El Mesón Gitano, el barrio andalusí de Almería que pronto volverá a ser recorrido

Almería

El Ayuntamiento ultima el proyecto para abrir este museo que encierra el origen de la ciudad. Solicita a Cultura la selección de piezas de entre los siglos XII y XIII halladas, y el alta como colección museográfica

El edificio del Mesón Gitano encierra el barrio andalusí descubierto en las excavaciones junto a la Alcazaba de Almería.
El edificio del Mesón Gitano encierra el barrio andalusí descubierto en las excavaciones junto a la Alcazaba de Almería. / Javier Alonso

Cómo construían sus casas, cuál era la forma de vida, de qué utensilios disponían para conseguir agua o cocinar, y hasta cómo se entretenían los antepasados almerienses que, durante los siglos XI al XIII, ocuparon el poblado andalusí descubierto a los pies de la Alcazaba. Tenían agujas, jugaban al ajedrez, tocaban el tambor y disponían de canalizaciones de agua en estas únicas casas cueva de aquella época que, pronto, a los contemporáneos se nos será descubiertas en el interior del llamado, por ahora, Mesón Gitano.

Como si de las muñecas matrioskas se tratara, esta edificación, que se encuentra en las faldas de la Alcazaba, encierra una historia dentro de otra. Para aquellos que las desconozcan, el Mesón Gitano es el nombre que se le dio a un entramado de 12 cuevas sobre una superficie de unos 500 metros cuadrados en su conjunto, situadas bajo el principal monumento de la provincia.

La antigua hospedería

Propiedad de la ciudad, en la década de los sesenta, el Ayuntamiento las sacó a concesión y fueron transformadas, en 1965, en un pintoresco hotel con 35 alojamientos independientes y 80 camas, piscina, terraza para fiestas y un restaurante. Al más puro estilo tradicional almeriense, se convertía en aquel entonces en un exitoso espacio cultural y social, del rústico más glamuroso, por el que pasaron personalidades del mundo de la política, cultura y las artes de la época, como Manuel Fraga o Pío Cabanillas, junto a grandes estrellas del cine de la talla de Sean Connery, Charlton Heston, Yul Brinner, Brigitte Bardó o Stephen Boyd, hasta que, a comienzos de los años 80, los continuos saqueos desembocaron en el cierre y desaparición de aquel Mesón.

Tras años de progresivo deterioro, el Ayuntamiento rescató esta concesión con la idea de rehabilitar las cuevas y aprovechar ese legado de cine como atractivo turístico. Su transformación en un pequeño zoco y negocios de hostelería, así como un centro social en una nueva edificación (conocida también como Mesón Gitano), fue una de las 27 actuaciones incluidas en el Plan Urban, unos fondos europeos que permitieron iniciar las obras que, al tratarse de una zona, la del conjunto monumental, protegida, obligaban a la realización de estudios arqueológicos previos. Y he aquí la sorpresa. Porque podría decirse que la Bardó tuvo sus amoríos –como cuentan– con Stephen Boyd sobre el que pudo ser el primer barrio que daría a lugar a la ciudad de Almería.

El hallazgo que cambió el rumbo del proyecto

Cuando en 2014 los arqueólogos se adentraban en el Mesón Gitano con un primer sondeo esperaban encontrar restos de relevancia, pero no de tal envergadura como para revolucionar el mapa de la Almería antigua. ‘Hurgaron’ en el subsuelo con 42 sondeos arqueológicos, más de 100.000 metros cuadrados de extensión excavados y analizados al milímetro, resurgiendo de esa capa de tierra que lo enterraba el poblado andalusí.

Las obras del Mesón Gitano, el proyecto cuyo origen era dotar a la ciudad de un centro social en un enclave privilegiado aprovechando las cuevas de aquel viejo hotel, se han convertido en una verdadera mina arqueológica, hasta el punto de que la recuperación de las cuevas (hoy tapiadas y a la espera de que salgan a concurso para la apertura de negocios), quedara relegada a un segundo plano para centrarse la actuación municipal, con un mayor esfuerzo inversor que el barajado inicialmente, en esa mina de historia.

