Fuente de los Peces de Perceval: un robo en grado, tonto, de tentativa
Almería
Orgulloso arte almeriense. Jesús de Perceval idea la fuente en el año 1953, que por su tamaño necesita de más colaboración para llevar a cabo el proyecto, hecho que años después traerá cola.
Almería/Almería 1950. Entre el final de la calle Real y nuestro puerto secuestrado, hay un pequeño caserío originario de los tiempos en que la zona había dejado de ser puerta y muralla del mar; en él sobresale un bar, el Miramar así llamado porque eso era lo que hace, además de suministrar desde su quiosco música para baile; cutre y decadente, no es adorno para la unión del Parque Viejo con el Nuevo. La zona merece realce y en ello se empeña el alcalde Pérez Manzuco, quien encarga a Jesús de Perceval la realización del proyecto monumental que la dignifique. Descartado el obelisco, se decidió el artista por una fuente inspirada en la de la Fama que para Madrid había hecho Pedro de Ribera en 1732: un gran vaso del que emergen peces y columnas…
El proyecto, presentado por el artista en 1953, aunque de inmediato es delineado en planta y alzado por el área de Arquitectura, no va a ponerse en ejecución hasta 1955. Su envergadura obliga a Perceval a repartir la labra: en el cercano solar de la Cárcel Vieja de la calle Real, las piezas de gran tamaño y en su estudio de Padre Olivares las piezas menores; tras más de dos años de trabajo, a finales de 1957 se da por concluída una obra que dota a Almería de su primera fuente monumental: la "Redonda" y "de los Peces" por la forma, y por el fondo "de Perceval" en honor de su padre notorio.
Y así andaba con orgullo de hija cuando con el centenario de Guillermo Langle se celebraron actos y exposiciones, una de ellas en 2008 en el Colegio de Arquitectos en la que me encontré con un dibujo de la Fuente de los Peces, desorientado, como en corral ajeno, sin saber por qué le habían hecho hijo del arquitecto… ante el organizador presenté mi indignación escrita; tal vez conocedor de mi parentesco con el artista y estimando por ello mi aclaración interesada -que lo era: por él, por su obra y también por la verdad- no me dio respuesta alguna y me quedé con las ganas de saber la razón por la que personas preparadas responsables de la muestra y otros actos, permitieron la atribución al arquitecto de una obra que de principio a fin, proyecto y realización, era de Perceval.
Una autoría que jamás Langle se atribuyó, sino todo lo contrario, nunca fue discutida por él ni por nadie... pero pasadas dos décadas de que Perceval se tornara moro muerto le llegó la lanzada de la misma mano cobarde pero habilidosa que comenzó a tejer los hilos de esta mentira que repetida con insistencia goebbeliana trató, y trata, de hacerse verdad llegando aún a valerse de la manipulación demostrable de documento oficial. Un fraude que pasó desapercibido para los mantenedores de aquellas jornadas de exaltación de la obra del arquitecto contra la que nada tengo sino al contrario, pero sí contra la atribución que de la fuente de los Peces le hicieron los comisarios de aquella exposición, con la colaboración necesaria del colegio de Arquitectos, historiadores y gran parte de comunicadores que fueron engordando una bola que no hubiera llegado a obesa de haber sido ellos cautelosos y acudido al testimonio y al documento cierto.
De haber venido a mí, no por lo que soy sino por lo que sé, les hubiera demostrado de palabra y documento, como la fuente de los Peces es obra total de Perceval. Y de parecerles yo "parcial", recurrir a testigos conocedores de la gestación y nacimiento de la Fuente desde dentro del ayuntamiento como Lucas López, en su día mano derecha del alcalde o Abelardo Navarro Campra jefe del negociado de arquitectura, todavía feliz entre nosotros; o haber recurrido a la mera comparación de la Fuente con otra obra circular de Langle: el Quiosco de la Música que hubo en la plaza de la Leche, tan futurista, nada que ver con la obra barroca de Perceval con los mismos peces de fantasía que acababa de tallar en el trono de la Patrona… Pero ni a comparanzas, testigos ni documentos la sometieron y esta ligereza creó la duda sobre la autoría indiscutible de una obra de Perceval que fue robada para regalar a un Langle que jamás la habría aceptado.
Aportador generoso de Indalo, arte e inquietud a Almería, Jesús de Perceval no merecía esta ruindad: a los pocos que en ella colaboraron desde la maldad que se vayan al guano, a los que lo hicieron sin advertirla les ruego que rectifiquen ante el ayuntamiento al que confundieron y me acompañen en la petición de que, sin necesidad de legalidades, retire de la plaza el mazacote colocado en 2011 fruto de la injusta decisión cobardosalomónica que siempre en los casos de polémica incómoda toma el juez vago; el pergamino sobre feo es mentiroso cuando viene a decir que la Fuente está "hecha por Perceval con la colaboración de Langle" y se queda tan pancho: de darse por válido este criterio peregrino, en todas las placas de las obras realizadas en Almería entre 1925 y 1965, pongamos por caso, por Antonio Góngora se tendría que consignar: "en colaboración con Langle" por el hecho de ser este el arquitecto municipal que, supervisor técnico de todas las obras, dueño era solo de las suyas. Que son muchas y que Dios las conserve.
Y aquellos polvos de ninguneo trajeron estos lodos: hace unos días apareció en prensa la restauración, plausible, de la fuente de los Peces y se decía ser obra de "Juan Pérez de Perceval" una bajeza más de aquellos que además de obra quieren robarle su nombre en el Arte a "Jesús de Perceval", fingidos ignorantes de que un artista se llama como quiere, no como le dicta el registro civil; y solo los maldosos como ellos le cambian la identidad con el ánimo de borrarlo; lo próximo será llamarle "Juan Pérez", luego "Juanico" para que acabe siendo "Nada"... Pero a estos envidiosos que dirían "Diego Rodríguez" al pintor Velázquez de haber sido este almeriense, me dedicaré otro día; hoy solo me he querido ceñir al tiempo en que a un Jesús de Perceval, al que creían dormido, le trataron de arrebatar su fuente del Parque. Un robo en grado, tonto, de tentativa.
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