Colin Arthur, un artista tras las películas de terror y ciencia ficción: "Almería me marcó"
Protagonista
Trabajó en los efectos especiales de filmes como '2001: Una odisea en el espacio', 'El resplandor' y 'Alien, el octavo pasajero', entre otras

Almería/El cine de los años 80 (y el fantástico especialmente) influyó poderosamente en la infancia de toda una generación. Niños y niñas de aquella época, entre los que me incluyo, disfrutamos de películas cargadas de efectos especiales y mundos imaginarios. Mediante decorados, superposición de imágenes, trucajes ópticos y técnicas mecánicas se lograba crear universos fantásticos e increíbles personajes de ficción. Y es que en esta etapa cinematográfica los efectos especiales eran muy distintos a los actuales. Uno de los encargados de diseñar estos escenarios y criaturas fue Colin Hart Arthur, un escultor y reputado especialista en maquillaje y efectos especiales del siglo XX, que aún permanece en activo después de 55 años. Discípulo de Stuart Freeborn (que fue su maestro en maquillaje y caracterización), de Ray Harryahusen (con quien aprendió a animar figuras mediante stop motion) y de Jim Henson (quien le desveló como construir y manipular títeres), incluye en su extensa filmografía títulos míticos como Una odisea en el Espacio (Stanley Kubrick, 1968), El abominable Dr. Phibes (Robert Fuest, 1971), El viaje fantástico de Simbad (Gordon Hessler, 1973), Las hijas de Drácula (José Ramón Larraz, 1974), Alien, el octavo pasajero (Ridley Scott, 1979), El resplandor (Stanley Kubrick, 1980), Furia de titanes (Desmond Davis, 1981), Conan, el bárbaro (John Milius, 1982), La historia interminable (Wolfgang Petersen, 1984), Las minas del rey Salomón (J. Lee Thompson, 1985) o El imperio del Sol (Steven Spielberg, 1987), que son grandes películas de la historia fundamental del cine. Colin Arthur nació en Guildford (Surrey, Inglaterra) en 1943, y tras una larga trayectoria en el cine, en 1990 establece su taller en Madrid, obteniendo ese mismo año el Premio Goya a los Mejores efectos especiales por su trabajo en La Grieta de Juan Piquer Simón. Desde entonces ha trabajado con Alejandro Amenábar en Abre los ojos (1997), Pedro Almodóvar en Hable con ella (2002) y Víctor Matellano en Wax (2014), Vampyres (2015), Parada en el infierno (Stop Over in Hell) (2016), Vampus Horror Tales (2020) y El Valle de Concavenator (2022). Actualmente vive de nuevo en Inglaterra. El pasado sábado 19 de noviembre estuvo con el director Víctor Matellano acompañándole en la proyección de su documental El Valle de Concavenator (una producción en la que él es uno de los protagonistas) en el Museo de Almería, que fue exhibido dentro de la veintiunava edición del Festival Internacional de Cine de Almería (FICAL). Y allí me presenté yo para retratarle con mi cámara fotográfica y entrevistarle para el Diario de Almería. Cabe decir que me llevé una grata sorpresa con él, ya que es una persona encantadora y totalmente humilde, muy risueña.
R. G. F.: En 1968 cuando conoció a Stanley Kubrick usted trabajaba en el Museo Madame Tussauds de Londres, el museo de cera más conocido del mundo. ¿Cómo accedió al museo y qué cargo desempeñó? ¿Y, cómo se produjo ese encuentro entre usted y Kubrick?
Colin: El bisnieto del dueño de Madame Tussauds, que se estaba jubilando, se encontraba buscando un ayudante para el jefe de taller, y el escultor Michael Rizello le sugirió mi nombre. Cuando llevaba trabajando unos dieciocho meses en el museo, llegó Stuart Freeborn, el jefe de maquillaje de 2001. Una odisea en el espacio, buscando gente que pudiese hacer moldes de vida, para crear los simios. Pero en el museo no se utilizaba esa técnica, se hacían esculturas. Y me fichó a mí para ser su ayudante, para esculpir los simios. El museo me cedió para ocho semanas, pero ya me quedé en el cine. Kubrick, al verme trabajando con Stuart, me dio la oportunidad de entrar en plató. Eso era un privilegio, no todo el mundo tenía acceso a él.
R. G. F.: Ha trabajado con Stanley Kubrick en dos ocasiones, en 2001. Una odisea en el Espacio y en El resplandor. ¿Fue Stanley Kubrick un director exigente con usted?
Colin: Mi relación con Kubrick era cordial, pero siempre muy respetuosa con él. Y ya lo creo que era exigente, buscaba la perfección.
R. G. F.: Por favor, explíqueme cómo hizo para que salieran los litros de sangre del ascensor del hotel Overlook en El Resplandor.
