Huércal-Overa indulta un toro de ensueño con El Cordobés en plenitud

Once orejas y cuatro rabos gracias a una presidencia excesivamente benévola. El toro "Ebanista", de diciembre del 2006 y marcado con el número 100 y el hierro de Luis Algarra, pasa a la historia

Benjamín H. Montanari/ Huércal Overa

17 de octubre 2011 - 01:00

GANADERÍA: Toros de Luis Algarra, bien presentados en su conjunto y de bueno e interesante juego en bravos. TOREROS: Manuel Díaz "El Cordobés", de blanco y oro. Dos orejas y rabo (1º) y dos orejas y rabo en el que indultó (4º); David Fandila "El Fandi", de azul marino y oro. Dos orejas y rabo (2º) y dos orejas (5º). Sergio Aguilar,de azul y oro. Dos orejas y rabo (3º) y una oreja (6º) INCIDENCIAS: Excelente la Banda de Música de Huércal Overa. Lleno de la plaza de 2.500 localidades. Estrena presidencia el torero local Carnicerito dejando mucho que desear su labor. Gran bronca por negar el indulto clamoroso. Lo hace con el pañuelo verde por carencia del reglamentario

Hay días que gracias a la fuerza del destino, o de las casualidades, se marcan en la memoria con un resplandor que hace sentir la vida con un palpitar ilusionante. Y es que disfrutar un día de toros en Huércal- Overa, año tras año, es cuestión que no desmerece. Porque en esta localidad del levante almeriense se tiene un sentir e idiosincrasia especial a la hora de ver toros. La magia de entender la lidia y llegar al fondo de las condiciones del toro y la forma de manifestarse el colectivo desde el tendido, con ese son y compás mágico de la sabiduría popular, provoca un interés mayúsculo por ir más allá de la soledad por lo que ocurre en el ruedo.

Y ese día, el de ayer, fue de grata compañía ya que nos unimos cuadrilla, por aquello de compartir vehículo y rica charla, Pilar Soriano, María Teresa Batlles, Marco Rubio y, por supuesto, Baltasar Gálvez como imprescindible para la memoria gráfica. Además, hubo la suerte de compartir mesa con el novísimo equipo de gobierno del consistorio, capitaneado por su alcalde Domingo Fernández, que nos dejaron un magnífico poso por sus ganas, interés, proyectos y apuesta por lo taurino, que falta hace desde las instituciones, con la firmeza de la voluntad política.

Plaza llena sin que nadie fuera "tifus" pues todo el mundo se retrató en el fielato de la taquilla. Buenos sones y compás de la banda de música de la localidad. Grata temperatura y luminosidad que resaltaba el albero y sus actuantes. Y un ganado, el de Luis Algarra, cuyos pupilos fueron regando el albero de bravura en distintas dosis y buena presencia.Y la cumbre en el cuarto de la tarde de nombre Ebanista que mereció el indulto por su incansable y bravo embestir que desarrollo gracias a que El Cordobés, esta vez sin concesiones a la galería, puso en práctica torería, buen hacer, profundidad, verdad y generosidad por enseñar todas las cualidades de lo que ha sido un derroche de bravura en la más amplia concepción que se conoce. Y la plaza fue feliz porque sentir a un toro así es la excepción. El campo tiene más simiente para la genética única, tesoro y patrimonio indiscutible, como es la de la bravura.

El Fandi se entregó en banderillas en el quinto y fue muy aplaudido por tal motivo. El resto de sus actuaciones hubo manifiesto de padecer "atoramiento" pues va a cerrar el año con ceca de ocho decenas de tardes en el esportón. Y eso pesa.

Sergio Aguilar es buen torero. Temple y buenas formas en su primero en capote y muleta con una limpieza de trazos y terrenos en el momento de provocar embestida digna de disfrutar. En el que cerraba tarde vacilaba en el momento de hace juego de muñeca para darle vuelo al engaño lo que provocaba que el trapo fuese muro por encontronazo. Y eso estropea a los toros.

Lo dicho, un día estupendo. Y dichoso yo que lo viví.

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