"Necesito que las identidades de los violadores, los pederastas y los asesinos se hagan públicas"
Tribunales
Habla la madre de una joven cuyo exnovio ha sido condenado a siete años de internamiento por agredirla sexualmente cuando tenía 14 años
Esther afirma que su hija ha vivido con "miedo" desde entonces y llama a la sociedad a no callarse y denunciar cualquier situación similar
Almería/La Audiencia Provincial de Almería ha confirmado la pena de siete años de internamiento para un joven condenado por agredir sexualmente con otros dos chicos a su exnovia, cuando ambos miembros de la pareja eran menores de edad. El fallo rubricado por el magistrado Luis Miguel Columna Herrera rechaza el recurso de apelación presentado contra el fallo del Juzgado de Menores de Almería, ratificando además las penas de cuatro años de libertad vigilada y seis de alejamiento de la víctima, así como una indemnización de 30.000 euros a la joven.
La agresión sexual tuvo lugar en mayo de 2013, cuando ambos eran aún pareja. Según el fallo ahora ratificado, A.M.P. habría perpetrado la agresión sexual con otros dos jóvenes. Uno de ellos presentaba un tatuaje. El mismo que la víctima reconoció cuando prácticamente al cumplirse seis años de la violación fue amenazada en el recinto ferial de Almería por A.M.P. y este joven. Ahora, su madre Esther y su hermana Rosario quieren impulsar un movimiento para promover cambios que defiendan mejor los derechos e intereses de víctimas como su hija y hermana. En una entrevista con Diario de Almería, exponen las principales claves de esta iniciativa:
Pregunta: ¿En qué consiste este movimiento que están impulsando, Esther?
Esther: Vamos a ver. Lo que quiero, ya lo he estado hablando con el Instituto Andaluz de la Mujer (IAM), la semana que viene o la otra, llamaré a Raquel -contreras, jefa de la Unidad contra la Violencia sobre la Mujer de la Subdelegación-. Quiero hacer que los fallos que hay, porque el sistema falla y nadie mejor que yo, que lo he vivido, sabe lo que falla... El proceso de las víctimas no tiene que ser tan duro. No tienen que estar declarando tanto. Eso por un lado. Por otro lado, necesito e igual que yo muchísimos padres, que han pasado por esto por desgracia, que las identidades de los violadores, de los pederastas y de los asesinos se hagan públicas. Yo necesito saber que estoy conviviendo en una comunidad de vecinos con un pederasta o un violador. Yo me he criado en las comisarías con las fotos de los etarras. Y a nadie le ha importado, ni por la Ley de Protección de Datos. Y hacer entender también... Vamos en la línea de tener un teléfono para que si alguna mujer, por duro que parezca ellas intentan proteger a los agresores, necesita hablar con alguien, en ese teléfono van a estar algunas de mis hijas e incluso yo. Escuchando. Si ellas no se atreven, las vamos a acompañar. Vamos a ir dónde quieran. Soy una privilegiada. Lo he dicho y lo diré con la boca llena. Porque gracias a Dios he contado con el apoyo del grupo de violencia de género de la Policía Local. De la Policía Nacional con el policía asignado a mi hija. Y mi gran amigo que está en la Comisaría, aunque no puedo decir qué cargo ocupa. Ellos han aguantado mis bajadas y mis subidas. Me han sabido escuchar y me han asesorado muy bien. Importantísimo, el apoyo psicológico. A mi hija, desde mayo de este año, gracias a la Policía Local se ha estado viendo con un grupo especial que se creó a través de Salud Mental que está en el ambulatorio de la Vega de Acá. Ese grupo de psicólogos, de enfermeras y de trabajadoras sociales... Son únicos. Porque por primera vez se da terapia a las familias. Porque nosotros también somos víctimas, también necesitamos terapia. No ha sido fácil llegar hasta aquí. No es fácil que te digan que tu hija es una puta, una guarra. Cuando quién lo está diciendo su hijo sí que es un violador. Y ahora sí lo puedo decir: Violador y maltratador. Entonces, vamos a hacer las cosas bien, vamos a iniciar este movimiento. Vamos a denunciar. No vale con "yo lo sé, qué pena pero no hago nada". Pueden proteger tu identidad si tú no quieres que se sepa. Pero vamos a hacer las cosas bien de una vez por todas. Y voy a luchar. Mi voz no me la va a callar nadie.
