Muertes cruzadas
El lado oscuro de Almería
Dos boxeadores, con dos años de diferencia, perdieron la vida a consecuencia de las graves lesiones que sufrieron por la práctica de este deporte · El almeriense Juan Jesús Rubio vio truncados sus sueños sobre la lona del ring

DOS almerienses, con desigual fortuna han marcado de alguna manera la triste semblanza de la dureza del noble deporte del boxeo con un resultado trágico. Si en 1978 moría sobre un ring en la capital de España el púgil almeriense Juan Jesús Rubio Melero tras disputar un combate con el canario Francis, dos años más tarde en 1980 fue un boxeador almeriense, Manuel García Requena quien en una velada fondo profesional noquease mortalmente en Santa Cruz de Tenerife a otro contrincante Santiago González Monzón, curiosamente también canario. En ambos casos, los involuntarios protagonistas abatidos por las terribles consecuencias abandonaron de por vida la práctica de este deporte.
El 22 de febrero en 1978 murió Rubio Melero, tras permanecer cinco días en estado de coma profundo a consecuencia de las lesiones sufridas durante su combate con el púgil canario Francis Rodríguez celebrado en el Palacio de los Deportes de Madrid. Al púgil almeriense noqueado en la velada se le practicó entre la vida y la muerte una compleja operación donde se le extrajo parte del tejido cerebral dañado. Las lesiones eran irreversibles y no se pudo salvar su vida.
Juan Rubio Melero, tenía solo veintitrés años y buscaba en el boxeo mejorar su vida económica., Comenzó a frecuentar los gimnasios de Almería siendo apenas un niño debutando como aficionado a los catorce años. Almería en esos años era una gran cantera de boxeadores. A la sombra de Juan Francisco Rodríguez o Pepe López Barrilado, surgieron grandes púgiles como Manuel Alcalá, García Requena-el otro protagonista de esta trágica historia, García I y los Zaragata. Juan Rubio Melero se hizo muy pronto un hueco en el mundillo boxístico de la ciudad.
La continua progresión del almeriense le llevó a disputar la final del Campeonato de España de aficionados llegando a formar parte de la selección nacional española de su categoría. Cuando se presentó en Madrid, Rubio Melero militaba en el peso medio y ya se había pasado al campo profesional donde había conseguido seis victorias y una sola derrota. Esa noche aciaga se enfrentaba a Francis, un boxeador canario campeón de España y con más experiencia. Esa trágica noche Juan Rubio no estuvo a su altura sin llegar a coger nunca el sitio y los golpes del campeón le demolieron. El árbitro de la pelea, Ezquerra, y el manager del boxeador, José María Martín "Búfalo" no interrumpieron a tiempo la pelea.
En el séptimo asalto -a falta de sólo uno para el final del combate- y cuando ya había sido contado una vez por caída, Francis le alcanzó con un golpe fortísimo, que Juan Rubio encajó ya inconsciente.
La gravedad de la lesión de Rubio Melero puso entonces al descubierto la increíble falta de material sanitario del Palacio de los Deportes de Madrid. Ni oxígeno, ni medicamentos elementales para reanimación, ni ambulancia. Durante más de veinte minutos se tuvo que esperar a que la Cruz Roja enviara un vehículo y trasladar al púgil a un centro sanitario donde pudiese ser atendido. Algunos médicos- quizás curándose en salud- manifestaron posteriormente que ni la falta de oxígeno ni la de un traslado más rápido a la Residencia Sanitaria Francisco Franco -donde fue internado- agravaron su estado.
La duda siempre la tuvo la familia. El trágico desenlace provocó que Francis, su rival, anunciara dejar el boxeo. "Búfalo", el manager, del malogrado púgil sufrió un duro golpe. Roberto Duque, en aquellas fechas presidente de la Federación Española de Boxeo, culpó veladamente al árbitro de la pelea por no parar el combate y anunció una investigación para aclarar las causas.
Dos años mas tarde de nuevo la tragedia planeó sobre el "arte de las doce cuerdas".El boxeador profesional Santiago González Monzón falleció el 10 de junio de 1981 en Madrid, tras un año, cuatro meses y veintiún días internado, en principio en coma y después en lenta recuperación. Santiago González Monzón tuvo que ser internado a raíz de una derrota sufrida, en Santa Cruz de Tenerife, al caer Ko en el séptimo asalto ante el púgil almeriense Manuel García Requena el 19 de enero de 1980. El púgil canario, que llego a recuperar el conocimiento en el propio cuadrilátero fue intervenido quirúrgicamente de un derrame cerebral tras desvanecerse fulminantemente cuando estaba siendo reconocido en el centro sanitario. Aunque semanas más tarde llegó a experimentar una ligera mejoría y los médicos confiando en su fortaleza física se mostraron optimistas sobre su recuperación, una nueva recaída agravó su estado e hizo perder todo tipo de esperanzas.
El fallecimiento del boxeador se produjo por un fallo cardíaco del enfermo, considerado «terminal» por los médicos. En las últimas horas se habían presentado múltiples complicaciones que determinaron el rápido y fatal desenlace. Monzón fue internado, tras su combate con García Requena, en el Hospital General y Clínico de Tenerife, en estado de coma profundo, del que se recuperó a los pocos meses. El 10 de febrero fue trasladado a Madrid, a la clínica de La Luz, donde su estado sufrió diversos altibajos y finalmente fue ingresado en el Instituto de Ciencias Neurológicas, donde, dado su estado, calificado de «terminal» e «irreparable», los médicos habían decidido enviarle de nuevo a Canarias cuando se produjo el rápido e inesperado desenlace por fallo cardíaco.
Santiago González Monzón, que recientemente había cumplido 26 años nació en la localidad grancanaria de Gáldar y fue carpintero tallista hasta que perdió su trabajo a causa de su asistencia a los campeonatos de España de boxeo amateur celebrados en el año 1977. Después durante un par de años pasó a trabajar como vigilante jurado en una empresa tinerfeña de seguridad "Grupo 4" en donde también trabajaba en las oficinas su novia hasta que se produjo el fatal accidente. Intervino en 38 combates como amateur, de las que ganó diecisiete peleas, hizo siete combates nulos y sufrió catorce derrotas, algunas de ellas bastante duras, como la que le enfrentó a Nino Jiménez con el que perdió por abandono en el quinto asalto y sufrió una fuerte paliza tras derribarlo en cuatro ocasiones y que según se dijo entonces- fue meses antes- le pudo haber dejado secuelas aunque pasé sin ningún tipo de problemas los posteriores reconocimientos médicos. Como profesional, tuvo un brillante y prometedor comienzo, con catorce peleas invicto y se tomaba muy en serio la practica del boxeo. El boxeador almeriense García Requena, que en todo momento siguió de cerca la evolución de su rival y compañero durante su estancia en el hospital, precisó durante un cierto tiempo tratamiento médico para superar el duro trance que lo tocó vivir y unas semanas más tarde completamente abatido anunció su intención de abandonar definitivamente el boxeo profesional.
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