Habla un exsoldado, recuerdos de un Boina Verde paracaidista
Almería
Nacido en Almería el 18 de marzo de 1955, José Martínez Rodríguez estuvo en el Sáhara en la Marcha Verde y está orgulloso de haber servido a su país

Almería/El Caballero Legionario Paracaidista (CLP) José Martínez Rodríguez perteneció durante treinta y dos meses a la Brigada Paracaidista (BRIPAC) de la Legión Española. Este veterano paracaidista almeriense de 66 años, apodado "el Belga", fue exsoldado de la Primera Bandera de Infantería Paracaidista "Roger de Flor", una unidad aerotransportada del Ejército de Tierra Español, que está formada aproximadamente por unos 500 soldados. Se fue a hacer el servicio militar obligatorio con 19 años de edad y cuando le quedaban seis meses para finalizarlo (la mili duraba en aquella época un año), llegó a su compañía un sargento con una orden del Estado Mayor para ver quién quería hacer un curso manual donde él se inscribió sin dudarlo, firmando de esta manera con el Ejército unos veinte meses más. La Primera Bandera estaba designada en Alcalá de Henares (Madrid), en el Cuartel Príncipe-Lepanto, la Segunda Bandera en Canarias y la Tercera Bandera en Aaiún. En noviembre de 1975, con la inminente muerte de Franco, la Primera Bandera fue destinada como refuerzo a Aaiún, la ciudad más importante del Sáhara Occidental (África), para apoyar a la Tercera Bandera en oposición a la Marcha Verde, que fue la invasión marroquí de la provincia española del Sáhara, antiguamente conocida como Sáhara español. Él estuvo allí. Después de su trayectoria en el ejército, José trabajó como vigilante de seguridad durante 39 años, y como dato curioso, acompañado de una Magnum 36. Pero antes de ello intentó formarse como inspector de policía, aunque su familia no se lo permitió por miedo a que le ocurriese algo, ya que por aquel entonces ETA (Euskadi Ta Askatasuna) estaba atentando duramente contra el país. Pasó su infancia en Bélgica, donde había más libertad que en España, junto a sus padres y cuatro hermanos siendo el mayor de éstos. A los dieciséis años perdió a su madre (algo muy duro para él). Estudió dos años la carrera de Derecho Penal aunque la abandonó en 1974. Actualmente vive en Gádor, está casado con Antonia Cortés y tiene tres hijos, José, Francisco y Carmen. Es miembro de la Asociación de Veteranos Paracaidistas de Almería, de la que el alcalde de la capital, Ramón Fernández-Pacheco, es socio de honor.
-José usted como exsoldado de la Primera Bandera "Roger de Flor", ¿cuándo decidió que quería ser paracaidista? ¿De dónde le viene la afición a esta disciplina?
-En septiembre de 1974, por un primo mío que estuvo también en la BRIPAC en la Tercera Bandera. Hablé con mi tío que era capitán de la Guardia Civil y me fui como voluntario a la Brigada Paracaidista de la Legión Española de Almería. Hice el curso de paracaidismo completo y en enero de 1975 fui destinado a la Primera Bandera de Infantería Paracaidista "Roger de Flor” en Alcalá de Henares, Madrid.
-¿Me podría narrar cómo era un día a día en la BRIPAC?
-Yo pertenecía al curso 210 del Ejército de Tierra. Mi jornada diaria comenzaba a las 08:00 y terminaba a las 11:30 horas. Durante la semana por las mañanas realizaba ejercicios físicos, maniobras varias o instrucciones de armamento, luego me iba a la compañía para descansar y esperar al almuerzo (comía a las 14:00 horas). Por las tardes, a partir de las 19:00 horas, podía salir de paseo. Y las noches que el cuartelero me ponía guardia las hacía. Me gustaba jugar al fútbol con mis compañeros y los domingos iba a misa.
-Quisiera saber qué cargo desempeñó usted en la BRIPAC y qué más hizo allí.
-Ocupé el cargo de fusilero. Allí realicé el curso y las prácticas de supervivencia en las Compañías de Operaciones Especiales (COE). Pasé por diferentes fases de entrenamiento y formación que superé, para ganarme la deseada Boina Verde convirtiéndome así en un Boina Verde Español; al igual que otros compañeros que hicieron los cursos de plegador de paracaídas o de guía. Estuve saltando de camiones en marcha y como prueba de supervivencia permanecí una semana solo en el monte subsistiendo con los recursos que me proporcionaba la naturaleza, procurando mantener mis condiciones físicas y psíquicas en buen estado para continuar con vida.
