Lamento de Saetas (V): Hombres y mujeres que las propiciaron
las crónicas de la ciudad
lEn la prensa previa a la guerra se omite sistemáticamente la filiación de los saeteros
Eres más bonita Virgen
que la nieve en el barranco
que la rosa en el rosal,
que el lirio blanco en el campo
¡Virgen de la Soledad!
INDEPENDIENTE de los nombres citados en el capítulo anterior, es obligado añadir un abigarrado elenco de hombres y mujeres, pioneros en el Arte que me motivaron, especialmente, a presentar esta ponencia a las III Jornadas de Religiosidad Popular (2001), organizadas con vocación de continuidad por el ya referido Instituto de Estudios Almerienses. Por orden cronológico y en relación no exhaustiva:
Francisco Jiménez Belmonte "Ciego de la Playa" (1864-1925): cantaor, guitarrista y trovero. Autor de las saetas que interpretaba y proveedor de letras a sus menesterosos compañeros. El costumbrista Bernardo Martín del Rey lo localiza a la puerta de Los Perdones catedralicia, alternando con Enriqueta la Salve; vecina de la calle Elvira y al parecer dedicada -como cínica y eufemística señalan- a la "profesión más antigua del mundo") la tarde/noche del viernes Santo. Sería en las procesiones del Entierro y Soledad, ya que el Ciego falleció en 1925. Habitante con su mujer e hijos en la plaza Lugarico (actual Masnóu; donde abundaban las casas "non sanctas"), de él cuentan que su voz lanzada al viento al pie de la torre-campanario de Portocarrero se escuchaba con nitidez a lo largo y ancho de La Almedina. Contemporáneo a ellos fue Enrique el Puro, personaje peculiar, asistente, como soldado raso, del general Primo de Rivera; experto conocedor de los cantes autóctonos e informante de estos a Pepe Marchena. No me constan en cambio que cantase saetas José Sánchez "El Marmolista, ¡el mejor cantador del sistema de Almería! en palabras de Fernando el de Triana… Con permiso muchas décadas después, apostillo, de Pepe Sorroche.
En los pasados años treinta y cuarenta, Nieves Martínez Telares -hija, hermana y tía de buenos aficionados de la Cañada de San Urbano- causaba admiración cuando engalanada con su mantilla española se dirigía a cristos y vírgenes desde balcones del Paseo. Pepe el Pintao, empleado en una tasca de la Circunvalación del Mercado; el célebre Juan Montoya "Cataollas", experto restaurador de loza doméstica en su cuchitril de plaza San Sebastián y, por último, Antonio el Mediaolla, camarero en la Granja Balear y encargado de un bar en Plaza Romero. Al lado de donde encerraba su coche de caballos el áuriga Muriana, buen catador asimismo de fandangos y tarantos.
FIESTAS SIN HILOS
Descubrid vuestras cabezas
y doblad vuestras rodillas,
que viene triste y llorosa
la Virgen de los Servitas
(Narciso Díaz de Escovar)
Asiduos de la Semana de Pasión fueron los participantes en el programa semanal radiofónico "Fiesta sin Hilos". Celebrado en el teatro Apolo y Cervantes e impulsado por la Obra Sindical de Educación y Descanso: Alfonso Navas, Niño de Regiones, Saetos I y II, Mariano Viudez y Niño de la Alhóndiga. Ricardo López Aguilar, brigada armero destinado en el Regimiento Nápoles nº 24; sevillano de nacimiento, almeriense de adopción y pariente de Manolo Caracol y del Maestro Quiroga, es uno más de los acrisolados flamencos que se prodigaron desde un velador del café Español, en el Paseo. A Rafael Téllez y Rafael Castro se les recuerda igualmente por sus buenas maneras.
Resumo los más sobresalientes de la provincia que frecuentaron la capital:
Andrés Ruíz "El Garruchero"; el bacareño José el Chirrín, Rafael Reche, de Terque, y Antonio Sánchez Guerrero "Niño de Canjáyar", que "por propia iniciativa se desplazó a nuestra ciudad (1951) en cumplimiento de una promesa; dedicando a las veneradas Imágenes una poesía y saetas plenas de sentimiento y muy emotivas". Más cercano en el tiempo y vecino del barrio de Pescadería, un hombre santo y seña en la segunda mitad de la pasada centuria: José Gómez Belmonte (1938-1988). Intuitivo, poderoso, trágico en su expresión vital. Pepe se nos marchó, tristemente, antes de tiempo...
En la actualidad el abanico se amplía considerablemente. Nucleados alrededor de la Muestra del Morato o contratados en localidades de la provincia y fuera de ella. Sus nombres son suficientemente conocidos por los aficionados, razón por la que omitimos el nutrido listado de mujeres y hombres; evitando de paso olvidos imperdonables. Jóvenes y mayores que, propiciados por la fuerza centrífuga que ha desplazado parte del protagonismo a los barrios, acuden a las puertas de los templos en las salidas procesionales de Los Molinos, Zapillo, Piedras Redondas, Araceli, Los Ángeles, Oliveros, Regiones, Plaza de Toros, Ciudad Jardín o san Roque. donde ofrendan lo mejor de sí mismos en las plácidas noches de la semana pasionista almeriense. Artífices generosos de la jubilosa manifestación de religiosidad popular inequívocamente andaluza que embriaga los sentidos de miles de almerienses y visitantes desde las vísperas del domingo de Ramos al viernes Santo.
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