Ponle una Mirinda al chiquillo
Pequeñas historias almerienses
El popular refresco de naranja y limón se vendió en Almería entre 1964 y 1992, hasta que desapareció
La Mirinda, en su día, le hizo sombra en las barras de los bares a la Fanta y al Kas

El Mirinda, o la Mirinda como decíamos aquí, fue un refresco carbonatado de naranja y limón que entusiasmó a los niños de Almería durante décadas. Las primeras botellas de Mirinda se comenzaron a ver en bares y supermercados de la provincia hace 60 años, aunque la Oficina Española de Patentes y Marcas aprobó la marca en 1957 y comenzó a comercializarse en 1959. Pero, como todo, a Almería llegó más tarde. Las primeras campañas de publicidad, en 1964, se basaban en la alegría y satisfacción que provocaba su sabor; aparecían chicas sonrientes con el torso semi vestido y de su melena brotaban naranjas y limones. “Con Mirinda es fiesta” o “Toda tuya” decía la publicidad. Dos años después surgió la “Mirinda 500”, que no era otra cosa que una botella de medio litro.
En 1969 surgió una polémica con la bebida, quizás producto de otras malas artes comerciales. Acusaban de que en el refresco se mezclaba el agua carbonatada con un extraño elemento edulcorante, dañino para la salud de los chiquillos. El “boca a boca” tuvo que ser tan dañino que la compañía pagó anuncios en los periódicos para aclarar su postura. En noviembre de ese año, cuando se atisbaba la campaña de Navidad, la multinacional Pepsi-Cola salió al paso explicando que su Mirinda se elaboraba “utilizando como único edulcorante azúcar refinada natural, estando debidamente registradas en la Dirección General de Sanidad las fórmulas de elaboración”. Impensable ese pronunciamiento hoy en día que tanto se huye del azúcar.
Aliado con la música
Una de las campañas de promoción del refresco que más se recuerdan fue la relacionada con la música, llamada “Mirinda, el sabor que canta y baila”. Eran los años 1970 y 1971. En el interior de los tapones de la bebida se escondían unos plastiquillos con letras impresas. Si conseguías reunir las siete letras de la palabra Mirinda tenías que mandar las cápsulas al apartado 320 de Madrid y a vuelta de correo certificado te mandaban de regalo un disco. y podías elegir entre los temas más famosos de Karina, Alberto Cortez, Los Payos, Tony Landa, Los Marismeños, Los Ángeles o Waldo de los Ríos. Aún hoy se conservan en algunos hogares aquellos discos pequeñicos, de 45 revoluciones por minuto, con “Embustero y bailarín” de Los Pekenikes, “Todo tiene su fin” de Módulos o “Vuelvo a Granda” de Miguel Ríos. El premio gordo era que en la chapa en lugar de una letra apareciese “La chica Mirinda” bailando, cuyo trofeo era un radiotocadiscos Philips.
Esas promociones coincidieron, en 1974, con la colaboración del dibujante Francisco Ibáñez (1936-2023), creador de Mortadelo y Filemón. Había anuncios en los que sus personajes (Zipi y Zape, Botones Sacarino, Doña Urraca, Gordito Relleno, Carpanta, Petra Criada para todo, Pepe Gotera y Otilio…) se disfrazaban de botellas de Mirinda ofreciendo regalos de 25 y 50 pesetas o explicando concursos. Luego fue el monstruo “Comegalletas” de la tele el que bebía Mirinda.
La Mirinda en Almería
La Mirinda podía comprarse en los supermercados almerienses para consumirla en las casas. En 1975, las botellas de litro estaban expuestas en las estanterías del “Cada” del Centro Comercial Altamira. Costaba 31 pesetas, pero si echabas en la cesta de la compra tres unidades, solo pagabas dos. Es decir, tres litros por 62 pesetas. Más tarde, en 1984, la botella grande de plástico de Mirinda, de naranja o limón, se vendía en los “Kanguro” de la calle Hermanos Machado y Plaza Doctor Núñez por 59 pesetas.
En marzo de 1987, tres latas adheridas con plástico costaban 60 pesetas. Se ofrecían de naranja y limón en el desaparecido “Ecoprix” de La Cuesta de Los Callejones y en sus “sucursales” de las calles Marcos, Linares y Padre Méndez. También, en los comercios asociados llamados “Contur”, de la calle Juan Lirola, y “Supermercados Juárez” en El Zapillo.
En los bares también la despachaban. Era común escuchar al padre que tomaba vino o cerveza, acompañado de su familia, gritarle al camarero: “Ponle una Mirinda al chiquillo con una tapica extra”. Porque en Almería, la tradición hostelera disponía que el bitter, la caña y el chato de vino sí, pero los refrescos no tenían derecho a tapa. La Mirinda, en su día, le hizo sombra en las barras de los bares a la Fanta y al Kas.
Como la Mirinda la compró la multinacional de Pepsi, solo existía en donde ofrecían esa cola. En algunos bares, el letrero luminoso con el nombre del sitio era un gran anuncio del refresco, con aquella “M” majestuosa e identificativa.
Desde 1965, la marca también lo fue de tónicas, en los primeros “pubs” almerienses de los años 70 los “gin tonic” de Larios se servían con tónica Mirinda. La compañía las distribuía desde su depósito de bebidas, ubicado en la Carretera de Granada número 17.
Ya no hay Mirinda
El añorado sabor inclasificable a naranja y limón de la Mirinda ya no está al alcance de los almerienses. En la España peninsular desapareció abruptamente como marca en 1992 porque los propietarios apostaron por el “Kas”, también un refresco burbujeante, para no duplicar la oferta con dos productos similares. A mí, del “Kas” no me gustaba ni el nombre, por lo que PepsiCo con su estrategia comercial consiguió el efecto contrario: me obligó a beber “Fanta”; su competencia.
No obstante, la Mirinda carbonatada sigue vendiéndose en muchos países, sobre todo hispanoamericanos, y la gama de sabores se ha aumentado a fresa, manzana, uva, piña, mandarina, arándanos, papaya, banana, tamarindo, guaraná o pomelo, sin olvidar los clásicos naranja y limón.
La marca ha quedado ya como una referencia “vintage”, como una añoranza a los refrescos fresquitos de la niñez de un tiempo pasado que, como dice Nieves Concostrina en la Cadena Ser, “fue anterior”. Y las series y las películas han potenciado esa melancólica imagen nostálgica. En varios capítulos de “Cuéntame cómo pasó”, sale el logo de la Mirinda; Álex de la Iglesia también lo empleó en el cortometraje “Mirindas asesinas”; en la película de 2014, “Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo”, “Tronchamulas” lleva una camiseta de color amarillo con la “M” de Mirinda y en “Y si no, nos enfadamos”, con Bud Spencer y Terence Hill, sale su cartel en un bar. Pues eso, había que ponerle una Mirinda al los “chiquillos” porque si no Bud Spencer y Terence Hill se enfadaban.
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