Dar vida en estado de alarma
Coronavirus Almería
Cada llanto de un recién nacido en la provincia es un brote de esperanza a pesar de que los padres sólo pueden compartirlo con fotografías a través del 'WhatsApp' y videollamadas
En los primeros días de cuarentena, entre el domingo y el miércoles nacieron 44 bebés en los tres hospitales públicos: 17 en Torrecárdenas, 4 en La Inmaculada y 22 en el Poniente
“Aunque tengamos mascarilla, nos verás sonreír cuando se nos achinen los ojos”. Así reza uno de los carteles del paritorio de Torrecárdenas. Las matronas y enfermeras son conscientes del nerviosismo e intranquilidad de las futuras mamás y hacen todo lo posible para que puedan dar a luz con las mayores garantías y naturalidad a pesar del estado de alarma. El coronavirus puede estar retrasando los futuros embarazos, pero no la nueva vida. Los partos siguen desarrollándose con casi total normalidad, no son intervenciones programadas que se puedan posponer, extremando las medidas de prevención y con una firme restricción de las visitas. Los padres viven en soledad uno de sus momentos más felices y esperados, pero comprenden las decisiones que se han adoptado en las plantas de gestantes de los hospitales porque está en juego su salud y la de sus criaturas.
Esos bebés no verán el sol de la calle en semanas ni recibirán el cariño de los familiares y allegados en un tiempo, pero cada llanto de un recién nacido en la provincia es un brote de esperanza que los progenitores sólo pueden compartir con fotos y videollamadas. En los primeros días del confinamiento, entre el domingo y el miércoles, nacieron en los tres hospitales públicos de la provincia 44 bebés, 18 en Torrecárdenas, 22 en el de Poniente y 4 más en La Inmaculada, uno el martes de una madre con positivo en coronavirus que no está contagiado y se encuentra sano y fuera de peligro. Los hospitales han diseñado un protocolo de actuación específico para estos casos que de momento son muy puntuales.
Días antes de que vieran la luz por primera vez estos bebés de la cuarentena, todos los almerienses se confinaban en sus casas. De ahí el temor y la ansiedad con la que llegan las embarazadas en horas previas al parto. No es ni mucho menos la situación soñada, pero cuentan con un equipo de profesionales sanitarios más entregados que nunca a la causa. “Lo primero es darle confianza y calmarlas, llegan nerviosas y queremos que sepan que todo se está realizando con normalidad”, explica Juan Antonio Rivera, matrón en el hospital universitario de Torrecárdenas. Las mascarillas antes de entrar la paritorio pueden resultar un obstáculo en ese intento de ser cercanos, pero las medidas de protección no cambian nada en el trato. “Somos de gestos, de mucho tocar, de contacto con las mamás y estos días estamos más limitados, pero lo comprenden y es necesario por la prevención del coronavirus”, añade.
La imposibilidad de tener a sus seres queridos cerca, con la excepción de la pareja, es difícil de llevar, sobre todo las primerizas, pero se suple con el cariño que encuentran en la gran familia de profesionales de la maternidad. “Nos han dado un trato maravilloso en el hospital, es triste no poder compartir esta felicidad allí con nuestra gente, pero estamos muy contentos por lo bien que ha salido todo y agradecidos con los que nos atendieron”. Es el testimonio de Noelia Castillo que el martes pudo abrazar por primera vez a la preciosa Julieta después de una cesárea que salió a la perfección.
La principal diferencia para matronas y enfermeras estos días no está ni en el parto ni en las medidas adoptadas sino en el pasillo en el que está la sala de espera del paritorio. A veces sacaban al bebé para que lo vieran y al otro lado había familias al completo. Incluso antes, nada más nacer, escuchaban los gritos al otro lado de la puerta porque el papa había enviado una foto y los allegados enloquecían: ¡Qué precioso y hermoso está! La nariz de su abuelo, las orejas de su madre, los ojos de su papá... Estos días no espera nadie y todo es silencio. Y ocurre igual en la planta de puerperio, cuyos pasillos eran bullicio y hoy desierto. Los papás no salen de las habitaciones y tampoco reciben visitas. Una circunstancia que ayuda a la recuperación porque están más relajados, sin ruido y sin exponerse a virus de la calle. De hecho, Juan Antonio les recomienda a los nuevos padres que se mantenga el menor contacto posible una vez que se marchan a su hogar. La estancia media en el hospital es de 24 horas en parto natural y 72 si es cesárea.
Y en las clínicas privadas la dinámica es similar. En el hospital Virgen del Mar vino al mundo este lunes Pablo, también por cesárea, una intervención que se había previsto para más tarde, pero que se adelantó porque los quirófanos estaban parados. La mamá, Belén Berenguel, no lo dudó cuando le brindaron la oportunidad de hacerlo antes, valorando sobre todo la futura llegada de positivos de coronavirus en días venideros. “Todo fue muy tranquilo, no había nadie en el hospital y todos con sus mascarillas y guantes, había una calma tensa por lo que estaba pasando en todo el país”, comenta la joven madre de Pablo.
Percibió el miedo que se vive hoy día en cualquier hospital, pero recibió una atención exquisita de la que está agradecida. Estuvieron de lunes a jueves sin salir de su habitación y han tenido la suerte de poderse relevar en algunos momentos el marido por la abuela del recién nacido. Confiesa que entraron con una situación más relajada, pero al salir el jueves todo había cambiado y era más apocalíptico. Legionarios en el acceso al Virgen del Mar y controles de la Guardia Civil en la carretera. Como si hubieran entrado sin darse cuenta en una película de guerra, la de la humanidad contra el coronavirus, y lo único importante era proteger a su frágil descendiente. Tienen claro que no saldrán de casa en un tiempo. Porque el recién nacido ya está en su nuevo hogar, con su hermanito Manuel, y su seguridad es la prioridad.
Julieta y Pablo son solo dos de los bebés nacidos en tiempo de coronavirus, dos brotes de esperanza en el momento más delicado. Cada día nacen más de una quincena en los hospitales de la provincia, con una media diaria de seis sólo en Torrecárdenas. El hospital provincial de referencia ha registrado 146 partos en lo que va de marzo y el más de medio centenar de profesionales de paritorio y planta de gestantes, al igual que los del resto de centros de la provincia, están haciendo todo lo posible para que las futuras mamás no perciban la crisis sanitaria en el tramo final de embarazo y para que el virus no interfiera en el camino a casa de la cigüeña.
Y una vez en su cuna, la atención a los nuevos bebés y su seguimiento por el pediatra tendrá mucho de telefónico y virtual, al igual que su contacto con las familias. Tampoco estarán las abuelas para ayudar en las curas y otras necesidades maternales de los primeros días. Pero ya habrá tiempo más adelante porque el mundo comienza con cada recién nacido.
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