La mirada zurda
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Almería
Es, sin duda, uno de los proyectos más esperados, no solo por el tiempo transcurrido –once años ya desde que se resolviera el concurso de ideas-, sino por el especial enclave, limitado por las murallas de La Alcazaba y San Cristóbal, de sobrada riqueza paisajistica y patrimonial, –también en el subsuelo–, y memoria de esa Almería agrícola, que “habíamos estado usando de escombrera y aparcamiento”. En el primer trimestre de 2023, La Hoya será, por fin, un “gran atractivo social, turístico y cultural” mediante la puesta a disposición de la ciudadanía del parque ‘Jardines Mediterráneos’, el proyecto que ha podido presentar la concejal de Urbanismo e Infraestructuras, Ana Martínez Labella, junto a los arquitectos del estudio Kauh.
Juan Antonio Sánchez y Vicent Morales han desmenuzado la intervención que abarca una superficie de 42.600 metros cuadrados, sobre los que se invertirá nada menos que 3.666.321 millones de euros, la primera actuación de carácter público en La Hoya desde hace mil años, ya que sus transformaciones han venido de la mano de los usos privados como el agrícola.
Quien se espere un parque de césped natural rodeando un lago puede ir desterrando esta idea, porque el proyecto presentado se inspira en la máxima del respeto al entorno y al pasado, con elementos camuflados y lo más desapercibidos posible, cuya elección también ha estado determinada por las leyes patrimoniales que preservan tanto la imagen de las murallas, sin barreras visuales, los restos arqueológicos –no habrá construcciones como el centro de visitantes inicialmente previsto o el ascensor–, y las especies autóctonas, algunas de ellas protegidas, que serán recuperadas.
Son tres grandes limitaciones que los arquitectos han recogido como tres grandes oportunidades para resolver conflictos con este proyecto que mantiene el carácter de espacio continuo del Valle de la Hoya, con una mínima intervención y una máxima protección del subsuelo. No habrá redes de agua, sino que se recuperará el sistema de riego de acequias (aún quedan restos pero en mal estado, por lo que serán de nueva construcción). No habrá farolas, sino báculos en el suelo de color tierra camuflado, ni grandes árboles que entorpezcan la visibilidad de las murallas, aunque este parque tendrá zonas de sombra y estancia, junto a bancales a repoblar, situados en puntos estratégicos donde no entorpezcan la visión del conjunto de murallas y que los arqueólogos han marcado como libres de restos.
La vegetación para este parque, de naturaleza blanda y exento de asfalto -para la pavimentación de los caminos se utilizará terrizo estabilizado y pequeños adoquines de piedra caliza- está diseñada como un tapiz que cambiará de imagen en función de las estaciones y la pluviosidad. Se plantarán en total más de 21.000 unidades de herbáceas, arbustos y árboles, de más de un centenar de especies diferentes. En concreto, serán 122 los árboles, de mediana altura para no entorpecer la visión del conjunto patrimonial-, que generarán esa sombra necesaria con 63 unidades de bancos.
Replantación de chumberas con burros
Una de estas especies son las chumberas, que retornarán a la ladera de la muralla de La Alcazaba, siendo un elemento que da buena idea del "cariño" respetuoso que ha imperado en la confección de este proyecto. Para recuperar la típica estampa de las pencas -devoradas por la cochinilla del carmín- no de utilizarán medios mecánicos al uso, sino los burros de antaño para alcanzar los puntos de plantación.
La distribución de la vegetación está ideada para crear parterres de plantación con formas orgánicas circulares-ovoidales que, a su vez generan una red de caminos que permiten transitar en todas las direcciones y disfrutar de múltiples paseos alrededor de la vegetación, además de acoger, en la zona central, un espacio que permitirá la celebración de actividades culturales o zona de juegos, en el día a día, a modo de plazoleta
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