Pérez Burillo e hijo (y II)

Pérez Burillo e hijo (y II)
Pérez Burillo e hijo (y II)

LA sangre castellana, aragonesa y murciana de los Pérez y Burillo se remansó en Almería. Un patinado óleo del patriarca, Epifanio Pérez del Portillo -obra del fotógrafo y pintor Victoriano Lucas- preside el salón de la reedificada casa familiar de Juan Lirola, esquina a Terriza, propiedad hoy de Epifanio Pérez Porras, su sucesor en cuarta generación y nieto de Carlos Pérez Burillo, personaje del que comencé a dar cuenta la semana pasada.

Nacido en 1879 en Fraga (Huesca), se afincó definitivamente en la ciudad cuando su padre vino destinado en calidad de capataz mayor a la Jefatura Provincial de Obras Públicas. Desde su mayoría de edad intervino activamente en la vida capitalina en su triple condición de periodista (El Radical, La Independencia y corresponsal de diarios de Granada y Madrid), concejal y/o alcalde en la Plaza Vieja y empresario agrícola y minero. Viudo de Emilia Robles, falleció de cardiopatía isquémica el 24 de abril de 1951. La Banda de Música Municipal acompañó con piezas fúnebres el nutrido sepelio.

BENEFICENCIA Y EXPLORADORES

Con una economía saneada, su figura de bon vivant y sportman se hizo patente a bordo de un Hispano Suizo 15-20 HP (le sucederían un Baby Cid y Peugeot), de los primeros vehículos en circular por la ciudad antes de la primera Guerra Europea. Pero no sería la imagen de aparente frivolidad (muy comentados resultaron sus vuelos en el aeroplano pilotado por el francés Lusien Demazel en la Feria de 1914, de la que era concejal responsable y en la que presidió dos corridas de toros) lo que realmente le granjeó la simpatía de los convecinos, sino la decidida actuación a favor de los más desfavorecidos durante la epidemia de viruela sufrida en noviembre de 1912. En aquellas dos largas semanas su presencia se hizo habitual en casas y cuevas miserables: del Pecho, Gordote, Palomas, Hospicio Viejo o rambla de Maromeros, prestando auxilio a epidemiados y en tareas de desinfección de lavaderos y locales públicos. Tal actitud llevó al Ayuntamiento a solicitar su ingreso en la Orden Civil de Beneficencia, concedida seguidamente por el Gobierno.

Su ya probado altruismo le indujo a formar parte de la Junta Provincial Antituberculosa y (tarjeta nº 56, agosto de 1918) del Consejo Superior de Protección a la Infancia y Represión de la Mendicidad. Entidad civil a caballo de las decimonónicas Juntas de Beneficencia y las actuales ONGs, creada por el Ministerio de la Gobernación a comienzos de la pasada centuria y en la que Pérez Burillo volvió a mostrar su generosidad colaborando con el Asilo de San Ricardo (carrera de Santa Rita).

Otro organismo no estatal de gran predicamento en el primer tercio del siglo anterior fueron Los Exploradores, especie de boy scouts a la española o escultistas, fundado en 1912 y presente en Almería a la temporada siguiente. Entre sus objetivos estaban el de adoctrinar -con estructura casi militar- a niños y jóvenes en la formación física, disciplina y el contacto con la Naturaleza. José Molero, presidente del Casino lo era a su vez del moderno ente, en el que desde el primer momento Pérez Burillo fue responsable de Propaganda y Recursos. Las patrullas marciales hacían la instrucción en la plaza de toros, con excursiones semanales al campo y un primer campamento (julio, 1914) en Sierra Alhamilla. El sacerdote Manuel García Martínez, maestro del coro y capilla de la catedral y persona cercana a nuestro hombre, le compuso el correspondiente Himno.

MINERÍA Y AGRICULTURA

Puesto que el sueldo de periodista no daba para mayores alegrías (¡ni antes ni ahora!, que me van a contar) y menos aún el de concejal, emprendió la aventura uvera comprando una finca de parras en Rágol -pueblo que ya conocía dado que su padre dirigió las obras de la carretera y el puente- y el Barranco Hondo (Cañada de San Urbano). Después de la guerra, su hijo Epifanio se lo cedió, gratis y sin cargas, a los antiguos aparceros. La segunda sirvió de refugio a padre y vástago único en los lances amatorios prodigados una vez enviudados ambos. Esta la vendió a su amigo Antonio Férriz

Simultáneamente, Pérez Burillo probó fortuna en la minería, al parecer con éxito, ayudado en un principio del capital de la tía materna:

Dª Carmen Burillo ha otorgado poder a favor de D. Carlos Pérez Burillo para que intervenga en la tramitación del expediente nº 30.590 de Serón-Bacares

A la de Sierra de Filabres seguirían el registro de propiedad de otras minas de hierro en el propio Serón (El Meneo), Lubrín (Concordia y Antigua Pompeya), Cantoria (Cuesta de la Herradura) o La Campita, en Rodalquilar. Todos aquellos cotos mineros los volvería a recorrer, pasado un tiempo, con su hijo Epifanio, ya abogado. La prensa da cuenta de reuniones varias representando al influyente Círculo Minero, de cuya directiva formaba parte.

UNIGÉNITO

Epifanio Pérez Robles fue el único descendiente habido en el matrimonio de Pérez Burillo con Emilia Robles, oriunda del también distrito minero de La Unión (Murcia). El niño vino al mundo en la mañana del 23 de septiembre de 1905 en el caserón familiar de Obispo Orberá, siendo bautizado días después en San Sebastián y apadrinado por un conocido y rico matrimonio. Huérfano prematuramente, su tía María (soltera, muy devota, afiliada a la conservadora Acción Popular) y la tata Carmen ejercieron de madres. El 16 de noviembre de 1967, a la temprana edad de 62 años, su corazón se paró víctima de una imbatible enfermedad cancerosa.

Al crío lo enviaron prontamente al internado de los Escolapios de Granada y en la prestigiosa Universidad de la capital vecina cursó con aprovechamiento la carrera de Derecho en tiempos de Primo de Rivera (el título de Licenciado es de los últimos firmados por Alfonso XIII antes de marchar al exilio). Ahí tuvo profesores tan eminentes como Fernando de los Ríos, García Valdecasas o el "mercantilista" almeriense Emilio Langle Rubio. Su herencia genético-jurídica continúa en su joven nieta, Fátima Pérez Ferrer, profesora de Derecho Penal en la UAL.

Pérez Robles regresó y, tras inscribirse en el Colegio de Abogados, abrió bufete generalista en el domicilio particular de Juan Lirola. Tuvo como procurador a Andrés Roda en una de las etapas más brillantes de la abogacía almeriense ¡todos Pérez y sin unirle parentesco alguno!: Dº Juan José Pérez, Dº Juan Pérez, Dº Rogelio Pérez Burgos… Miembro de la Asamblea Local de Cruz Roja y cónsul de Guatemala (la legación consular soportó mil y un avatar antes y después del conflicto bélico) le sorprendió la guerra y fue conducido al barco-prisión Astoy Mendi dada su condición monárquica y por tener acogidas en su casa a monjas de las Siervas de María. Gracias al aval de un amigo de su socio Férriz lo sacaron y ya no volvieron a molestarle. Hasta el final de su días ejerció de abogado-consultor de explotaciones mineras: de hierro en Las Menas (Cabarga San Miguel); de talco en Purchena, mármol en Macael, Cóbdar y Albanchéz o auríferas en Rodalquilar.

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