Mercado Central de Abastos (II)
crónicasdesdelaciudad
Emblemática. La Plaza, erigida sobre huertas de la familia Orozco, es, con el coso taurino y estación de Ferrocarril, el máximo exponente capitalino de la novedosa arquitectura del hierro
En el primer capítulo dedicado al Mercado Central, la entrañable Plaza de toda la vida, deslicé una errata. Pecado venial (las erratas, no los errores, dixit Gómez de la Serna) que suele martirizar a sus autores: en lugar de Café Andújar debía decir "Cafés Ortega-Andújar". Subsanado. En aquella relación de negocios establecidos en casas de doble y triple altura -casi todas en lamentable estado de conservación-, quedaban pendientes (además de los bares Monterrey, Me Gusta, Centro-Plaza, Tienda de Tés, Joyería Díaz o complementos Vivaluna) los café-bar Habibi y Barea, adosados ambos a la fachada posterior del monumental edificio que inexplicablemente carece de protección específica municipal o de catalogación como Bien de Interés Cultural. El Habibi lo abrió Fernando Chacón en 1963 y su oferta (chocolate, churros y tapas a mediodía) es todo un referente mañanero; encarado al emblemático bar Puerto Rico, de Manuel Luque, en el demolido inmueble donde Obispo Orberá hacía chaflán con García Alix, propiedad de Cruz Roja. El actual Barea (antes Mogambo) hunde sus raíces en la Tía Joaquina y El Cucharicas, tío-abuelo del cantaor José Sorroche. Una modesta barraca de madera reformada y gerenciada durante lustros por Pepe, tal como se detalla en su biografía personal y profesional escrita por Luis García Yepes.
BARRACAS Y MARQUESINAS
Al igual que ocurre con el binomio Plaza Vieja/Ayuntamiento, al caer la tarde, domingos y festivos, el Mercado y su entorno se sumergen en el letargo y la atonía. Siempre ha sido así, pero urgen iniciativas (no sé cuales) que le hagan recuperar el tono vital y lo incorporen (exterior e interior) a la oferta lúdica, turística y gastronómica capitalina aprovechando su privilegiado emplazamiento, belleza arquitectónica y valor histórico. En otras ciudades se hace. En el proyecto original (1892) Trinidad Cuartara ya consideraba su circunvalación como apéndice indisociable del Mercado a construir:
Es lo cierto que este proyecto reviste tanta importancia y tal carácter público que debiera considerarse, en concepto del que suscribe, como parte integrante del mercado mismo por ser su complemento natural y lógico, toda vez que el ornato público de las calles exteriores ha de estar en relación con dicho edificio…
La anchura de la calzada descubierta sería de 7 metros, igual a la altura de las viviendas previstas, con escalinata a calle Reyes Católicos (hoy de Juan Leal, fundador del bar Quinto Toro): Pero sin el porvenir se creyera conveniente o necesario ampliar al Mercado, la superficie de la misma se podrá cubrir con armadura de cristal en todo o en parte.
Decididas las cuatro puertas, el arquitecto previno asimismo el aprovechamiento del espacio exterior: "(…) Y los compartimentos o portales que se construyan habrán de destinarse a los mismos usos de expenderías o tiendas que por ser de índole especial no pueden tener cabida dentro del Mercado". No se instalaron inmediatamente, pero al quedarse pequeño, el plenario de 18-I-1910 debió abordar el problema planteado. Amén de la propuesta de sendas sucursales en las plazas Pavía y Béjar (Barrio Alto), sacaron a subasta la confección de 20 marquesinas, coincidente con la remodelación (movimiento de tierras, pavimento y encintado) de Obispo Orberá, lo que obligó a "quitar de allí los puestos que tantos pobres tienen establecidos". Casetas en las que reubicaron la venta al menudeo de quincalla, caracoles, macetas y flores, latonería o recoveo (huevos, gallinas, pavos), respetando las ventanas que daban luz y ventilaban a la Alhóndiga de la planta sótano.
Desconozco el tiempo que permanecieron, pero en la guerra ya no estaban. En los años sesenta volvieron a levantar la persiana antes de su desaparición definitiva. Curiosamente, el arquitecto Langle Rubio, encargado de su mantenimiento, abogaba por mantener dichas barracas adosadas al exterior ya que proporcionaban mayor ¿consistencia? a la cimentación. Antes de su jubilación en 1965, el también arquitecto municipal Juan Díaz, entonces un joven que comenzaba su andadura profesional, lo convenció de la necesidad de eliminarlas ya que nada aportaban a la seguridad de la construcción pero sí afeaban el conjunto arquitectónico.
RAMBLA DEL OBISPO
Al fallecer en 1886 el obispo José Mª Orberá Carrión, el Ayuntamiento acordó dedicarle la antigua rambla de Hileros o Pescadores, mientras que la República honró al novelista Blasco Ibáñez. Debidamente alineada y encauzada tras la trágica riada de septiembre de 1891, comunica la Puerta de Purchena y el barrio surgido en el margen opuesto de la hoy Avda. García Lorca. Por aquí se accedía antaño a las entrañas de la Alhóndiga, almacén distribuidor de cuantas hortalizas, frutas y verduras de la Vega se mercadeaban en la planta superior. Con asentadores (mayoristas) del prestigio de los hermanos Manuel y Antonio Férriz, Paco Sáez, Córdoba, Miras o Ruano. Y feudo de populares y esforzados descargadores: León de la Loma, Habichuela, Santos, El Inglés y saga de los Cairo, quienes simultaneaban el oficio de mozo con la venta de melones de Rambla Morales y como varilargueros en el coso de la Avda. de Vílches. Actualmente, su subsuelo lo ocupa un espacioso aparcamiento conectado a la tradicional Plaza.
Colindante al sólido palacio de Diputación Provincial, merece la pena recordar -superponiendo épocas y en relación resumida- distintos lugares públicos o privados que jalonaron tan populosa vía:
l Casa de Socorro (traída de la calle Murcia)
l Parador del Príncipe
lOrganización Nacional de Ciegos; trasladada a plaza Marín con sus bombos para la rifa de Los Iguales
lComisaría de Policía
lGobierno Civil (esquina a Javier Sanz); último bastión de resistencia frente al alzamiento militar rebelde en julio del 36
lTeatro Apolo
lConvento-colegio de la Compañía de María
lObra Sindical de Educación y Descanso, titular de la rondalla y grupos de teatro y Coros y Danzas, bajo la batuta del guitarrista José Richoly
lColegio Oficial de Veterinarios
lRedacción y talleres de La Voz Médica, La Unión y Rebelión
lFonda El Sur de España, de Rafael Usero
lPensión La Giralda (hoy Bodega Aranda)
lBar Ortega
lCasa Blanes, establecimiento de ultramarinos fundado en 1932
l Electrodomésticos Verdejo
Salvo el Apolo, Compañía de María y Blanes, desaparecieron al tiempo que abandonó el asfalto la parada de coches de caballos y sus áurigas titulares: Faba, Pepe Muriana, Mateo, El Tito, Antonio el Barberillo, Juan el de Tabernas o Higinio, quien tuvo el honor de mostrarle la ciudad -a bordo de su reluciente "simón"- al entonces príncipe Juan Carlos, siendo este guardiamarina en el "Juan Sebastián Elcano". Puestos a certificar defunciones, no podemos omitir a la popular Plaza del Pescao, levantada en 1948 en el solar del Parador Plaza, de José Mateo (y antes aún almacén frutero de Vicente Ríos), cordón umbilical y prolongación del Mercado Central, actual Escuela ¿Municipal? de Música
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