Colin: Sabiendo de mi experiencia con los filmes de terror, y en un período en que los tipos de negativo de películas iban cambiando, su sensibilidad, y por tanto el color, un día el jefe de efectos especiales de El resplandor me preguntó sobre cómo hacer la secuencia de la sangre, con muchos litros, unos veinticinco mil en total. Yo tenía una fórmula que había llamado Colin’s Claret, por el color burdeos, y una vez obtenido el cálculo de la cantidad de componentes químicos necesarios para mezclar la sangre, utilizamos un camión autobomba que sirvió como especie de presa de almacenamiento de esta, para luego expulsarla.
R. G. F.: En el largometraje Conan, el bárbaro usted se encargó de fabricar las criaturas en animatronic. ¿Me puede decir qué criaturas eran estas? ¿Y qué cosas más hizo en esta película?
Colin: Trabajé con la serpiente gigante, aquella que se enfrentó a Conan en la película. Recuerdo que hubo que hacer varios modelos de la misma, y pintarle la piel, especialmente el ojo, que reaccionaba al caerle el sudor del actor, Arnold Schwarzenegger. También me encargué del caldero con despojos de personas, o de la carnicería con restos humanos, que quedó tan fuerte e impactante, que lo iluminaron con luz roja. Después volví a trabajar con Arnold en El guerrero rojo (Richard Fleischer, 1985).
R. G. F.: ¿Cuál fue su cometido en la película fantástica y mitológica Furia de titanes?
Colin: Pues por ejemplo, me ocupé del maquillaje del morador de las ciénagas, Cálibos, así como del modelo completo del Kraken, para ser llevado por un submarinista, trabajando con él debajo del agua, o de la cabeza cortada de Medusa… Tuve mucho trabajo. Esculpía directamente en mi casa de Londres, y mi compañero y productor de la película Ray Harryhausen venía a ver mis creaciones de vez en cuando.
R. G. F.: Colaboró con Ridley Scott en Alien, el octavo pasajero, donde participó en la quema del androide Ash (Ian Holm) para la que usaron materiales como la fibra óptica. Dígame, ¿por qué se usó este material especialmente?
Colin: Los técnicos de Alien, el octavo pasajero estaban trabajando con la fibra óptica para las luces de la nave, por lo que se utilizó esta misma fibra para las terminaciones nerviosas de la cabeza del androide. No tenían claro cómo hacer sangre blanca, y se usó mi fórmula de sangre sin la pigmentación roja, jugando con titanio y materiales para dar consistencia. Después, para el momento de la incineración de Ash, utilizamos un cráneo que yo había fabricado para la desintegración de la cabeza de Drácula del filme de John Badham, que se rodaba al mismo tiempo.
R. G. F.: Diseñar las imágenes para luego pasarlas por un proceso de moldes... Todo esto debe ser muy laborioso. ¿Cuál es la criatura a la que ha dado vida con la que más ha disfrutado?
Colin: En un sentido, el maquillaje de Cálibos de Furia de titanes, es bastante completo, y en esa criatura se mezcla el trabajo de Ray con el mío. Cálibos viene a resultar una combinación de su stop motion con mis prótesis, y eso es muy interesante.
R. G. F.: Crecí con la película La historia interminable. Me encanta. Pienso que el atractivo de esta película se debe en gran parte a su variedad de personajes extraordinarios, muchos de los cuales son criaturas de la oscuridad, la suerte y el asombro. Fújur, el dragón blanco de la suerte; Caracol Veloz; Pyornkrachzark, el mordedor de rocas; o Gmork, el hombre lobo; son algunos de estos personajes que han sido creados con libertad por usted. Por favor, hábleme sobre su labor desempeñada en este largometraje.
Colin: Bueno… (risas). Se necesitarían días para narrar la historia tras La historia interminable, aquellos quince meses de trabajo, y un libro para contarlo. Yo sé que a la gente le gusta mucho el dragón, por ejemplo, pero yo estoy muy contento con cómo quedó la caracterización de los dos gnomos, Enguivuck y Urgl. El primer trabajo que hice en esta película fue el Caracol Veloz, siendo éste el que sentó las pautas de labor para construir el resto de las criaturas; cuando aún se hacía sin guión.
R. G. F.: La industria cinematográfica de Hollywood habla de un posible remake de La historia interminable. ¿Por qué cree que los efectos especiales de antes sorprendían más que los de ahora? ¿Se veían más reales?
Colin: Los efectos especiales son producto del tiempo en que se hace cada película, y como tal hay que tomarlos. Todo lo que haces en directo tiene más verdad. Lo que creas en el plató queda más real, el CGI no siempre imita bien la realidad. Lo ideal es combinar ambos métodos.
R. G. F.: Trabajó con el director español José Ramón Larraz en Las hijas de Drácula, una película de terror y erótica. ¿Le resultó incómodo trabajar con actores y actrices completamente desnudos y envueltos en sangre?
