Medio centenar de cetreros piden un coto provincial para aves rapaces
En Almería el vuelo está prohibido y las multas son continuas · Antonio Miralles es un claro ejemplo de enamorado de su trabajo, enseña naturalismo y medio ambiente de feria en feria medieval
Antonio Miralles es un amante de la cetrería que lleva diez años trabajando con las aves rapaces en Almería. Habitualmente suele participar en los mercados medievales que se instalan en la provincia, como el que recientemente albergaba El Parador. En su zona se agolpaban los ciudadanos, atraídos por las diferentes aves que exhibía. Especialmente los niños se acercaban a él para conocer detalles de un arte milenario y que siglos atrás era de gran importancia.
"Aquí tengo un halcón sacre que lo usan mucho los árabes para cazar perdiz y paloma; este búho real es de gran porte y se pueden cazar conejos, aunque en Andalucia la caza nocturna esta prohibida. Las aguilas harris macho y hembra, como estas, vienen de Sudamérica, y la lechuza común no se usa para la caza sino para mascota o exhibición", explica detallando las aves que alberga en su puesto, añadiendo que "sobre todo se sensibiliza mucho a los niños que salen de aquí con unos valores ambientales que ya les impiden hacen daño a un ave rapaz. Les hago demostraciones de vuelo y les hablo de las aves. Esto es una pequeña muestra de la cetrería, porque es un arte muy amplio. Soy monitor de educación ambiental y naturalista".
Tradicionalmente los cazadores de escopeta y los cetreros están enfrentados, una situación que Miralles considera absurda porque "la cetrería es una caza muy sostenible, ya que las aves contribuyen a limpiar el campo. Los cazadores dicen que dejamos el coto sin conejos pero están muy equivocados. Es al contrario, las aves rapaces contribuyen a fortalecer la especie que atacan, porque solo cazan las piezas que están débiles o enfermas". Las aves rapaces tienen un proceso de adiestramiento y asentamiento parq eu sigan las instrucciones del cetrero o no se pongan nerviosas en público. "Hay que tenerlas quietas en el puño, y en el momento oportuno se lanzan contra su presa, pero no hay seguridad de caza, porque se trata de un uno contra uno. Esto no son balas. Nosotros cuando cazamos una pieza nos vamos a casa, porque no es caza masiva, no somos como los escopeteros, que van con cuatro o cinco conejos al cinto. Yo antes cazaba con escopeta y lo dejé".
Antonio Mitralles defiende a ultranza la cetrería porque "nosotros somos muy selectivos en la caza. Me gustaría que los cazadores de escopeta nos respetaran más a nosotros, aunque afortunadamente las relaciones han mejorado". Sin embargo el principal problema con que se enfrentan los amantes y criadores de aves rapaces es la falta de un lugar adecuado donde poder entrenar y dejar que vuelen sus hermosos ejemplares. "Aquí en Almeria no tenemos ni un coto de cetrería, no nos ayudan mucho las autoridades. No podemos entrenarnos en los sitios libres tampoco. En Murcia sin embargo se pueden volar y entrenar las aves en libertad, pero aquí no. Aquí vuelas un pájaro y según la ley estás cazando, y donde encuentras coto, si te ve el Seprona te multa. Había antes un coto por la zona de Berja pero no creo que siga activo. En la provincia habrá medio centenar de cetreros y se ha formado la sociedad cetrera Alcazaba en la capital, a la que pertenezco. Estamos hablando con la administración para conseguir un coto, porque ya está bien, lo pasamos muy mal sin poder volar las aves. Estuvimos yendo al Toyo y un agente medioambinetal nos echó, y de Vegacañada nos echó el Seprona. Así es imposible trabajar, porque desconocen absolutamente este arte", se queja Miralles.
Antonio vive en un cortijo en Huércal y suele volar allí a sus aves. En España todas las aves proceden de cría en cautividad, ya que del campo no se puede tocar ningún ave al estar prohibido totalmente.
Además en el campo quedan ya pocas por la acción de los tendidos eléctricos, las escopetas, etc. La cetrería es cara. Un ave normal cuesta un mínimo de 500 euros, cifra a la que hay que añadir el mantenimiento y el utillaje necesario, como los guantes para los brazos o las caperuzas para los animales, siendo necesario un gasto inicial nunca inferior a los 800 euros.
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