Expertos analizan el riesgo de tsunamis en Almería, ¿cómo debemos actuar ante uno?
catástrofes naturales
Hasta en tres ocasiones se han documentado estos fenómenos en la provincia
El Plan Estatal de Protección Civil ante el riesgo de maremotos establece un sistema de alerta y actuación
Un tsunami que se hubiera generado en el Mar de Alborán, en su mitad, tardaría menos de 15 minutos en alcanzar la costa de Marruecos. El cabo de las Tres Forcas sería el primer punto en el que tocaría tierra. Después, se desplazaría hasta Melilla, Granada, Almería y Málaga en poco más de 40 minutos.
En realidad, se trata de hipótesis basadas en estudios científicos, pero parte de la provincia de Almería ya ha sido asolada por tsunamis. El más conocido fue el de 1522. Se produjo a raíz de un gran terremoto con intensidad máxima VIII-IX que produjo la caída de la mayor parte de las casas de Almería y Ugijar (Granada) y unas 1.000 víctimas. Aunque algunos autores sitúan el epicentro en tierra, otros lo sitúan en el mar de Alborán. En todo caso, hay documentos que señalan la existencia de un tsunami asociado al terremoto, como el acta del 22 de septiembre del Cabildo eclesiástico de Almería donde se describe un gran terremoto con alusión a un tsunami: “...La ciudad se sumergió en su mayor parte, bajo las ondas del Mediterráneo.” y una talla en madera realizada en 1523 que ilustra el evento donde aparecen personas ahogándose, barcos hundiéndose y daños en las construcciones del muelle. Otros autores muestran evidencias de este tsunami en el registro sedimentario del Cabo de Gata en Almería.
Pero hubo más. El 9 de octubre de 1790, un terremoto al noroeste de Argelia, cerca de Orán, donde alcanzó intensidades de IX-X, provoca un tsunami que llega a las ciudades españolas de Almería y Cartagena.
Y el 13 de enero de 1804, otro terremoto en el mar de Alborán, cerca de la costa occidental de Almería, provoca intensidades de VIIVIII y parece que genera un pequeño tsunami que induce la retirada del mar en la costa cercana a Motril o a Adra.
Además, en las últimas fechas, estudios científicos han llegado a la conclusión de que la falla de Averroes del Alborán tiene más riesgo para generar tsunamis del que se creía. “Estas olas gigantes pueden representar una amenaza para las poblaciones costeras, dañar infraestructuras marinas y terrestres, y provocar una crisis económica y medioambiental. Estos resultados resultarán vitales para mejorar las medidas de planificación encaminadas a la mitigación del impacto de un posible tsunami”, explica el investigador del CSIC Ferran Estrada, del Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC).
Es por ello que Almería forma parte de los análisis frente a maremotos y entra de lleno en Plan Estatal de Protección Civil ante el riesgo de maremotos queha sido presentado en Almería por la Subdelegación del Gobierno en Almería, a través de la Dirección General de Protección Civil y Emergencia, y su Escuela Nacional de Protección Civil.
Este plan establece un sistema de alerta ante maremotos cuya finalidad es avisar, en el caso de la inminencia de dicha amenaza, a las autoridades de protección civil y servicios públicos de emergencia, así como a los ciudadanos que se hallen en lugares cercanos.
La primera Ley de Protección Civil, que tuvo lugar en 1985, sentó las bases para el desarrollo de una completa organización de esta política de seguridad pública. En 2015 se aprobó la vigente ley del Sistema Nacional de Protección Civil, llamada a organizar la protección de las personas, sus bienes, el medio ambiente y el patrimonio histórico-artístico y cultural en el horizonte de los próximos años, en los que habrá de consolidarse definitivamente el Mecanismo Europeo de Protección Civil.
El Plan Estatal de Protección Civil ante el riesgo de maremotos fue aprobado el 18 de mayo de 2021 y las Comunidades Autónomas deberán elaborar sus respectivos propios planes.
