El parqué
Álvaro Romero
Subidas generalizadas
Campaña Antártica
La Campaña Antártica concluyó y a principios de abril se producía el regreso a la provincia de Óscar Garrido, teniente médico destinado en el Cuartel General de la Brigada “Rey Alfonso XIII” II de La Legión, que durante cuatro meses ha podido vivir esta experiencia única, pasando un total de 95 días en la Base Antártica Española del Ejército de Tierra “Gabriel de Castilla” situada en la Isla Decepción, en el Archipiélago de las islas Shetland del Sur.
Diario de Almería ha podido compartir ahora una entrevista con Óscar, quien se desvive en agradecimientos, comenzando por su familia y especialmente a su mujer, por el “sacrificio”por el que gustosamente han pasdo. También agradece a este periódico el haberle permitido haberse “sentido como un corresponsal antártico”, dice entre risas al recordar los diferentes reportajes que ha hecho posibles con su colaboración.
“Ha sido una experiencia impresionante, volvería sin dudarlo. Quizá no ahora pero sí más adelante. Te marca de por vida”, afirma antes de citar a Ernest Shackleton:“Las regiones polares dejan, en los que han luchado en ellas, una marca cuya profundidad puede difícilmente explicarse los hombres que no han salido jamás del mundo civilizado”.
“Pensaba que iba a ir sólo a dar apoyo a los científicos pero he descubierto un laboratorio humano, lo que es ser científico de campo y la juventud de muchos y muchas de ellos, y a otros con más de 60 años que llevan 13 yendo allí”, apunta. Sobre la Antártida, mantiene que la naturaleza allí es ”brutal”y que es como si se unieran “Lanzarote, una isla volcánica y negra, con las montañas del Pirineo o Sierra Nevada con el hielo y la nieve, el Mar del Norte y el viento de Almería”. “Lo peor era el dichoso viento”, mantiene de nuevo entre risas.
Sostiene que la logística ha sido el fuerte de su área y que ha “cambiado muchísimas cosas” de forma que su sucesor se lo va a encontrar “prácticamente todo listo para funcionar, para que en media hora -tras su llegada- tenga la capacidad de atender incluso un incidente grave”. “He separado la parte asistencial de la de almacén y retirado todo lo cadudado e inservible. He aumentado las capacidades, ahora es zona cardiasegurada. Básicamente he convertido el botiquín en un pequeño centro de traumas, de atención primaria y en una ambulancia del 061”, añade.
Y aparte de todo eso, en el área de Sanidad ha atendido en este tiempo 84 lesiones, enfermedades o trastornos, realizado 13 econgrafías y cinco endoscopias de ORL, además de efectuar 11 consultas a otros especialistas. Y es que la actividad no ha cesado durante este tiempo en la base “Gabriel de Castilla”, donde 13 militares han custodiado a 40 científicos de 9 naciones, y dónde se han llevado a cabo 14 proyectos de invetigación, 162 videoconferencias... Ojo, que además han logrado apadrinar a 131.017 de los 200.000 pingüinos de la isla para donar un total de 9.000 euros a la Asociación Española contra el Cáncer (AECC).
Todo ello mientras los miembros de la Campaña Antártica han navegado un total de 2.414 kilómetros en embarcaciones de tipo zodiac a lo largo de 285 horas y dedicado unas 365 horas y 725 kilómetros andados por tierra por actividad.
Óscar afirma que otro papel inesperado fue el de actuar como “embajador”del país desde el “minuto cero” en el que puso un pie en el avión. Un cargo diplomático al que él ha añadido de forma voluntaria otro similar respecto a Roquetas de Mar y la provincia de Almería en general. “Ha sido un placer”, manifiesta el teniente médico, quien revela que todos sus compañeros ”entraron en el juego, daba igual que no fueran de Almería”. “Cuando rodamos el spot de ‘Sabores de Almería’, pensé que se quitarían los carteles cuando acabamos y a las semanas me los encuentro y a mis compañeros diciendo las frases. El cartel se ha quedado puesto, no han querido quitarlo. Tengo dos compañeros que repiten y la les he dicho que lo que no se quita es la placa kilométrica de Roquetas, que si alguien la toca, que se prepare”, mantiene en tono jocoso. Y ha llevado consigo a “todas partes”la bandera de Roquetas, que cuando “no estaba puesta en el botiquín, la metía en la mochila y se ha paseado por toda la isla”.
En este tiempo, también ha habido momentos duros. El peor para Óscar fue el día en el que su mujer se lesionó e ingresaron a un buen amigo en el hospital debido a la distancia que los separaba de ellos. ”Íbamos a hacer un reconocimiento a la montaña y pedí quedarme en la base. Te afecta por la preocupación de tenerlos lejos. Ni siquiera los incidentes más graves en la isla causan esa preocupación porque forman parte de tu trabajo, es previsible y estás preparado”, apostilla.