P: ¿La sentencia ya es firme?
Esther: Sí. Nos ha costado. Nos ha costado llegar hasta aquí. Hemos estado callados porque se inició el proceso, la investigación y... Claro, los hechos ocurren cuando ellos son menores. Y nos topamos con la Ley del Menor. Eso también tiene que cambiar, la Ley del Menor. Si una persona con 14 años es capaz de matar a alguien, tiene que ser lo suficientemente responsable como para cumplir la condena de una muerte. Me da igual que tenga 14, 20 o 50. Es un asesino. Pero, por desgracia, se les protege. Hemos tenido que callarnos precisamente por ese motivo. También nos faltan imputaciones. Está todo en el aire y no podemos contar todo lo que hay. Pero a día de hoy sé que la Audiencia me ha dado la razón. Ratifica esa condena de siete años. La duda que tenemos es si ingresará en un centro de menores con 24 años o la Junta de Andalucía rechazará eso e irá a prisión. Yo creo que al final irá a prisión y cumplirá lo que tiene que cumplir.
P: ¿Saben algo de la identidad de los otros menores?
Esther: Hay uno que estamos esperando a que se impute o no. Del tercero desconocemos la identidad. Porque al negar estos dos la mayor y desconocerlo mi hija, a día de hoy no sabemos quién es. Pero sí es cierto que está rondando por la calle un supuesto, porque no está juzgado, violador. Porque participó en los hechos y yo creo a mi hija.
P: Se ha tratado de un largo proceso que se ha conocido por un incidente posterior...
Esther: Sale a raíz del 11 de mayo de 2019. En Almería se organiza la fiesta del 'Solazo' en el recinto ferial. Vivíamos al lado y hacía tiempo que mi hija no salía. Con una amiga y un amigo y su hermana decidió ir. Eran dos días, sábado y domingo. Pero no hubo tiempo de que saliera el domingo. El sábado bajaron y a las cinco de la tarde subió muy nerviosa. No sabíamos lo que era. Volvió a bajar y a subir. Y su hermana me dijo: "Mami, es que lo ha visto". Tardamos hasta las diez y media u once de la noche en estabilizarla un poco. Porque entró en un bucle de nervios y ansiedad que no entendíamos. Me fui a Comisaría a denunciar que la había amenazado con el gesto de rajarle el cuello. Mi sorpresa fue cuando estando allí mi hija comenzó a decir cosas que no entendía, incoherentes. El policía preguntaba qué estaba contando. Decidimos dejarlo así, se pasó al Juzgado de Violencia y allí el día 13 de mayo me enteré de que había sufrido una agresión sexual por parte de su expareja y dos chicos más. ¿Qué es lo que le hizo reaccionar? Que uno de esos chicos, a la vez que este personaje la estaba amenazando de muerte, se acercó al oído y le dijo: "Vamos a volver a violarte". A ese chico le vio un tatuaje. Ese tatuaje y esas palabras hicieron que lo que mi hija tenía escondido en su cabeza saliese a flote y no pudiera controlarlo. Ahí empezaron dos años de lucha. Porque nos ha pillado 2020 con el covid-19 y hemos estado en "stand by". Dos años muy duros. En los que hemos tenido que soportar muchas cosas, muchísimas. Muchos insultos, de extorsionarnos. Encima no nos podemos acercar porque tienen miedo. Porque soy la madre de la víctima y le puedo hacer algo. Encima hemos tenido que convivir con eso.
P: ¿Intentaron alcanzar una conformidad en algún momento?
Esther: Sí. El padre, un día en los juzgados, cuando fuimos a recoger las órdenes de alejamiento, ya que en el Juzgado de Violencia de Género se le impusieron unas medidas cautelares de 500 metros a ambos, al del tatuaje y a él. El padre de este personaje me dijo que me daba 120.000 euros si retiraba la denuncia. Le contesté que mi dignidad y la de mi hija no se pagan. No hay dinero para eso.
P: Este joven ya había sido condenado previamente en otra causa relacionada con tu hija, ¿verdad?