Los maremotos suponen en España un riesgo de baja probabilidad de ocurrencia, pero de alto impacto, por lo que su estudio –incluido el análisis de riesgos- forma parte esencial de la planificación de la respuesta que deba preverse, de acuerdo con los objetivos de la Unión Europea para el desarrollo de futuras capacidades que complementen las ya existentes en cada Estado miembro.
Fases de actuación
Los planes de última generación, como es el caso del plan de maremotos, incorporan un Comité Científico para poder gestionar las catástrofes partiendo de un análisis científico de las amenazas que las causan.
Prevención
Comprende el estudio y la adopción de las medidas necesarias para reducir los riesgos, con medidas como:
• Observar sistemáticamente los fenómenos potencialmente peligrosos, desarrollando sistemas de alerta temprana, como son la Red de Alerta Nacional y la Red Sísmica Nacional.
• Reducir la vulnerabilidad y la exposición al riesgo, por ejemplo, promoviendo un uso adecuado del suelo.
• Fomentar la cultura preventiva y la resiliencia de la sociedad, con acciones de información y formación, como son las desarrolladas por la Escuela Nacional de Protección Civil dirigidas a la formación de profesores y estudiantes de enseñanza primaria y secundaria.
Planificación
Es la organización previa de la respuesta a cada tipo de emergencia, estableciéndose los protocolos de actuación, los órganos de dirección y los medios movilizables, con la previsión de una respuesta integral.
La planificación de protección civil en España se realiza de acuerdo con los requisitos comunes a todos los planes establecidos en la Norma Básica de Protección Civil, que prevé la aprobación de Directrices Básicas de Planificación -la correspondiente al riesgo de maremotos fue aprobada por el Real Decreto 1053/2015, de 20 de noviembre- cuando son varias las Administraciones Públicas las que deben aprobar los planes sobre un riesgo determinado; con la finalidad de que todos ellos sean integrables y respondan a un modelo homogéneo.
Intervención
Es la fase que se desarrolla cuando se ha declarado una emergencia, comprendiendo, como primera medida, la constitución de los órganos de dirección de la misma y el despliegue de las unidades de intervención, así como la organización integral de las medidas de protección. Es la fase más conocida del ciclo de protección civil.
Recuperación
Se inicia en cuanto lo permite la fase de intervención, y consiste en el restablecimiento de la normalidad previa a la situación de emergencia, lo que normalmente implica acciones de ayuda económica y reposición de infraestructuras y servicios públicos.
Evaluación
Es la última fase del ciclo de las emergencias de protección civil, consiste en analizar críticamente el conjunto del proceso, para adaptar todas las fases anteriores a los conocimientos obtenidos de la gestión de cada situación de emergencia.
¿Qué podemos hacer ante el riesgo de maremotos?
La respuesta al riesgo de maremotos, como en la mayoría de los riesgos, no involucra sólo a las Administraciones Públicas, sino que todas las personas pueden –y deben- tener una participación activa para proveer de seguridad a sí mismos y a su entorno más inmediato. Es lo que se conoce como autoprotección, e incluye las siguientes medidas:
• Tener en cuenta a las personas más vulnerables (menores, mayores, personas con
necesidades especiales)
• Tener preparado un equipo de emergencia (agua, alimentos, radio, linterna, baterías,
medicamentos, documentos, etc.)
