Inventario de campanas (VII)

Secuencia. Ocho son las campanas de la torre catedralicia, en dos niveles. Cumpliendo un programa computarizado repican, voltean y dan las horas con electro-martillos exteriores

Inventario de campanas (VII)
Inventario de campanas (VII)

Ya no tengo quien me libre,

más que las tristes campanas.

En muriéndome esta noche

me entierran por la mañana

ELa copla -anónima y popular- fue escuchada, recogida y publicada por D. Emilio Castelar a finales del XIX tras una visita a la provincia de Almería, concretamente en el camino a Dalías, llave de entrada a La Alpujarra. Es un desvalido mozo quien la canta y dada su métrica de cuatro versos octosílabos, lo haría al aire de malagueñas o tarantas. He creído apropiado traerla aquí en atención a las fúnebres onomásticas de estos días. Pero de nuevo debemos ascender los 107 escalones que llevan del piso enlosado de la plaza Catedral a la atalaya de su torre sonora.

Fruto del rastrear archivístico en dependencias eclesiásticas, el poeta del Régimen y funcionario municipal, Bernardo Martín del Rey, editó unas notas sobre el primitivo conjunto de campanas del que dispuso la seo almeriense; inéditas y merecedoras a mi juicio de recuperarse por su interés histórico-temático. Las resumo con apostillas. La primera se remonta nada menos que a 1509, dos décadas después de la incorporación de Almería a la Corona de Castilla y de que la diócesis urcitana fuese erigida por los RR.CC. atendiendo a la Bula del papa Inocencio VIII. En esa fecha era "sede vacante" ya que cabe recordar la ausencia física de los tres iniciales obispos preconizados por Roma; los cuales optaron por no venir a tomar posesión: Juan de Ortega, Francisco de Sosa y Juan González de Parra. El franciscano Diego Fernández de Villalán fue el cuarto nominado y primero en residir en la ciudad. El acta del deán y canónigos de comienzos del siglo XVI ya apunta a la existencia de una industria provincial capaz para la fundición en bronce y de los ímprobos esfuerzos que supondría el acarrear e izar a considerable altura un peso aproximado de 500 kgr:

PRIMERAS ACTAS

"Que el Mayordomo de la Fábrica (tesorería del Cabildo catedralicio), el Racionero Martín Hernando de Murillo, mande bajar una campana de la torre (se refiere a la catedral-mezquita de la Almedina) que tiene un agujero y la venda para las Iglesias nuevas de esta ciudad (Santiago, San Pedro, San Juan, San Sebastián), por peso y a razón de cómo costó; y que se suba otra campana que está al pie de dicha torre, pesa de 10 a 11 quintales. Y que se le ponga su guía y sus cordeles para su servicio".

Proseguía Martín del Rey divulgando añejas noticias de aquella Almería conventual y levítica, hoy ciertamente impensables por arcaicas y harto superadas en el tiempo. Tal como el ritual reglado e irrenunciable del Clero a los toques según la festividad: (Purísima Concepción): Que se den treinta campanadas con la gorda y mediana y repique general solemne al salir de la Iglesia Su Divina Magestad; y que continúe el repique hasta que regrese al Sagrario. O en función del horario litúrgico: Que el campanero, apenas claree el día, toque las tres invocaciones del Ángelus y también a la puesta del sol. En otro momento las actas se ocupan del traslado de aquellos viejos esquilones de un lugar a otro: Que (1545) la campana grande de la ermita de San Juan (Alcazaba) se traiga a la Catedral (vieja) y se coloque en la torre o alminar antiguo. Y (1687): Que el Mayordomo general de las Iglesias está conforme con que la campana que está en la Iglesia de San Lázaro (hospital o lazareto de leprosos en el Llano de Pescadería), se de a la iglesia de San Roque.

CENTURIA DECIMONÓNICA

El propio Martín hacen constar la llegada en junio de 1802, procedente de Lisboa (naturalmente en barco), del nuncio en Portugal monseñor Bartolomé Pacca Córdoba y Malespina, acompañado de un reducido cortejo. Durante su estancia hasta el día 14, en el que reembarcó para la capital lusa, estuvo hospedado a mesa y mantel en el convento de Santo Domingo y bendijo tres campanas que habían de colocarse en la torre de la Catedral y a las que les pusieron los nombres de María de la Encarnación, San Bartolomé y San Gabriel Arcángel.

Décadas después una de estas se inutilizó y fue cambiada por otra que había en los almacenes del Estado (en la propia iglesia catedral), procedente de conventos desamortizados. No fue la única que por deficiencias en su fundición dejó de prestar servicio. Así, en julio de 1886, se incorporaron dos nuevas costeadas por el Cabildo, de diez y siete arrobas respectivamente (aviso a los internautas despistados: estas arrobas son ajenas a la dirección del correo electrónico. Equivalentes a 11,502 kgr.) Tanto la Purísima Concepción como la San José superaron en calidad a las rotas y obtuvieron el beneplácito del periodista: Nosotros, que vivimos próximos al templo, hemos observado que estas campanas suenan mejor que las antiguas.

POSGUERRA

Y CATÁLOGO

Entre las pérdidas del patrimonio catedralicio en el periodo bélico 1936/39, figuran nueve de las doce campanas que sumaba la torre, desmontadas para su reutilización armamentista. El nuevo régimen surgido del golpe militar se propuso que la restauración de las iglesias fuese, a ser posible, "hecha por artistas e industrias locales". La primera se fundió en diciembre de 1940 por Talleres Oliveros y bendijo con el título de "Santa María". Sin embargo, por razones que desconozco, las cuatro siguientes -de escasa calidad-, elaboradas en Villanueva de la Serena (Badajoz) por el especialista Fernando Villanueva Sáenz, llegaron a Almería en agosto 1942 y fueron izadas a la torre: San Juan, San Indalecio, Sagrado Corazón de Jesús y Santa Bárbara.

Con un coste de 24 mil euros, en 1995 el Cabildo procedió a la limpieza general y restauración del campanario -dividido en dos niveles-, electrificación del conjunto e instalación de electro-martillos exteriores. En 2007 el Gremi de Campaners Valencians actualizó un exhaustivo informe técnico. Tras la pertinente introducción histórica, se extiende en consideraciones; advirtiendo que "la actual instalación mecánica impide los toques manuales y no reproduce los toques ni los ritmos tradicionales". Los toques mecánicos están limitados al volteo de tres de ellas y al repique eléctrico de otras cuatro. Sus pesos oscilan de 109 a 1765 kgr. y gozan de inscripciones y epigrafías (guirnalda, inri, cordones, cruz, jarrón con azucenas, escudo capitular) en sus cuerpos de bronce. En la espadaña campean dos, la que da los "cuartos" y la de las horas en punto. Veamos ambas:

- Santo Arcángel San Rafael, ruega por nosotros. Fundida en 1781 por José Corona

- Santa María del Mar y San José, rogad por nosotros. Mismo fundidor, en 1765

En el piso inferior de la torre se ubican las ya citadas Santa María, San Juan San Indalecio, Sagrado Corazón y Santa Bárbara (las de Villanueva Sáenz llevan la epigrafiado: Jesús Nazareno, Rey de los Judíos). Por último, la "gorda", de 1362 kgr. y autor desconocido, luce inscripción y grafismo más enrevesado y, en parte, ilegible. Los autores de la ficha técnica la traducen así: "Huid los enemigos. Vence el león de la tribu de Judá, de la estirpe de David. Aleluya".

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