Esther: Sí. En 2014, el 13 de mayo, nos llamaron del instituto y nos dicen si podemos ir. Realmente el jefe de estudios me preguntó por qué no había ido mi hija ese día. Le dije porque le dolía la pierna. Mi hija se operó con nueve años de un osteocondroma. Pues este personaje dirigía todas las patadas y palizas a esa pierna operada. Fuimos al instituto y al llegar a casa le pedí a mi hija que se levantara el jersey. Le vi todo el costado negro. Fuimos al instituto y activaron un protocolo. Fuimos a Torrecárdenas y ahí la estuvieron viendo. Llamaron a la Guardia Civil y se activó un protocolo por violencia de género. Hubo un juicio en Menores el 21 de octubre y obtuvimos una sentencia condenatoria por la que se le imponía dos años de orden de alejamiento, seis meses de terapia que, sinceramente, no sé para lo que valen, y 180 euros que valían los moratones que mi hija tenía en el cuerpo. Esa sentencia no la recurrieron. En esa sentencia mi hija tenía 14-15 años y él tenía 16 años. Fue por maltrato. O sea, a día de hoy puedo decir que es un maltratador y un violador. Y no quedándose contento con eso, durante esos dos años de orden de alejamiento, ha perseguido a mi hija, la ha amenazado. El miedo es importante trabajarlo con las víctimas. El miedo puede más, protege. Intentan no decirlo todo. No nos hemos enterado de nada. Un único día en el que ha ya salido, la ha buscado. En los pubs se liaron un día a botellazos pero, claro, un local de este tipo no puede denunciar esos hechos porque puede ir en perjuicio de ellos. Hasta el 19 de mayo que nos enteramos. En todo este tiempo mi hija ha vivido amenazada. Mi hija lleva desde los 14 años viviendo con miedo de una persona que, yo no lo digo, lo dicen unos especialistas psicólogos técnicos, es un sádico y un psicópata. Yo no me lo estoy inventando. Lo dicen ellos. Y está libre. Mi hija en mi casa escondida por miedo y él libre. Porque todavía no ha ingresado en prisión o en un centro de menores.
P: Ahora es sólo cuestión de tiempo que ingrese...
Esther: Espero. Sería mi gran recompensa el que entrara.
P: En este tiempo también han tenido que cambiar de vivienda, ¿no?
Esther: Sí. Como sabemos, por el covid-19, la Feria de Almería se celebró por la noche. Este hombre ha estado todas las noches del recinto ferial. Vivíamos a 50 metros del recinto ferial. Teniendo una orden de 500 metros se la estuvo saltando. Pero necesito pruebas para demostrar que se ha saltado una orden de alejamiento. Evidentemente, no voy a estar todas las noches en un recinto ferial. Ni voy a intentar provocar situaciones en las que me pueda comprometer y no pueda controlar mis actos. Yo soy la que, encima, tiene que dar un paso hacia atrás. Nos han dicho después que ha estado yendo pero en ese momento... Tenemos que ser justos. Todo esto hay que denunciarlo. Si sabes que hay una persona que se está saltando una orden de alejamiento, en ese momento es muy sencillo: Te acercas a cualquiera de los puestos de la Policía que hay en el recinto ferial y no tienes que dar tu nombre. Automáticamente lo hubieran detenido y hubiese ingresado en prisión. Pero el sistema hace que nos callemos, que miremos, que todos sepamos qué hay pero que nadie denuncie. Y por ahí va mi lucha, mi voz. A no callarnos. A seguir. A denunciar. Es importantísimo.
P: ¿Es por eso por lo que reclama más concienciación y apoyo de la sociedad a las víctimas?
Esther: Sí. Por ejemplo. Sale en la tele un número más de una mujer que ha muerto. O un número más de una mujer maltratada. O un número más de un padre que ha matado a sus hijos por vengarse de la madre. Pero sin embargo sé que mi vecino está machacando a sus hijos y a su mujer y no soy capaz de denunciarlo. Entonces, ¿por qué me doy golpecitos en el pecho viendo esa noticia si soy incapaz de poner solución a un posible número más? Vamos a evitar que eso se produzca. Esa es mi lucha. Voy a intentarlo comenzando por Almería. Espero que me apoyen. La violencia de género no tiene que tener ideología política ni colores. Hay partidos políticos que sé que están en contra pero me da igual. Mi voz tampoco la van a callar. La muerte de una mujer no tiene porqué ser un número más. Vamos a hacer que no haya más números y podamos vivir. Que podamos salir libremente.
P: Entonces, ¿por qué quiere que se conozca la identidad de estos condenados? ¿Tiene algo que ver con el caso de su hija?