Pasos a seguir:
Antes de la emergencia:
- Informarse de si vivimos en una zona susceptible de ser afectada por maremoto
- Familiarizarse con las rutas de evacuación, las zonas de seguridad y los
- puntos de concentración establecidos por las autoridades municipales
- Actuar inmediatamente en caso de alerta
- Preparar un plan personal y familiar de evacuación
Durante la emergencia:
- Mantener la calma
- Alejarse de la costa, ríos y albuferas
- Aplicar el plan de evacuación, dirigiéndose a la zona segura más cercana
- Mantenerse informado por fuentes oficiales
- Seguir las indicaciones de las autoridades de Protección Civil
- Ayudar a las personas que lo necesiten
Después de la emergencia:
- Permanecer en la zona de seguridad hasta que las autoridades indiquen que es seguro el fin de la evacuación
- Comunicarse con familiares
- Informarse a través de fuentes oficiales
- Si la vivienda ha sufrido daños, no acceder a ella hasta que lo indique elequipo de evaluación de daños
Los objetivos del plan estatal: 7.000 kilómetros de costa bajo protección y estudio
La aprobación del I Plan Estatal de Maremotos tiene una enorme significación por la existencia en nuestro país de más de 7.000 km de costas marítimas, con varias zonas en las que el riesgo de maremotos aconseja adoptar las adecuadas medidas de prevención y respuesta.
El Plan llega, además, en un momento especialmente oportuno tras la declaración por Nacionales Unidas de la Década de los Océanos 2021-2030, y se enmarca en el decidido impulso del Gobierno al Sistema Nacional de Protección Civil. La aprobación de este plan representa la culminación de un largo proceso de análisis de la peligrosidad de los maremotos en las costas españolas, y constituye el punto de partida para que las Comunidades Autónomas y las Corporaciones Locales aprueben sus planes de actuación en este riesgo.
El Plan Estatal de Maremotos, por otra parte, es el primer plan especial elaborado tras la aprobación del Plan Estatal General de Emergencias (PLEGEM), que tuvo lugar el 15 de diciembre de 2020, en el que se integra y cuyo texto se incluye también en esta publicación.
El Plan Estatal de Maremotos tiene tres objetivos fundamentales: asegurar una respuesta eficaz en caso de que suceda un maremoto en cualquier lugar de las costas españolas que ocasione una emergencia de interés nacional; Organizar el apoyo y la asistencia de la Administración General del Estado a las Comunidades Autónomas en las emergencias de interés autonómico; Establecer un sistema de alerta ante maremotos, con la finalidad de avisar acerca de la inminencia de dicha amenaza a las autoridades de protección civil, así como a los ciudadanos que puedan verse afectados.
Uno de los órganos con mayor relevancia del Plan Estatal es el Comité Estatal de Coordinación y Dirección (CECOD), ya que es el órgano de integración y participación de las Administraciones Públicas y organismos implicados en la gestión de las emergencias, y tiene la función de coordinar las actuaciones de cada una de ellas, movilizando las capacidades operativas necesarias para la respuesta a la emergencia.
El CECOD queda definido en el PLEGEM y estará integrado por las personas titulares de la Subsecretaría del Interior y de la Dirección General de Protección Civil y Emergencias (DGPCE).
Para la implantación del Plan Estatal, es necesario priorizar una serie de tareas que se deben desarrollar, entre otras la realización de un plan de sensibilización ante el riesgo de maremotos, que incluya un plan de información a la población y medidas de
prevención; El diseño de un único sistema de señalización para las costas afectadas, consensuado con los órganos de Protección Civil autonómicos y locales, que se pueda utilizar por todos los municipios afectados; La elaboración de una guía técnica para las CCAA y entidades locales que les permita elaborar sus planes de Protección civil ante el riesgo de maremotos.
Un fenómeno que debe mantener la alerta ante sus consecuencias
Los tsunamis constituyen un fenómeno natural cuyo riesgo, a pesar de su infrecuencia en nuestras costas, nos mantiene alerta de sus posibles consecuencias. Precisamente, en los últimos años, hemos sido testigos de las consecuencias derivadas de devastadores tsunamis en diversas partes del mundo, que nos han sobrecogido: en 2004 en el océano Índico, en 2011 en Japón, e incluso más recientemente, en 2018, los ocurridos en la isla de Célebes y en el archipiélago de Krakatoa.
