OLULA DE CASTRO. Viajero romántico
Almería
Almería/En Olula hay una pipa
En Olula hay una pipa
en Castro le echan tabaco
en Velefique la enciende
y en Senés fuman los guapos
Salvo excepciones dignas de elogio, caso de Villaespesa cantándole a su Laujar natal y a la Alpujarra o, en el otro extremo geográfico, Álvarez de Sotomayor reivindicando Cuevas y el Bajo Almanzora, los literatos almerienses se han mostrado reacios a recorrer la provincia y dejar su impresión lírica o descriptiva sobre cada rincón visitado. En cambio, fueron numerosos los viajeros europeos que centurias atrás y animados por la curiosidad se “patearon” la Andalucía toda y, aunque menos, Almería. Y ello a pesar de las dificultades y peligros inherentes en los inhóspitos caminos.
De ese déficit narrativo en cuanto a “guías pueblo a pueblo” cabe recordar con gratitud al Dr. José Martínez Oña por legarnos los comentarios de su sosegado recorrido desde el llano de Rioja a Velefique, Castro de Filabres, Escúllar, Gérgal, Olula de Castro, Bacares, Senés, Tabernas, Tahal, Laroya, Serón, Alcóntar, Bayarque, Suflí o Sierro. Y las más cimeras cotas del macizo filabrés presidido por la Tetica de Bacares o Cerro de Nimas. En ocasiones acompañados por el también médico Francisco de Juan Fernández y otros amigos. Vivencias recogidas en 'Mis rutas por los Filabres', (1975), reeditado por el ayuntamiento olulense y el IEA.
Parada y fonda
Miembro del Colegio Oficial de Médicos de la Provincia, abrió clínica privada de Traumatología General y Deportiva en la calle Terriza (frente al colegio Compañía de María). José Martínez Oña nació en 1919 en Almería y falleció en 1980 en la misma ciudad. Licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Granada en 1947 y doctor en Cirugía y Traumatología por la Universidad de Madrid en 1951, desarrolló toda su vida profesional en Almería. Ejerció su vocación con un profundo sentido humanista y de responsabilidad ciudadana en cuanto a revertir a la sociedad y a su amada tierra todo lo que había recibido de las mismas. Dotado de una gran sensibilidad artística y enamorado de la naturaleza y los paisajes almerienses recorrió, dibujó, fotografió y escribió sobre muchos rincones de la provincia. La belleza de Los Filabres y el olvido y pobreza en la que vivían sus gentes le hizo plasmar, quitándose horas de sueño, sus impresiones en unas crónicas publicadas en el diario local que constituyeron el germen de 'Mis rutas por Los Filabres' y vieron la luz en 1975. Otros escritos circunscritos fundamentalmente al ámbito profesional en el campo de la medicina y cirugía, también han jalonado su faceta pedagógica, divulgadora e investigadora.
Así se expresaba ya en las cercanías de la pequeña localidad de laja y piedra seca, en las estribaciones de la Sierra y lindero a los resecos ramblizos de Gérgal y cárcavas del desierto de Tabernas. Entre el pesimismo y la realidad del ya “vaciamiento” de una miríada de mínimas localidades el interior:
…Resecos almendros en la ladera de los montes. Olivos en el fondo de las torrenteras y barrancos. Algunas casas en ruinas… Entramos por la desviación hacia el pueblo, de escasamente un kilómetro, por carretera de tierra y en mal estado. Destaca entre la policromía blanca y pizarrosa la silueta de la iglesia. Entramos por la calle Real hasta el Ayuntamiento por calle empinada. Mes de septiembre, 5 de la tarde. Una sola mujer vemos junto a la iglesia. Es la madre de la telefonista. Nos acompaña a la visita que hacemos a la patrona, la Virgen del Patrocinio, salvada en la guerra de su quema por la devoción de sus gentes. Una talla pequeña, colocada en el altar mayor. La iglesia destaca como edificación del resto de las casas. Tiene armonía y belleza por fura, dentro de la sencillez, y en su interior de paredes lisas solo cabe destacar un arco en el presbiterio y una cúpula sostenida en las cuatro esquinas por unas pechinas sin decoración. El Ayuntamiento queda al costado izquierdo. Tiene forma de cuña y está cerrado. Recorremos la calle de la iglesia y nos recreamos con las flores de las ventanas y terrazas. Mujeres y niños observamos en la calle. La telefonista nos ha dicho que éste es un pueblo sin vida y que no hay huerta por carecer de agua.
El lavadero está clausurado por carecer de la misma. El agua del pueblo viene de la antigua fuente del Pino y llega aquí, a un depósito general que la distribuye a cinco pilares: uno para la escuela, otro para la iglesia, dos para el Barrio Alto y otro para el barrio de Las Cruces, que está junto al cementerio. La cosecha de patatas salió adelante por las lluvias de la primavera, pero de seguir la sequía con el tiempo, el pueblo quedará abandonado. No tienen dinero para traer el agua de la Merendera. Una cotorra argentina gritaba en el balcón de una casa… Montamos en el coche y ya en la carretera mi hijo Joaquín me señaló la presencia de dos bandos de perdices, que en sus vuelos repetían el adiós nuestro a este pueblo de la desesperanza…
Directorio biográfico
-De la escuela pictórica granadina de Alonso Cano, en su iglesia lucen los cuadros de La Inmaculada y San Francisco Javier
-Porcentualmente, Olula de Castro es el pueblo almeriense con mayor número de condenados a muerte en la posguerra por tribunales franquistas. Acusados de 'Auxilio a la Rebelión', fueron condenados a muerte los siguientes vecinos, aunque a todos ellos se la conmutaron:José Egea Poyatos, Manuel Fernández Carreño, Juan Fernández Martínez, Ángel Iglesias Fernández, Cristóbal Losilla Nieto, Luis Mesas Gómez, José Nieto Martínez y José Salinas Carreño
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