Esther: Pienso que mi hija no es la única víctima de estos tres personajes. De hecho, con la 'Manada' se ha demostrado que ha habido más víctimas. Con lo cual, si saliesen las fotos a lo mejor alguna muchacha, alguna cría, tendría el valor y la valentía de decir yo también lo fui. Por el perfil que tienen, ojalá me equivoque, creo que hay más víctimas.
P: En otro ámbito... ¿Cómo se encuentra tu hija? ¿Y el resto de la familia?
Esther: Mi hija hay días que está bien y días que está mal. Lo que peor lleva es el tema de la búsqueda de trabajo. Ha hecho cursos en el INEM de atención al cliente. Se quedó en 2º de Bachillerato. Se estaba sacando el título de vigilante cuando sucedió en mayo de 2019 este suceso. Si no hubiese ocurrido, ahora posiblemente podría estar trabajando de vigilante, porque era su idea. Pero en el momento en el que una empresa te selecciona o te preselecciona y llevas tu documentación, tienes que entregar la orden de alejamiento. Entonces ya no reúnes el perfil. Tenemos muchas trabas. A las empresas no les va a pasar nada por contratar a una mujer que tiene una orden de alejamiento. Todo lo contrario. Las van a ayudar. Pero para la empresa parece que es un problema. Todo eso es lo que hay que ir cambiando. Y nosotros, ahora me río. Se me saltan las lágrimas pero me río. Porque mi hija está viva y bien, dentro de lo que cabe. No ha sido fácil. Ni muchísimo menos. Pero está ahí. Y espero que esté mejor.
P: Rosario, eres la hermana pequeña. ¿Cómo has vivido todo lo que ha ocurrido?
Rosario: Soy cuatro años menor que mi hermana y todo esto lo llevo pasando desde que tenía diez años. Con diez años ya tuve el primer juicio con él. Y ves en tu casa a tu hermana llorando. Que mis padres tuviesen que salir de madrugada por ataques de ansiedad. Y eso con diez años no lo entiendes. Pero conforme vas creciendo con ella te das cuenta de que hay algo que está mal. Mi hermana no se pone en verano un pantalón corto. No quiere salir de fiesta, salir a tomar café... Siempre tiene que salir acompañada. Poco a poco te das cuenta de que va algo mal y conforme van pasando los años y vas tomando conciencia, te enteras de lo que es. Con 16 años tuve que ver a mi hermana y estar cinco horas con ella para sacarle lo que había pasado, encerradas en una habitación. Ella no quería decir nada y al final conseguí sacárselo. Con 16 años tuve que entrar a declarar a un juzgado, con mi padre porque era menor. Con mucho agobio. Te da miedo esa situación. No sabes si te van a creer, si no. Si te van a juzgar. Y con 18 años tener un juicio al que fui testigo con mi hermana y ponerte delante de un juez y contarlo todo, teniéndolo muy claro, sin ponerte nerviosa. Y todo lo he hecho por ella, porque mi hermana es mi locura. Yo quiero que esto acabe para ella lo antes posible y que mi hermana pueda estar como antes. Como la he recordado siempre. Siendo una niña normal, con sus sueños, sonriendo, queriendo vivir. Ahora la veo hundida. No quiere hacer nada. Si sale tiene que ser siempre con nosotros porque le da miedo. También sé que lo pasa mal porque sabe que no estamos bien, aunque delante de ella no nos pongamos mal para que se encuentre peor. Es un proceso muy difícil pero sé que mi hermana y todos lo vamos a superar. Somos una piña, la apoyamos en todo. Algo muy importante es que todas las víctimas deberían tener un apoyo familiar. Y de sus amistades también. Que las apoyen, las guíen y no las dejen tener miedo. Intentar sacarla de ahí y hacer su día a día y su mundo mejor, porque es lo que necesita.
P: Entonces, ¿animas a las víctimas a que confíen en alguien desde el principio? ¿A que cuenten a alguien lo que les ha sucedido?
Rosario: Sí. Además, desde un principio. Mi hermana porque ha pasado así y lo contó al ocurrir lo del 'Solazo'. Si no, mi hermana hoy en día seguiría callada y esto no se sabría. Lo llevaría para ella sola. Animo a que desde el primer minuto se le cuente a alguien, a una prima, una amiga, una vecina... Que lo cuentes, porque puedes hacer muchas cosas con eso y ayudar realmente a una persona. Y no tener miedo. Miedo tienen que tenerlo los que hacen eso, no una víctima.
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