Doce hombres reposan en el fondo del mar
El lado oscuro de Almería
El pasado viernes se cumplieron 48 años del naufragio del pesquero 'Bárbara y Jaime' a causa de un fuerte temporal que provocó olas de diez metros de altura
La angustiosa llamada de socorro procedente del equipo de radio del pesquero “Bárbara y Jaime” comenzó a recibirse en la sala de control de la Comandancia Militar de Marina de Almería a las 23,15 horas del 15 de febrero de 1971. El marinero de servicio en los equipos de radio transmisiones escucha repetidas veces una voz nerviosa de hombre pidiendo auxilio.
La voz a veces se entrecorta, quizás por el nerviosismo del interlocutor o por las propias interferencias. A borbotones va dando datos. Facilita la posición en la que se encuentra la embarcación desde donde está hablando solicitando dramáticamente ayuda, teme que el barco se vaya a pique por que están en medio de un enorme temporal.
La línea se corta súbitamente, pero el marinero ya sabe que está frente a una delicada situación. De inmediato el oficial de servicio intenta por todos los medios restablecer la comunicación con el “Bárbara y Jaime”. Solo obtiene el silencio por respuesta. Desde la comandancia militar de Marina se activan los mecanismos previstos ante casos de emergencia similares aunque son conscientes de que la noche es un mal aliado y poco o nada puede hacerse. Los partes meteorológicos informan sobre un aumento del viento de poniente en la zona donde se encuentra el pesquero.
Allí en alta mar, el temporal ha desatado toda su fuerza. El “Bárbara y Jaime” con doce tripulantes a bordo ya está a la deriva y sin control. Pese a que los tripulantes son avezados marineros se ven incapaces de poner la embarcación en rumbo. Las olas hubo momentos en que superaban los ocho y diez metros de altura.
El naufragio es inminente, aunque no se sabrá jamás cuantas horas estuvieron estos hombres luchando denodadamente contra la muerte que se les venía encima.
Las ordenes y consejos se transmiten con la máxima celeridad a través de la emisora costera de Cabo de Gata, aunque siempre sin respuestas. La emisora del “Bárbara y Jaime” ha enmudecido. El comandante militar de Marina, una vez que todos los medios humanos y técnicos están preparados ordena la salida desde el puerto de Almería de los buques de la Armada, “Poseidón” y “Eolo”.
Desde la emisora costera se pide colaboración a todas cuantas embarcaciones se encuentren navegando por las zonas entre Cabo de Gata y Garrucha. Los datos recibidos aseguran que el pesquero a punto de naufragar se encuentra frente a la costa de Mesa Roldan. La alerta ya está dada. La posición revelada indica que se encuentran aproximadamente a unas treinta millas entre Carboneras y Garrucha.
En el mar el viento alcanza hasta los ochenta kilómetros por hora. Las olas tienen a su merced al pesquero convertido en un frágil juguete. El temporal empeora por minutos y pese a que intentan retornar y buscar refugio en la costa el pesquero no consigue su objetivo. Los doce hombres van uno a uno cayendo extenuados.
Cuándo llegan los primeros barcos, solo quedan pequeños vestigios del pesquero. El mar se ha tragado la embarcación y sus hombres. Los trabajos de búsqueda son infructuosos. Una docena de pesqueros que habían salido desde el puerto de Garrucha para intentar auxiliarles se ven obligados a regresar a puerto después de navegar unas diez millas. El mal tiempo les impide seguir. No pueden navegar y el temporal hace zozobrar las embarcaciones.
Por aire, un avión del Servicio de Salvamento y Rescate con base en Palma de Mallorca se desplaza desde las Baleares en misión de reconocimiento de la zona sobrevolando un amplio radio de búsqueda entre Cabo de Gata y Garrucha. No se aprecian restos del pesquero.
Ante la remota posibilidad de que alguno de los tripulantes hubiese podido alcanzar la costa a nado, la Guardia Civil reforzó la vigilancia en todo el litoral del levante almeriense.
Trascendido el suceso, la barriada de Pescadería de donde eran originarios los pescadores desaparecidos se convirtió en un hervidero de personas. Durante las labores de socorro, los familiares se mantenían en perenne contacto en la comandancia Militar de Marina. Las horas pasaban y la desesperación hacía mella entre ese nutrido grupo de hombres, mujeres y niños difíciles de con solar. La sombra de la tragedia planeaba sobre las familias de los doce tripulantes desaparecidos. Todos temían lo peor, como desgraciadamente así ocurrió.
En la tragedia fallecieron, Manuel Ferrón Leyva de 47 años, patrón del pesquero, Rafael Martínez Agulló de 38 años de edad, técnico de pesca, Antonio Belmonte Haro de 45 años, segundo mecánico y los marineros Luis Orts Requena, de 38 años, José Francisco Fernández Fernández de 40 años, Salvador Roldan Martínez de 41 años, Manuel Paúl Grancha de 19 años, Francisco Martínez Fernández de 37 años, Francisco Gómez Alcaraz de 39 años, José Reyes Ruiz, 37 años, Salvador López López y Juan José Fernández Matarín de 23 años de edad.
El funeral por sus almas se celebró en la iglesia parroquial de San Roque el 3 de marzo de 1971 cuyos actos fueron presididos por el Almirante de Marina, Jesús Fontán.
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