Listín Médico (V) Dr. Aráez Pacheco

Reconocimiento. Medalla del Mérito en el Trabajo, de la Cruz Roja española y de Prusia, Cruz de Beneficencia, Hijo Adoptivo de Almería, calle a su nombre… Un historial harto envidiable

En el Casino, rodeado de la familia.
En el Casino, rodeado de la familia.

HASTA la temprana prejubilación, mi relación con la llamada "clase médica" fue diaria. Delegado comercial (en la tarjeta de visita indicaba "científico", cosas del marketing) de una multinacional farmacéutica suiza, el área de trabajo incluía Melilla, Murcia, Granada y la propia Almería. Ello me llevó a conocer en profundidad no solo su geografía sino, lo más importante, a un extenso listado de médicos. Su faceta humana, vivencias y sucedidos darían para escribir un libro. De entre ellos recuerdo con cariño a D. Rafael Aráez Pacheco, al que profesionalmente frecuenté en sus últimos años de ejercicio y que ahora protagoniza el relato sabatino. Extremeño de origen, pero almeriense por los cuatro costados, además de amable y caballeroso, era el abuelo y bisabuelo de Esteban y Alfonso Viciana, y amistad obliga. Ellos me han aportado la parte humana de su biografía intensa y prolongada, no en vano falleció ya nonagenario.

SAGA FAMILIAR

El árbol genealógico del apellido Aráez reúne en sus frondosas ramas almerienses un ingente número de respetables paisanos, mujeres y nombres; aunque el patronímico original ha ido diluyéndose en sucesivas generaciones. Lo inició el alicantino Hermenegildo Aráez Ferrando, funcionario de Hacienda destinado a la capital en calidad de administrador de Aduanas a comienzos del pasado siglo. Residiendo en Gijón cayó enfermo y regresó al calor del hogar donde (abril, 1909) murió con solo 55 años. Un caso aislado ya que en la familia es frecuente alcanzar la senectud. Cuando el óbito, dejó viuda (Elisa Pacheco Nieves) y siete hijos: Elisa, Rafael, Faustino, Manuela, Mercedes, Hermenegildo y José. Rafael, primer varón, nació el 24 de marzo de 1882 en Valencia de Alcántara, pueblo cacereño en que al parecer su madre poseía fincas. Los tres hermanos estudiaron bachiller en el Instituto de 2ª Enseñanza, hoy Escuela de Artes. Ejercieron la abogacía o siguieron la profesión del padre en distintos destinos.

ESTUDIOS

A poco de llegar a Almería, Rafael marchó a la Universidad Central de Madrid donde en 1905 obtuvo la licenciatura en Medicina y Cirugía. En enero del año siguiente recibió el título acreditativo, dándose de alta (01/06/1907) en el Colegio Oficial de Médicos con el nº 5 de antigüedad y del que sería secretario en el trienio 1919/21. Seguidamente publicó su primer artículo en el boletín colegial, premiado en los Juegos Florales de la Feria agosteña anterior, y abrió consulta en su domicilio de calle Gerona (esquina Real), a las que seguirían otras dos en el Paseo y una cuarta en General Segura. En 1908 asiste como médico a la Casa de Socorro (calle Murcia) y en el curso siguiente, tras reñido concurso, alcanza la plaza de Beneficencia Municipal que atiende a La Cañada de San Urbano; en la plantilla consistorial continuó hasta 1921, siendo durante una década presidente de la Asociación de Funcionarios. A continuación opositó a la Beneficencia Provincial, superando a la trinca aspirante. Es en este destino del Hospital Provincial donde Rafael Aráez -decano del centro muchos años- desarrolla toda su sapiencia y dedicación al enfermo, primero como médico generalista y después de oftalmólogo titular. Su actividad viene jalonada por la participación en situaciones sanitarias críticas: repatriados de la guerra de Melilla de 1921 (Hospital de Sangre, en la rambla de Maromeros), epidemia de cólera, variólica o la terrible de gripe de 1918, en la capital y comisionado a Sorbas, en condiciones asistenciales caóticas y carente de medios: pocos medicamentos básicos, desinfectantes y un mortero de mármol para elaborar fórmulas magistrales. De regreso a la capital se hizo cargo del Distrito 3º, en "La Obrera", casa de socorro en plaza Pavía. Su abnegado trabajo aquí y el posterior con los enfermos del conflicto del Rif lo hizo acreedor a la Cruz de Beneficencia de 1ª clase; insignia costeada por el Ayuntamiento tras aprobarse en pleno. Aquellos recursos precarios se repitieron en los centros gratuitos antitracomatosos que abrió en barrios de la capital, pioneros en España y de los que se hizo eco la OMS.

