Piloto de caza, abogado y ecologista que paralizó el hotel del Algarrobico
Almeriense de adopción desde los setenta, ha liderado la batalla medioambiental contra el ladrillo
“Una amnistía no es inconstitucional, a mí me la concedieron y pude volver al Ejército”
Cuando el capitán Domínguez estaba destinado en la base de Morón de la Frontera en el año 1969 conoció las calas vírgenes y playas paradisiacas del Cabo de Gata por casualidad. En una de las prácticas de tiro a bordo de un reactor F-86 en Palma de Mallorca, tuvo que cambiar el itinerario de regreso porque la aeronave sufrió una avería. Fue el descubrimiento de su vida. El litoral almeriense le cautivó a vista de pájaro y no dudaría en volver poco después por tierra. En la década de los setenta se instaló en la pedanía nijareña de Agua Amarga cuando aún el camino era de tierra. Cuando años más tarde construyeron la industria cementera a casi 10 kilómetros en Carboneras dio el salto a un cortijo en Sierra Cabrera pensando en un mayor impacto medioambiental que no fue así, por lo que acabaría volviendo en los noventa a uno de los más bellos rincones de la geografía almeriense con casas blancas y tradición pesquera.
José Ignacio Domínguez era piloto de caza en la reserva que había dado el salto a aviación comercial con Iberia, pero no le impediría terminar la carrera de Derecho para convertirse a principios de siglo en referente de la abogacía ambientalista con la paralización del hotel del Algarrobico. Dio la primera voz de alerta contra una mole de hormigón de 21 plantas que se empezó a construir en 2003 en pleno parque natural de Cabo de Gata-Níjar y lideró el litigio que aún persiste veinte años después, pero que se encuentra en recta final hacia el derribo. Es el David ecologista que ha derrotado al Goliat del ladrillo gracias a su empeño y sacrificio siempre a coste cero. Todas las causas en las que representa los intereses de las organizaciones ecologistas de Almería las hace de manera altruista.
“Desde que el juez Rivera lo paralizó en febrero de 2006 he estado al frente de la batalla judicial y no he cobrado ni un duro y son casi veinte años, el abogado de Azata se habrá hecho millonario”, ironiza con el humor que caracteriza a este militar que fue sometido a Consejo de Guerra por pedir democracia antes de la transición y que años más tarde denunciaría una “conspiración” de coroneles y generales retirados a través de los famosos chats en los que se promovía una “purga” de rojos aniquilando a 26 millones de españoles incluidos los niños. Cuando se percató de las obras ya avanzadas del hotel se reunió con el director del parque. “Me dijo que era legal, que ya no era zona protegida, lo habían convertido en urbanizable”. Y la primera batalla la perdieron. La denuncia por lo penal se archivó y Domínguez replanteó el asunto. se fueron al contencioso con pruebas fehacientes de que la Junta había cambiado la planimetría.
“Fue un escándalo, de un día para otro lo cambiaron a las bravas, obviando el trámite legal necesario. Donde antes ponía C-1 ya tenía un D-2”. A los pocos meses se paralizaron las obras y arrancaba un galimatías jurídico que ha entrado en bucle porque mientras tenga licencia no se puede demoler y el consistorio se resiste a revocarla. A principios de mes, ha vuelto a pedir al TSJA la ejecución forzosa del fallo del Supremo que condenaría al hotel, más aún tras conocerse que desde la administración andaluza dicen ahora que ese terreno nunca fue urbanizable y se protegió con la aprobación del PORN de 1994. El día que entren las excavadoras y palas en la playa situada junto a la la carretera AL-5107 en dirección a Mojácar, este letrado almeriense que reside entre Agua Amarga y Madrid será uno de los hombres más felices del planeta al liderar la cruzada emprendida hace casi 20 años por los conservacionistas. “El hotel se podrá derribar en cuanto el Ayuntamiento anule la licencia municipal y hemos pedido, ya por cuarte vez, la ejecución forzosa de la sentencia del Supremo”, añade.
La del Algarrobico no ha sido ni mucho menos el único desafío en la defensa a ultranza de la riqueza ambiental de la provincia. En su día paralizó la macrourbanización de Marinas de Agua Amarga, ahora está empezando a dar los primeros pasos contra otro proyecto en Cabo de Gata y ha emprendido la dirección letrada para subsanar el problema de la contaminación radioactiva de la pedanía cuevana de Palomares en la que aún persisten 40 hectáreas de suelo bajo vigilancia esperando a una limpieza definitiva que se ha eternizado en el tiempo. José Ignacio Domínguez es un “activista imprescindible” para la provincia que desde hace tres años ejerce de coordinador provincial de Ecologistas en Acción. Más que un nombramiento lo convirtieron en reconocimiento a su trayectoria en la que también destaca que fue uno de los socios fundadores de la organización en 1994 y presidente de la Asociación de Amigos del Parque Natural (1996-2020). De no ser por José Ignacio el hotel hoy estaría abierto.
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