-¿Qué significa para usted el tener el título de Caballero Legionario Paracaidista? ¿Cuándo, por qué y quién se lo otorgó?
-Siempre he sentido orgullo de haber servido a España y de tener el título de “Caballero Legionario Cazador Paracaidista” (tal y como aparece en el diploma), que me fue entregado por un capitán del ejército, de cuyo nombre no me acuerdo, en diciembre de 1974. En ese mismo acto también obtuve el Rokiski, un emblema de plata que lucía con satisfacción en mi uniforme por estar en posesión del título del curso de paracaidista. Además me hicieron entrega de 2.500 pesetas (15 euros), que por aquel entonces era una buena cantidad de dinero. Rubén, para que te hagas una idea de esto, la paga mensual que yo cobraba cuando me licencié era de 3.000 pesetas (18 euros).
-¿La broma más pesada que le han hecho haciendo el servicio en Alcalá de Henares? ¿Y una anécdota graciosa?
-Por ejemplo, la broma que me gastaron mis compañeros, una noche, cuando tomábamos unas cervezas en un bar de copas. Me presentaron a una transexual haciéndome creer que era una mujer. Ligué con ella y subimos a una habitación, pero cuando yo vi aquello, lo que tenía entre las piernas, salí huyendo del lugar. Al bajar las escaleras me encontré a mis cuatro amigos esperándome y partiéndose de la risa. Ahora lo cuento y me hace gracia. (Nos reímos). Otra anécdota para recordar. En una guardia íbamos un cabo primero y yo en un Jeep con destino a la prisión militar de Alcalá de Henares. Llevábamos comida a los presos y en el camino se cruzó una muchacha con minifalda. La realidad es que mi compañero me retó a tocarle el culo. Y yo ni corto ni perezoso se lo toqué, pero tuve la mala suerte que me pilló un sereno y me multó con 500 pesetas (3 euros), que era todo lo que tenía para final de mes.
-Rememore su vivencia en el Sáhara Occidental en el despliegue de oposición a la Marcha Verde de noviembre de 1975. Cuénteme algo sobre usted y cómo recuerda aquella misión.
-Estuve un mes en el Sáhara patrullando las calles y haciendo guardias. Los moros (personas del norte de África) estaban en conflicto entre ellos y el rey Hassan II veía su trono amenazado por una crisis grave interna. Para desviar la atención de esto, éste se propuso a sí mismo a echar a las tropas españolas de aquel lugar. Franco estaba enfermo y fue hospitalizado, y el monarca marroquí se sentía apoyado por los Estados Unidos (EE. UU.). Ante esta situación el Gobierno español abandonó en 1976 la provincia del Sáhara. Mi experiencia allí fue realmente horrible ya que, siempre tenía que estar en retaguardia por temor a lo que me pudiera pasar. Los marroquíes se revelaron y los tiroteos al aire eran continuos. Al estar en una zona en conflicto me sentía nervioso y no podía dormir tranquilo.
-¿Cómo recuerda los primeros saltos en paracaídas, sus primeras impresiones? ¿Y cuántos saltos ha realizado?
-El día del primer salto ni me enteré, supe que había saltado cuando ya estaba en el suelo (sonríe). Al saltar siempre se pasa un poquito de miedo por si pudiera ocurrir algo en algún momento, aunque yo siempre saltaba con alegría y emoción. Hice un total de 125 saltos con la BRIPAC.
-¿Cuáles han sido los saltos que recuerda con más cariño?
-En el 76 hice un salto paracaidista de 4.500 metros desde un Caribou en vuelo, en modo manual (caída libre), cayendo a unos 240 km por hora. Sin duda, el salto más especial que hice en mi vida. Esto fue en Alcalá de Henares. También salté desde el Junkers Ju 52, un avión que tenía la Escuela Militar de Paracaidismo "Méndez Parada" donde me formé como paracaidista para entrar en la brigada. Este avión fue utilizado por los alemanes como bombardero en la Segunda Guerra Mundial y comprado posteriormente a Alemania por el Ejército del Aire Español.
-¿A sus 66 años, aún salta?
-¡No, Rubén! ¡No me dejan saltar! Mi cardióloga me lo impidió hace unos años. Y ella junto a mi médica de familia me hicieron un certificado como que no podía saltar más en paracaídas, ya que sufrí tres infartos; pero también por los muelles que tengo puestos en el corazón. Cuando sales al aire en paracaídas te emocionas y en las condiciones que me encuentro peligraría mi salud.
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