La justicia de EEUU da otro paso para compensar a sus soldados contaminados en Palomares
El Tribunal de Apelaciones Ordena a la Junta de Apelaciones de Veteranos abordar el argumento de los demandantes
La justicia estadounidense está dando pasos de gigante para reconocer los derechos que reclaman los soldados estadounidenses ‘contaminados’ durante los trabajos de limpieza tras el accidente nuclear de Palomares, en 1966 ( se estima que fueron unos 1.600).
El Tribunal de Apelaciones y Reclamaciones de Veteranos (CAVC) de los EE. UU. Ordenó a la Junta de Apelaciones de Veteranos abordar el argumento de los demandantantes, esgrimiendo que el Departamento de Asuntos de los Veteranos de los Estados Unidos (VA) utilizó una metodología científicamente errónea para negar sus reclamaciones de beneficios por incapacidad debido a la exposición de radiación ionizante.
“Durante más de 50 años, el VA ha negado que la limpieza del desastre de la bomba nuclear en Palomares haya afectado nuestra salud”, explica uno de los demandantes .“He librado una larga batalla para llegar a este punto, y me complace que esta orden reconozca que el VA se equivocó al ignorar completamente mi desafío a su sistema roto que continuamente ignoró nuestra existencia y exposición”.
El senador Richard Blumenthal, miembro de los Comités de Asuntos de Veteranos y Servicios Armados del Senado, que introdujo la legislación en nombre de los veteranos de Palomares se muestra satisfecho: “Aplaudo esta decisión judicial, que plantea preguntas legítimas y serias sobre la falta de conocimientos científicos del VA en relación a los análisis de la exposición a la radiación sufrida por los heroicos veteranos de Palomares. Estos veteranos merecen esta victoria de corte y alivio real. Seguiré luchando para asegurar que los veteranos de Palomares y sus familias obtengan el reconocimiento y los beneficios que obtuvieron a través de su sacrificio desinteresado”.
La primera y única descontaminación de Palomares fue una tapadera. De los nueve kilogramos de plutonio que cayeron sobre la pedanía de Cuevas del Almanzora, los norteamericanos apenas se llevaron 270 gramos, eso sí, repartidos en un total de 4.810 barriles.
De estos, 4.808 fueron enterrados en un cementerio nuclear estadounidense y dos se enviaron a laboratorios de Los Álamos, en Nuevo México, para que se examinada su contenido. Hace más de 50 años años que un bombardero y un avión nodriza KC-135 (cargado con 110.000 litros de combustible) colisionaron sobre esta franja almeriense. Cuatro bombas nucleares cayeron y aunque por suerte no detonó ninguna de ellas, el plutonio que cargaban se extendió por el suelo de Palomares.
Tras una semana sin que la zona fuera protegida, los norteamericanos fingieron una especie de limpieza con la no llegaron a retirar ni un kilogramo de material radiactivo dejando el resto allí.
Varias décadas después llegaron los debates sobre qué zonas podían estar contaminadas y qué otras no, ampliándose incluso el vallado al detectarse, por parte del CIEMAT, que la amplitud de la radiación era mayor.
El caso Palomares está aún por descubrirse. Las mentiras y el secretismo se llevan la mayor parte de la información de lo que pudo ser una tragedia de terribles consecuencias, pues, hasta que en la Segunda Guerra Mundial no se hizo uso de armas nucleares en Japón, este había sido el mayor desastre nuclear hasta el momento.
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