Después de doctorarse con brillante calificación en Madrid (junio, 1913) siendo alumno interno del Hospital de la Princesa, estudió la especialidad de Oftalmología con el doctor Barraquer, Mansilla, Castresana, etc. en el Instituto Oftálmico Nacional (cabe la anécdota de que fue ayudante del príncipe de Baviera, cirujano personal y primo del Káiser de Alemania); diplomándose a renglón seguido en la Facultad de Medicina de la Sorbona. La elección de "médico de la vista" no era gratuita. Obedecía al profundo amor que sentía por su madre: con poco más de 30 años, Dª Elisa quedó ciega a consecuencia de una infección y accidente doméstico y ya su única obsesión fue la de que recobrara la luz. De enero de 1922 data una muy comentada intervención: junto al doctor Gómez Campana, en el quirófano del Hospital extrajo (enucleación) un ojo al comandante Carlos Berdugo, tras intentar suicidarse después de asesinar a su esposa, la actriz Concha Robles (y al niño Manuel Aguilar) durante una representación de esta en el teatro Cervantes.

PERFIL HUMANO

De luto por la muerte reciente del padre, su boda con Jorgina López López tuvo lugar en la intimidad de la casa de ella (calle Hospital nº 1), el 20 de febrero de 1910. Poco duró la felicidad de los desposados ya que falleció -en Fiñana- en julio de 1926, dejando tres huérfanas: Jorgina, Carmen y Elisa, que aún vive. Rafael no volvería a contraer matrimonio, volcándose por completo en sus pacientes y la familia. Aún su bisnieto Alfonso recuerda que ya muy mayor, después de atender a la consulta y la tertulia del Casino, cada noche pasaba a darle a él y sus hermanos un beso antes de irse a la cama. Amigo de la conversación reposada, sentía enorme afición a los toros, con abono en el coso de Vílches y asiduo a la feria de San Isidro madrileña. De su intensa participación social da cuenta la presidencia o secretarías de, que sepamos, la Sociedad del Tiro Nacional, Casino Cultural, Asociación de Cultura Musical o de la Filarmónica Almeriense.

Ferviente monárquico, asistió a la boda de Alfonso XIII. Posiblemente la militancia en Acción Popular aceleró su depuración de Diputación Provincial y la detención en el Astoy Mendi, barco-prisión republicano, atracado en el Puerto. Se cuenta que ahí curó a un oficial del buque herido de bala en una mano (fortuito o intencionado) y de que este, al saber de su condición de médico, lo liberó (y con toda seguridad libró del "paseo de la muerte"), permitiendo su reincorporación al Hospital; donde le sorprendió el bombardeo de la escuadra alemana en mayo de 1937 (lo relata Alfonso Viciana en "Almería. Cinco historias necesarias"). Con 93 años, el 14 de mayo de 1975 falleció ("senectud") en su domicilio de General Tamayo. Antes, en la sesión plenaria del Ayuntamiento de 11/11/1974 le otorgó por unanimidad el título de Hijo Adoptivo de la Ciudad y ordenó rotular una calle céntrica con su nombre.

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