orientación inicial, vinculada a la línea de investigación de lucha contra la desertificación, por los sorprendentes resultados sobre la riqueza y diversidad de los pastos gracias a la incidencia de una de las actividades más tradicionales, el pastoreo, tanto en su biología como dinámica vegetal. Ana Belén Robles Cruz, joven investigadora de botánica del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, se embarcó en el análisis del primer banco de datos de las forrajeras del sudeste evidenciando la gran influencia del rebaño, caprino en esta ocasión, en la dispersión de ciertas plantas que mejoraban las condiciones del suelo. La tesis de Ana Belén Robles invalidó todos los prejuicios existentes sobre el pastoreo y la degradación al dejar constancia de que los indicadores de riqueza florística, recuperación de la cubierta vegetal y niveles de biodiversidad eran superiores en las zonas con actividad ganadera. En Sierra de los Filabres empezó una línea de investigación que ha permitido poner en valor tanto el pastoralismo como sus usos en la prevención de incendios. “No hubiésemos encontrado un lugar mejor”, asegura la bióloga que entonces investigaba para la Estación Experimental de Zonas Áridas del CSIC en Almería que dirigía el doctor Julio Boza. “Supuso un cambio de mentalidad, de un váyase de aquí para poner pinos a un quédese que necesitamos a su rebaño para protegerlos”, añade. Y a los 35 años de aquel trabajo, Ana Belén Robles ha vuelto a Los Filabres con el proyecto Open2preserve del programa Interreg Sudoe orientado a la protección del entorno y la eficacia de los recursos naturales. Aquella línea de investigación sobre sistemas silvopastorales mediterráneos del CSIC nacida en 1986 avanzó en nuestro país, de la mano de profesionales como José Luis González Rebollar, y tomó buena nota de los proyectos de pastoreo y silvicultura preventiva que se aplicaban en otras regiones francesas. Fue el germen de la Red de Áreas Pasto-Cortafuegos que integran hoy más de 200 pastores en las sierras andaluzas.
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