Navarro Rodrigo versus Juan Cristóbal
Crónicas desde la ciudad
ALa inescrutable política cultural del ayuntamiento capitalino no deja de sorprendernos con sus decisiones u omisiones. La penúltima ha sido la de no incluir en el inventario del Patrimonio Artístico la catalogación, tasación y título de propiedad municipal de las esculturas y conjuntos monumentales expuestos en la vía pública. Una base de datos que bien podía haber elaborado funcionarios de la Casa y no una empresa privada con el consiguiente ahorro de miles de euros. Además, ni se molestan en dar explicaciones al ciudadano. El lector debe saber que sólo han registrado las que se hallan bajo techo. Entre ellas el busto de Navarro Rodrigo, peritado en doce mil euros y depositado tras su restauración en el CAMA
OHANES
Juan González Quesada "Juan Cristóbal" figuró entre los más grandes escultores españoles del pasado siglo. Nacido en Ohanes el 25 de mayo de 1896 -paisano por tanto del obispo Diego Ventaja y del general togado Miguel Vizcaíno Márquez-, on apenas diez años, su padre, Francisco, vendió bancales, parras y patrimonio para emigrar en solitario y sin avisar a Argentina, debiéndose trasladar con su madre Micaela y cuatro hermanos a Granada, a casa de una tía (durante cuatro décadas, el menor, Cristóbal, fue restaurador-jefe del Museo del Prado). En la ciudad de los Cármenes entró de botones en el Centro Artístico, mostrando una decidida vocación por las Bellas Artes. No le pasó desapercibo al influyente político Natalio Rivas quien lo recomendó al escultor Nicolás Prados, igualmente muy ligado a Almería. Con deseos de superación marchó a Madrid -al taller del consagrado Mariano Benlliure- gracias a su mentor y a una beca municipal. Aquí tomó contacto con la piedra y aprendió la técnica del vaciado y modelado en el Casón del Buen Retiro
Con 18 años abrió su primer estudio, en la calle Atocha, a los que seguirían los de Ramón de la Cruz y Londres, para finalizar en el palacete renacentista del cercano Cadalso de los Vidrios. En 1925 se casó con Juana Granel, matrimonio del que nacieron siete hijos. El mayor, Juan, vino a Almería en 1975 a restaurar el marco de La Concepción, de Murillo, magnífica pintura de la Catedral; Felina Micaela visitó Ohanes y colaboró con la asociación cultural que lleva el nombre de su padre. La trayectoria personal y profesional de Juan Cristóbal -densa, extensa; riquísima en vivencias, situaciones, amistades, tertulias, pasiones, aficiones- resulta imposible encorsetar en una página. La apasionante biografía del liberal y bohemio, trabajador frenético u ocioso impenitente, aguarda a un no menos apasionado biógrafo. Material para ello dispone en abundancia.
Las plazas y calles de media España, singularmente Burgos, con la espectacular estatua ecuestre del Cid, a cuya inauguración Franco no le permitió asistir en primera fila al sospechar su desafección al Movimiento (en 1940 firmó -junto a ochenta intelectuales- un manifiesto de apoyo a Manuel Azaña, presidente de la República en el exilio). La de colosales medidas encargada por Leónidas Trujillo quedó inconclusa al fallecer el dictador dominicano. Aunque no se prodigase tanto como en el segmento civil, también legó una iconografía religiosa interesante en iglesias, capillas o panteones. Igualmente dificultoso resulta enumerar las exposiciones nacionales e internacionales a las que concurrió, medallas conseguidas o museos e instituciones, públicas y privadas, donde admirar sus figuras en mármol, pórfido o bronce. En nuestra provincia sólo existen, que yo sepa, los bustos de Navarro Rodrigo y Ventaja Millán, un bajorrelieve de Cervantes y una alegoría de la República adquirida por Juan Grima.
Regresó a Almería y Ohanes (su ayuntamiento lo declaró Hijo Predilecto) en una única ocasión: finales de marzo de 1961. Seis meses después, el 19 de septiembre, murió en su domicilio familiar de Cadalso de los Vidrios (Madrid) víctima de un carcinoma pulmonar.
DIPUTADO Y SENADOR
La prensa local publicaba una aparatosa necrológica comunicando el fallecimiento en Madrid (21 de diciembre, 1903) de Carlos Navarro Rodrigo. Nacido en Alicante (1833), muy joven destacó como periodista y habilidoso político (ora liberal, ora conservador). En 1872 obtuvo su primer acta de diputado a Cortes por Purchena; repitiendo en el mismo distrito, Sorbas y Almería capital, como diputado y senador (su hijo Antonio le tomó el relevo). Pese a su condición de cunero trabajó, siendo ministro de Fomento, a favor del Ferrocarril Linares-Almería, obras en el Puerto, construcción de la Escuela de Artes y Oficios o en los desagües mineros de Sierra Almagrera. Hijo Predilecto, el Municipio, le dedicó una calle y aprobó erigirle una estatua en la glorieta de San Pedro.
Sin embargo su colocación -ya en el Parque- debió esperar a una fecha indeterminada de 1929/30. Nada hicieron salvo depositar (1918) en el Banco de España el poco dinero asignado, a la espera de tiempos mejores. Pero tampoco. Los pasos siguientes los seguimos en la hemeroteca puesto que el legajo con la correspondencia mantenida con Rovira Torres -alcalde que con la aquiescencia del Pleno, Diputación y JOP retomó decididamente el tema- no se encuentra en el Archivo Municipal. En octubre de 1926 Juan Cristóbal notifica que tiene acabada la obra en yeso a la espera de su fundición en bronce, idea originaria. El pedestal y cuatro columnas en granito pulimentado corrían a cargo del arquitecto Javier Barroso. En diciembre de 1928 el dimisionario Rovira, sucedido por Monterreal, recibía por ferrocarril el busto -definitivamente en mármol- y basamento (930 kilogramos en total); mientras, las obras de cimentación en el Parque proseguían. Sin embargo, y posiblemente por desavenencias entre ambos regidores, las tareas cesaron. Salvo la construcción del graderío en un taller almeriense, supervisado por el arquitecto Langle Rubio. En mayo de 1929 ya lucía Navarro Rodrigo en el pedestal y se anunciaba la pronta inauguración a bombo y platillo. Nuestro gozo en un pozo. Nuevo silencio, ahora definitivo. Inaugurarlo lo inauguraron ¿pero cuándo?, ¿por qué no asistió el Ayuntamiento? Sí sabemos que en abril de 1931, en el homenaje dispuesto a Francisco Villaespesa, repatriado por la República, el poeta laujareño y asistentes, entre otros Carmen de Burgos, admiraron la magnífica talla en mármol blanco del ohanense Juan Cristóbal.
RESCATE
En octubre de 1953 alumnos de la Escuela de Artes limpiaron y repararon los desperfectos sufridos durante la guerra. Repuesto en su lugar, en 1971 unos gamberros le rompieron el pómulo, nariz y una oreja. El ayuntamiento encargó su restauración a la escultora Ana María Castillo en su estudio-taller de la calle Juan del Olmo. Profundas divergencias entre la metodología a seguir (vaciado en yeso, bronce o mármol) e ¿incumplimiento de contrato?, llevaron a la joven profesional a abandonar el proyecto, pero sin devolverlo. Desde su domicilio en Málaga rechazó mis llamadas, en 2001, a aclarar pública y definitivamente el, a mi juicio, ya superado conflicto. Nada quería saber de Almería
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