Colin: Con Larraz trabajé en esa película en Inglaterra, y años después en España en Al filo del hacha (José Ramón Larraz, 1988). Las actrices y el equipo eran muy profesionales y muy naturales, no hubo problemas en el rodaje. El terror está unido al erotismo en muchas películas. Cuando hice esa película no le di importancia, al igual que en mi quehacer en Horror en el Hospital (Antony Balch, 1973); por cierto, después he visto que a estas dos producciones se las considera clásicos. Tanto, que de Las hijas de Drácula hicimos un remake hace unos años, Vampyres (2015), con guión del propio Larraz, dirigido por Víctor Matellano, donde había aún más sangre y bastante desnudez.
R. G. F.: En 2016 usted se encargó de dirigir los efectos especiales de la película Parada en el infierno (Stop Over in Hell), un weird wéstern del madrileño Víctor Matellano que fue rodado en distintas localizaciones de España, incluyendo Almería. ¿Cómo afrontó los efectos especiales de la película? ¿Y qué recuerda de su rodaje?
Colin: Tuvimos mucho trabajo en esta película: ficticios de cabezas para ser voladas, de dedos que saltaban con los disparos, de orejas cortadas, de manos que eran machacadas con martillos, de cuerpos atropellados por las diligencias o los impactos en el decorado. Mamma mia! Fue un rodaje muy duro. Recuerdo bastante el infierno que Víctor pasó en este largo. Yo estaba incómodo, pienso ahora, con los problemas que hubo entre el protagonista y el resto de los actores, toda esa tensión, pero eso pasa a veces hasta en los rodajes de las películas de David Lean, lo he vivido.
R. G. F.: El libro Colin Arthur. Criaturas, maquillajes y efectos especiales, escrito por Víctor Matellano y publicado en 2013 por Ediciones Pigmalion dentro de su colección "Lumiere", propone un exhaustivo, apasionado y documentado recorrido por su trayectoria. ¿Cómo surgió la idea para esta publicación?
Colin: Había rodado con Víctor su primer largometraje, Wax en 2012, y me dijo que teníamos que contar en un libro todas mis aventuras (risas). Y eso es lo que hicimos, fue como un psicoanálisis para mí. Víctor y yo estamos muy unidos en lo personal y en lo profesional, mis últimos trabajos en películas y exposiciones artísticas han sido con él.
R. G. F.: ¿Cómo se sintió al recibir el Premio Goya a los Mejores efectos especiales por La Grieta?
Colin: Tengo entendido que los premios Goya ahora son más famosos que entonces. O yo no era tan consciente de su significado en aquel momento. Me ha pasado ahora con el Gran Premio Honorífico que me ha sido otorgado este año en el Festival de Sitges, que retrospectivamente veo la importancia con más claridad. Visto ahora, todo suma. Un placer. Y gracias a Juan Piquer.
R. G. F.: Cuénteme cómo ha sido su experiencia por su paso por el Festival Internacional de Cine de Almería (FICAL), justo el pasado fin de semana.
Colin: Ha sido un placer poder estar allí, y he comido muy bien (risas). El festival es una oportunidad para poder hablar con el público en cercanía, y con otros jóvenes profesionales. Además, visitar de nuevo Almería, después de tantos años sin hacerlo, está muy bien.
R. G. F.: ¿Cómo ha sido participar como uno de los protagonistas del documental El Valle de Concavenator?
Colin: Realmente yo no sabía qué estaba haciendo Víctor con este documental. En el rodaje no sabía en qué dirección iba a salir. Ha sido una sorpresa. Porque no me explicó nada, supongo que deliberadamente. Sólo me dijo: "háblame de dinosaurios, de dragones, de Ray Harryhausen,…". Y ahora me encuentro con una historia hilada con Pepelu, el paleontólogo. Cada frase suya lleva a una mía, o al revés. Es un ejemplo de montaje, y de la capacidad de un director de sacar partido a sus medios; completo y redondo.
R. G. F.: ¿Qué ha supuesto la provincia de Almería en la trayectoria de Colin Arthur?
Colin: Almería ha cambiado mucho desde que vine la última vez aquí, hace más de veinte años con Sexy Beast (Jonathan Glazer, 2000). Me sigue gustando mucho el edificio antiguo de la estación de tren. La primera vez que vine a Almería fue en 1972 con el rodaje de Charley, el tuerto, del director inglés Don Chaffey, y era mi primera ocasión en la que trabajé en España, fíjate si me marcó.
R. G. F.: Ya para acabar, cuénteme alguna anécdota graciosa de su profesión, seguro que hay cientos...
Colin: Rodando la segunda película de Simbad (Simbad y el ojo del tigre (Sam Wanamaker, 1977)) con Ray Harryhausen en Cabo de Gata (Almería), con el barco que atrezzó Eddie Fowley, fue muy divertido. Rodábamos con Peter Mayhew, y yo estaba escondido debajo de él, de forma que con un martillo golpeaba el suelo para mantener el ritmo con los ayudantes de efectos que portaban los remos de verdad, con el fin de que hubiese sincronía, en una postura imposible y muy incómoda (risas).
También te puede interesar
Lo último