La concejal Ana Martínez Labella, durante la presentación del proyecto museográfico
La concejal Ana Martínez Labella, durante la presentación del proyecto museográfico

Bautizo

Se busca nuevo nombre al Mesón para no confundir el museo con el antiguo hotel

“Es un hallazgo importantísimo, que se va a suponer un nuevo atractivo para la capital”, expone Ana Martínez Labella, concejal de Urbanismo y actual responsable de esta actuación, que espera que este tesoro pueda ser contemplado por los visitantes el primer trimestre del próximo año.

De cumplirse este nueva fecha, será cuando el público asistente podrá conocer de cerca esta ocupación de la época califal, de casitas excavadas en la roca con silos de almacenamiento de frutos, cereales o leguminosas, tanto individuales como otros de mayor capacidad que probablemente fueran, de manera figurativa, los supermercados de aquel momento.

Explican los arqueólogos que se trata de una ocupación como zona de hábitat desde el siglo XI hasta mediados del siglo XIII, cuando el asentamiento fue abandonado. Los restos que serán visibles pertenecen la mayoría al periodo almohade, con una cronología entre los siglos XII y XIII. Es un conjunto completo de viviendas, zonas comunes, calles y adarves, un yacimiento único en España, por su extensión y nivel de conservación -hay alzados de hasta dos metros de altura y alacenas en perfectas condiciones-, y también por una peculiaridad que lo hace singular y diferente a los yacimientos de Los Guajares en Granada, y Siyasa en Murcia. Son las primeras viviendas de esta época con cuevas, lo que conduce a los investigadores como Belén Alemán, Rocío Díaz, Jerónimo Santos y Nicolás Suárez, a pensar que el poblado era una zona de almacenamiento y extracción de agua para el propio suministro de la Alcazaba.

El nuevo edificio del Mesón, que pronto perderá este nombre para no inducir a confusiones con las citadas cuevas de hospedería, está completamente finalizado y encierra tras una cristalera este barrio andalusí. Fuera de su ámbito quedan restos hallados del tardorromano, que fueron debidamente documentados y protegidos a la espera de nuevas investigaciones, otra cajita matrioska que queda por abrir.

La exhibición de los restos del poblado andalusí se completará con más de un centenar de piezas seleccionadas entre las encontradas, unas de 600 cajas, que forman parte del proyecto museográfico sobre el que se lleva meses trabajando. Es la última fase para proceder a la inauguración del museo. “No se llamará Mesón Gitano, porque no identifica lo que los visitantes encontrón en su interior e induce a errores, por lo que hemos pedido sugerencias para rebautizar el espacio con un nombre con el que rápidamente los turistas lo identifiquen”, anuncia Martínez Labella.

La edil ya ha dirigido un escrito solicitando a la Delegación Provincial de Cultura, que custodia las piezas halladas, la entrega de la colección seleccionada y la obtención de la autorización necesaria para la puesta en uso del edificio y el alta como colección museográfica.

Antigua cerámica con un barco y su marinero pintado
Antigua cerámica con un barco y su marinero pintado
Las cañarías de barro empleadas en este barrio andalusí
Las cañarías de barro empleadas en este barrio andalusí

Los visitantes podrán apreciar en expositores utensilios de la vida cotidiana del siglo XI, fragmentos de jarras, tinajas, marmitas (olla), anafres (hornillo de barro) o hasta una probable rudimentaria aguja empleada por los antepasados para coser.

Otras piezas están relacionadas con la propia construcción de este conjunto de casas, como atanores, (las cañerías de barro cocido empleadas en la época taifa), capiteles y basas o elementos de cerrajería, así como fragmentos de azulejos que sirvieron para decorar los hogares. La colección la completan los ratos de ocio y tiempo libre, entre cuyas piezas de este apartado destaca una curiosa reliquia. Una figurita cilíndrica que los arqueólogos identifican con una de las piezas del juego del ajedrez, que, aun sin almenas talladas, identifican con la torre.

Como atractivo añadido, el todavía llamado Mesón Gitano dará oportunidad de exponer al público la monedas de oro del siglo XII, encontradas en excavaciones anteriores junto a la Alcazaba y guardadas en la caja fuerte de un banco desde hace años.

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