Directores de cine (III): Luis Buñuel, el hombre que fue libre

Séptimo arte

Vanguardista y de buena familia, este calandés bien relacionado con grandes artistas como Dalí, fue uno de los grandes estandartes en el cine español y mejicano

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El director Luis Buñuel
El director Luis Buñuel / Diario De Almería

Almería/Intentar bucear en la vida y obra de un personaje como Luis Buñuel a través de diferentes testimonios, buscando las huellas de su figura contradictoria es una tarea bastante ardua. Desde muy temprana edad (8 años) fue cuando Buñuel descubrió por primera vez el cine en un local llamado “Farrucini”, denominación ya enigmática, misteriosa y embaucadora, como el propio cine buñueliano, que logró hipnotizarnos. Es un cine profundo, verdadero, difícil de igualar. Y es que, quizá, el maestro de Calanda estaba ya predestinado a hacer cine con mayúsculas, único e irrepetible…

No obstante, fue ver la cinta de “Las tres luces”, (1921) de Fritz Lang, y quedar fascinado. Llegó a decir: “Yo voy a hacer eso”, lo que le impulsaría a ingresar en la Academia de Cine y, gracias a ella, ser ayudante de dirección del eterno Epstein.

Buñuel por Dalí. Museo Reina Sofía (Madrid)
Buñuel por Dalí. Museo Reina Sofía (Madrid) / Salvador Dalí

Luis Buñuel Portolés nació un 22 de febrero de 1900, en Calanda (Teruel), un pueblo de 3.800 habitantes y es el mayor de siete hermanos.

El otrora cineasta tuvo presente a García Lorca, del que llegó a decir: “él era su verdadera obra maestra”, aseguraba, en el montaje “El Retablo del Maese Pedro”, que con Manuel de Falla hicieron una gran amistad con Manuel Ángeles Ortiz. Tuvo problemas con Salvador Dalí por comentarios de éste en Estados Unidos, sobre su vinculación a la izquierda y su expulsión del Museo de Arte Moderno, de Nueva York.

Ya en México recuperó su manera de hacer cine y de enfrentarse al mundo. Su militancia en el Partido Comunista, le hace distanciarse de la vanguardia y que, a la vez, explica el diseño de “Las Hurdes” (1932).

A quien le preguntaba por sus películas, él respondía: “Mi película quiere decir lo que usted quiera, es decir, lo que usted piense que quiere decir”. De carácter seco, algo abrupto y burlón al mismo tiempo, con un sentido un poco agrio del humor, el cineasta fue posesivo y celoso. A Luis Buñuel le horrorizaba cualquier tipo de análisis interpretativo de sus películas; siempre mantuvo que su obra era una continua búsqueda de aquello que no se podía explicar con palabras. Y son muchas las palabras baldías que forman ese interminable rosario de libros escritos entorno del cineasta aragonés. No hay duda que los contenidos de tanto libro pueden dañar el fervor de los devotos ciegos de este “ateo por la gracia de Dios”.

Luis Buñuel
Luis Buñuel / D.A.

El diagnóstico de su filmografía es, por ende, jugoso y divertido, toda una declaración de principios que contrasta con la mayoría del celuloide que hace dos décadas genera la industria cinematográfica, cada vez más industria que arte, más mercado que creación, más artificio que verdad.

Le interesaba lo imprevisto, los insectos y el buen vino. Creó su propia bebida, los “buñuelonis”, un cóctel a base de ginebra, Martini y Carpano.

Estuvo casado con Jeanne Rucar, mujer a la sombra de un genio. En su libro “Memorias de una mujer sin piano”, Rucar nos cuenta la última escena del cineasta ocurrida el 29 de julio de 1983, en Ciudad de México: “…por la mañana, la enfermera lo colocó de costado para que su cuerpo descansara de la posición anterior. Yo acerqué la silla a la cabecera y tomé sus manos entre las mías. Al rato sentí que algo le molestaba: “¿Cómo estás Luis?”. “Me muero”. En ese momento noté que su pulso se detenía. Sin soltarlo, toqué el timbre y grité pidiendo ayuda. En segundos, médicos y enfermeras entraron en la habitación; no tuvieron nada que hacer: Luis estaba muerto. Permanecí a su lado, reteniendo sus manos…”.

Algo de la filmografía de un genio

1929 “Un perro andaluz”: Realizada a partir del guión de Dalí y Buñuel. Este cortometraje se convierte, desde su estreno, en el manifiesto cinematográfico del surrealismo. La cuchilla se hunde en el iris de un ojo femenino. Puro arte.

Escalofriante escena en "Un perro andaluz"
Escalofriante escena en "Un perro andaluz" / D.A.

1950 “Los olvidados”: Primera gran película. Esta es una historia marcadamente neorrealista sobre unos marginados. Premio a la mejor realización y de la crítica en el Festival de Cannes.

1958 “Nazarín”: A partir de la novela de Pérez Galdós, con Francisco Rabal en el papel de un sacerdote que cuestiona su fe. Gran Premio del Festival de Cannes.

1961 “Viridiana”: El éxito de “Nazarín” hace que vuelva a España, donde rueda la que es una de las obras maestras del cine. La historia es la tormentosa relación de don Jaime (Fernando Rey) y su sobrina (Silvia Pinar), de la que se enamora obsesivamente. Religión, sexo, hipocresía… y, al fondo, una escena inolvidable: La Sagrada Cena que Buñuel rueda con mendigos necios y grotescos. La cinta fue prohibida en España durante 16 años. Obra maestra.

Representativa escena de la película ‘Viridiana’
Representativa escena de la película ‘Viridiana’ / D.A.

1962 “El ángel exterminador”: De vuelta a México rueda otra gran obra muy surrealista, una crítica feroz a la burguesía que el maestro simboliza en la imposibilidad, por parte de un grupo de hombres y mujeres, de salir de una habitación. Delirante, que no absurda; llena de significado, pero sin sentido. Obra profundamente perturbadora, donde refleja que se halla en una fase de creación sublime.

1966 “Bella de día” (Belle de jour): Ahora con la fría Catherine Deneuve, como una casada e insatisfecha que se prostituye. Buñuel jocoso atribuyó el éxito “a las putas de la película más a mi propio trabajo”. Premio León de Oro del festival de Venecia.

1970 “Tristana”: Sobre la obra de Galdós, Lope (Fernando Rey) hombre maduro y liberal, que vive de sus exiguas rentas. Odia el trabajo, a los curas y a la policía. Tristana (Catherine Deneuve) queda huérfana, y Lope se hace cargo de su tutela, la que poco después sería su amante. Ambigua, oscura y profundamente buñueliana. Tercera y última cinta rodada en España.

1972 “El discreto encanto de la burguesía”: Para Buñuel, junto con “La vía láctea” y “El fantasma de la libertad” forma una trilogía. Hablan de la búsqueda de la verdad, de la moral personal y del misterio que es necesario respetar.

1977 “Ese oscuro objeto de deseo”: Protagonizada por Fernando Rey, Carole Bouquet y Ángela Molina, la última película del director calandés que nace de un antiguo proyecto sobre la novela “La mujer y el pelele”. Para mí un perfecto y sincero adiós. Su testamento fílmico. Fue la última vez que sus ojos se cerraron detrás de una cámara.

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