Guillermo Téllez, de Almería. Hijo adoptivo, y brillante, de Toledo

Almería

Hijo desconocido de Almería. Breve apunte de un destacado artista toledano que fue adoptado por la provincia llegando a ser profesor de la Escuela de Artes y Oficios

Guillermo Téllez
Guillermo Téllez
José Luis Ruz Márquez

22 de enero 2023 - 08:00

Almería/Me contaba Pepe Sánchez-Beato Pastrana, hijo predilecto de Toledo, que siendo él estudiante recibió, con otros muchos, clases particulares de un hombre curioso y divertido que puesta la tarea salía a deambular por la casa, tiempo que los alumnos aprovechaban para el olisqueo con el que un día dieron con una postal almeriense en la que le escribían sobre el cortijo familiar y aquel dato proporcionado por la indiscreción les sirvió para embromar al profe:

-No sabíamos, don Guillermo, que era usted un señorito de gran cortijo andaluz.

-Sí, sí… y ¿sabéis lo que ocurrió con el gran cortijo? Que un día lo pusimos encima de la mesa de camilla, como una tarta, y lo partimos en cuatro trozos…

Una ironía con la que don Guillermo Téllez González, que así se llamaba el profesor,

dejaba claro que sabía distinguir entre el cortijo almeriense y el de la Andalucía cierta, el que saltea, machadiano, su infinito Campo, campo, campo, /

y sobre los olivos, / los cortijos blancos

nada que ver con los de una Almería en la que él había venido al mundo en 1896.

Retrato de Guillermo Téllez
Retrato de Guillermo Téllez

Bachiller por nuestro Instituto, ya colaborador del periódico La Independencia, en junio de 1919 es maestro de Alcaudique, en Berja, presto a opositar y lo hizo y ya en 1925 le tenemos de profesor de Pedagogía en la Normal de Toledo, año en que fue alumno tardío pero distinguido de la Escuela de Artes y Oficios de la que luego sería su profesor de Concepto e Historia del Arte como profesor de Todo fue en el Instituto.

Socio de la Real Toledana de Amigos del País, tuvo el honor, penoso, de ser su último Secretario, por la época en que ingresara como académico en la Real de Bellas Artes de Toledo para ocupar la medalla XIV con la que fue retratado por Manuel Romero Carrión, el fundador de la Bienal del Tajo, en un óleo que sirve de ilustración a este trabajo. Ingresó en aquella institución disertando sobre "El estilo mudéjar toledano" con un discurso que fue contestado por Emilio García Rodríguez y al que remito a cuantos quieran profundizar en la obra de nuestro ilustre hijo pródigo.

Don Fernando Jiménez de Gregorio -con el que tuve el honor de colaborar en la creación de no pocos escudos municipales toledanos- afirmaba que llegó Téllez a la pintura por el paisaje toledano, pero que le venía la afición de muy joven y que él recordaba haber visto un dibujo de juventud titulado algo así como un "río de Almería" en el que se extrañaba de no ver agua… que no sabía el ilustre historiador que no son Tajo todos los ríos y menos los nuestros a los que hay que regar en verano para que no levanten polvo. En el XV Salón de Otoño de Madrid en 1935 presentó cuatro óleos: tres de temática toledana y uno titulado "Parras de Alsodux"... que siempre fue su pintura un "recuerdo añorante" de su tierra almeriense, según se encargó de recordar en su discurso de ingreso como académico.

Además de al suyo, en el que nunca tuvo excesiva fe y confianza, dedicó Téllez tiempo, crítica y teoría al arte toledano en boletines y artículos: "Julio Pascual, El último gran rejero español», sin que pudiera faltar el tema de El Greco del que escribió con gran acierto: "El Greco en Santa Cruz de Mendoza", "Los fondos de El Greco", "Contemplación del Entierro del Señor de Orgaz" , "El Greco, triunfo en Toledo, fracaso en El Escorial", "La casa y la iglesia toledanas" o "El estilo mudéjar toledano", el ya citado discurso con el que entró en la Real Academia de Toledo. Y es que don Guillermo escribía -en una letra endiablada- de cualquier tema con la única condición de que fuera toledano: «Tópicos sobre Toledo», "Toledo es así"...

Calle en la que vivió Guillermo Téllez en Almería
Calle en la que vivió Guillermo Téllez en Almería

Y con el estudio del arte de su vocación, el de la pedagogía de su profesión, dando a la imprenta el "Valor del Quijote en la educación" y "El analfabetismo y sus causas", ensayo sobre las circunstancias que lo motivaron a través de un repaso que arranca en la reconquista y trata lo árabe y lo judio… Si este pluriempleo en arte, investigación y docencia pudiera indicar ingresos, nada más lejos de la realidad; el dinero era un serio problema para él que tenía la manía de pedir a los alumnos que le trajeran papel usado, estraza y cartón, para con ellos hacer fichas y cuadernos en todo un canto a la ecología… y a la economía, que siempre andaba hablando de lo poco que ganaba, de cómo la mitad del sueldo lo gastaba en libros y la otra en comer, para concluir con una reflexión: «Al principio das dinero por dar clase, luego das clases sin que te den dinero, después te dan dinero por dar clase y por último das dinero por no dar clase».

En el instituto, en el hermoso palacio neoclásico que el cardenal Lorenzana erigió para Universidad, estuvo impartiendo clases de Todo durante toda la vida; desde Latín a Historia pasando por Literatura, aunque sólo era licenciado en Pedagogía. Y las clases las impartía con la originalidad de sus demás actividades, invitaba a pasar a clase aI alumno reacio con la misma cita casi torera que se le haría a un carnero: ¡Topa! ¡Topa!...

No sé cómo gestionaba nuestro hombre eso que llaman estado civil; a lo más que he llegado a saber es que casado estuvo pues suegra tenía en la Almería de los años treinta donde quizás vivieron también sus hijos si es que los hubo. El caso es que vivió con la soledad y esto, unido al cansancio de sus últimos años de docencia le volvieron un poquito anárquico, desordenado y quisquilloso aunque con gracia: la guerra "juliana* decía que tenía declarada a los tres "Julios" distinguidos de la cultura en el Toledo del siglo XX: Julio San Román, Julio Porres y Julia Méndez… Con esta iba caminando un día de 1972, hasta que se despidieron en la esquina de la calle del Instituto con la suya de las Tendillas; entró en el portal del número 4, el de su casa, y allí cayó muerto, solo como había vivido. Sobre la mesa de camilla, como su cortijo, quedó la tarta de la vida de un hombre que sin dejar de ser almeriense había optado por ser hijo adoptivo, y brillante, de Toledo.

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