Tribuna Económica
Carmen Pérez
T area para 2025
Almería
Nada mejor que la lluvia para bendecir la primera semilla en forma de piedra del que será el futuro Ecomuseo, una versión contemporánea de aquella cortijada de la Vega, que fue desapareciendo empujada por la irrupción en la década de los sesenta de los invernaderos y el crecimiento urbano de la ciudad. El nuevo edificio, a construir precisamente sobre la parcela ocupada por uno de estos cortijos de antaño rescatará, a finales del próximo año, la rica historia de la agricultura almeriense, animada con talleres y actividades culturales dirigidas a todas las edades.
Después de un par de semanas dedicadas al derribo y retirada de escombros del viejo cortijo que quedó encerrado dentro del parque del Andarax y que presentaba problemas estructurales que hacían inviable su restauración, el alcalde de Almería, Ramón Fernández-Pacheco, ha presidido, junto al presidente de la Diputación Provincial, Javier Aureliano García, el acto de colocación de la primera piedra de este Ecomuseo de la Vega que, con una inversión de 1.303.676 euros –procedentes de fondos europeos y aportados por la institución provincial– ofrecerá a almerienses y visitantes, en 18 meses, un atractivo turístico y cultural más en la ciudad. Una manera de conocer su pasado que, como ha expuesto el arquitecto del proyecto, Luis Castillo, no será meramente una colección de aperos y elementos de la agricultura tradicional, sino que el museo recogerá el “patrimonio inmaterial, lo que es la cultura y las formas de vida” de las familias de poblaron la Vega.
El edificio ya en construcción es una reinterpretaciónde la arquitectura tradicional con volúmenesblancos y sencillos, que el arquitecto ha fragmentado para conservar los pinos existentes. De 450 metroscuadrados, este Ecomuseo lo es por ser un edificio sostenible donde el ahorro energético se embebe de las soluciones tradicionales de arquitectura mediterránea (huecos, ventilación cruzada, etc.), y a las que el proyectista ha incorporado un huerto solar en la cubierta y pozos canadienses, que permiten un sistema de climatización con el que se hace circular el aire por el subsuelo.
Tendrá cafetería-restaurante, una placeta con juegos infantiles, talleres y diferentes actividades, que se extenderán al entorno, de unos 2.000 metros cuadrados, donde habrá árboles frutales (naranjos, granados, olivos...), así como albercas, acequias y balsas, que evocarán la importancia del agua para la agricultura como elemento fudamental.
“Está destinado a recordar lo que fuimos, a reconocer lo que somos y a convertir todo eso en un valor que perdure”, ha ensalzado Fernández-Pacheco.
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