Justo unos pocos días atrás de redactar estas líneas la descomunal erupción del volcán Hunga Tonga, en el Pacífico Sur, produjo un tsunami que ha afectado a toda la costa del océano Pacífico. La ocurrencia de estos sucesos ha aumentado, también en España, la sensibilización de la población en torno a este fenómeno, pues con miles de kilómetros de costa, nuestro país está lógicamente afectado por este riesgo y, pese a no ser muy frecuente, no puede de ningún modo ser desdeñado, pues su impacto puede ser de gran magnitud. En el Instituto Geográfico Nacional (IGN), la responsabilidad de llevar a cabo la detección y caracterización de los terremotos que afectan a nuestro territorio nacional desde hace más de cien años se incrementa ante la consideración de este importante riesgo.
Durante todo este tiempo la Red Sísmica Nacional del IGN ha registrado infinidad de terremotos, muchos de ellos importantes, como también maremotos, que, aunque afortunadamente han sido moderados, junto con el estudio de nuestra sismicidad histórica, nos recuerdan los graves efectos que sobre nuestro país tuvo el tsunami originado por el terremoto de Lisboa de 1755.
Por ello, la preparación de este I Plan Estatal de Protección Civil ante el Riesgo de Maremotos es, sin duda, un importante hito con el que nuestro país se dota de herramientas para combatir este riesgo. Hito que se debe agradecer al tesón de la Dirección General de Protección Civil y Emergencias, con la satisfacción de la colaboración y compromiso que con la elaboración y desarrollo del Plan, ha mantenido y mantendrá el Instituto Geográfico Nacional a través de su Red Sísmica Nacional, como “el órgano encargado de detectar, valorar e informar, en primera instancia, aquellos fenómenos que, por sus características, pudieran producir maremotos”, misión para la que, en su seno, se ha creado el Centro Nacional de Alerta de Maremotos.
Junto a la costa de Almería hay tres mareógrafos de la red de alerta
En 2013 se aprobó la proposición no de Ley sobre la integración operativa de España en el ICG/NEAMTWS, en la que el Congreso de los Diputados insta al Gobierno a que encomiende al Instituto Geográfico Nacional (IGN) la implementación de una Red Nacional de Alerta de Tsunamis con la colaboración de la Dirección General de Protección Civil y Emergencias. Desde entonces, la Red Sísmica Nacional es el el órgano encargado de detectar, valorar e informar, en primera instancia, acerca de aquellos fenómenos que, por sus características, pudieran producir maremotos.
Hay dos tipos de alertas de tsunamis. En la primera la altura de la ola estimada es superior a 0,5 metros o 'run up' superior a un metro. Los efectos en la costa serían de inundación costera.
En la segunda alerta, la altura de la ola de tsunami se estima entre 0.5 metros y 0.2 metros o un 'run up' inferior a un metro. Sus efectos: corrientes, macareos, recesión, daños en puertas y pequeñas inundaciones en playas.
Además de estos dos niveles, se utilizan mensajes de información para avisar a los destinatarios de la ocurrencia de un gran terremoto en el área de interés, pero para el cual se estima que no existe amenaza de tsunami. En el momento en que la Red Sísmica Nacional detecta un terremoto, lo localiza (coordenadas del hipocentro o foco del terremoto y tiempo origen) y le asigna una magnitud; el sistema de alerta calcula y refina la alerta por tsunami por medio de varios procedimientos.
Para tener una estimación rápida del tsunami generado por un terremoto, se utiliza una base de datos que alberga los resultados de simulaciones numéricas precalculadas. En estas simulaciones se calcula la propagación de la ola y se guardan la altura de ola y el tiempo de llegada en un conjunto de puntos, llamados forecast points o puntos de pronóstico, distribuidos por la costa. Este proceso se repite para miles de fuentes sísmicas posibles almacenando todos los resultados en una base de datos. Cuando sucede un terremoto se elige la simulación más apropiada y se utilizan sus resultados como estimación de los efectos del terremoto ocurrido. El Instituto Geográfico Nacional dispone de varias bases de datos de escenarios precalculados.
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