Por el contrario, se queda como “buenísimos momentos lúdico-festivos que son muy importantes para la moral y la estabilidad psíquica del personal” y, sobre todo, con el “primer día que llegas”y las primeras veces:“La primera que ves un pingüino, la primera que atrapas un lobo marino, la primera que guías a unos científicos”. Y eso que durante estos meses ha hecho de todo, “de albañil, instalando antenas” pero lo que más le ha sorprendido es “montar spots publicitarios y vídeos”. “Me ha encantado y le he cogido el gustillo”, bromea.
Aunque ha atrapado lobos marinos, se ha bañado cuatro veces en el mar y practicado el “baile del cuadrado”, ritos necesarios para decir de verdad que se ha estado en la Antártida, ha echado de menos poder bucear, hacer sky de travesía y haber podido contar con su kayak, tal y como hacían los miles de turistas, a razón de cien cada vez, que pasaban por allí “pagando una actividad muy cara”.
En un espacio tan aislado y con un contacto tan permanente, es inevitable que pueda surgir algún ”roce o fuego que apagar”. “Casi siempre era por algo que estaba al otro lado del Atlántico, por algo de casa”. “Es complicado cuando tienes varios frentes abiertos y no tienes capacidad de reacción. Aparte, el cansancio hace que tarde o temprano todo el mundo se levante alguna vez con mal pie”, precisa.
La visita del ministro de Ciencia, Innovación y Universidades, Pedro Duque, y del Jefe de Estado Mayor del Ejército de Tierra (JEME), general de Ejército Francisco Javier Varela Salas, fue especialmente intensa para Óscar, que entraba entonces de servicio de “apoyo” o “María”. Dos “Marías” se encargan de montar, servir, recoger y fregar las mesas del desayuno, comida y cena; limpiar las zonas comunes, etc., y a él le tocó hacerlo con unas 50 personas. “Es físicamente agotador pero al final entras en el juego, no se te hace pesado. Creo que si no existiera la ‘María’, habría que inventarla, es una cura de humildad y una forma de resetear, de descansar de tu trabajo diario y de socializar”, sostiene.
Con Duque pudo intercambiar impresiones sobre la telemedicina y “a la similitud en cuanto al aislamiento y condiciones extremas que sufrimos en estas misiones... físicas y sobretodo psíquicas”. Añade que el ministro era consciente también del sacrificio que hacía mucha gente, profesional o económicamente para poder estar en la Antártida. Con Varela Salas pudo hablar de la “necesidad de que los servicios sanitarios estén justo donde pasan las cosas y con todos los medios y capacidades posibles”.
Una vez en casa, celebra que no fuese preciso evacuar a nadie y que prácticamente tras todas las atenciones los miembros de la Campaña Antártica pudieran volver a su trabajo en su mayoría y que los que no lo hicieron fue de forma puntual al final de esta misión. “Al principio la gente está muy alerta y concienciada, luego se relaja y hay que concienciar para que vuelvan a subir los niveles de alerta. Al final, con el cansancio vuelven a aparecer los incidentes y cuando la gente se relaja pasan cosas y los cuerpos y mentes se pueden romper y ahí también me tocaba trabajar”, insiste.Ahora anima a los próximos participantes de la Campaña Antártica a salir del “tiesto"y a tener imaginación. “Los científicos se mezclarán con los militares como nunca, todos formarán parte de una gran familia, convicirán, trabajarán, sufrirán y pasarán los mejores meses de su vida”, defiende. Él ya promete nuevas aventuras fuera de los despachos, aunque advierte de que aún no puede decir cuál será su nuevo destino.
Eso sí, dónde sea, llevará la experiencia acumulada desde que hace 20 años se montó en una ambulancia por primera vez. En el 061 comenzó en 2009, estrenándo en el helicóptero de Baza. Pasó por Traslado de Pacientes Críticos, estuvo cuatro años en Ferrol y Granada haciendo la especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria y ésta ha sido su tercera misión fuera del país tras Mauritania con Operaciones Especiales e Iráq con Legión y ahora Antártida.
Pero Óscar siempre recordará su tiempo en el 061, “que se portó muy bien prestándole material de formación, medicación y otros productos médicos” y lo ayudó a certificar la base como zona cardioasegurada, aunque no olvida a La Legión “de la que también he sido embajador” y al Ayuntamiento de Roquetas de Mar y a ‘Sabores de Almería’ de la Diputación por el respaldo que le han ofrecido durante su misión.
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