Cuarenta años de mujeres en el Cuerpo Nacional de Policía
Fuerzas y Cuerpos de Seguridad
La provincia cuenta en la actualidad con 49 agentes de este sexo, lo que supone el 7,81% de la plantilla
Cuatro policías revelan su experiencia en los diferentes cargos en los que se ubican
En 1979 juraron su cargo las 42 primeras mujeres que formaron parte de la Policía Nacional. Cuarenta años han pasado desde este momento pionero, ya que este cuerpo fue el primero de su tipo en España en incoporar a agentes de este sexo a su plantilla. Cuatro décadas más tarde, son 9.802, el 14,38% de los efectivos del Cuerpo Nacional de Policía, desarrollando todo tipo de labores, desde la lucha contra el terrorismo a otros de mayor cercanía a la ciudadanía. También con responsabilidades de primer orden, como demuestra el hecho de que 7 mujeres sean comisarias principales y otras 28 comisarias.
En la provincia de Almería, las Comisaría Provincial y la de El Ejido cuentan en total con 48 mujeres, el 7,81% de su plantilla. Con motivo del cuarenta aniversario de la entrada de la mujer a la Policía Nacional, Diario de Almería ha podido entrevistar a Florentina Torrente, inspectora jefe y secretaria general de la Comisaría; Adriana Alcolea, policía en la Unidad de Familia y Atención a la Mujer, Jasone Pérez, policía en la Oficina de Denuncias y Atención al Ciudadano, y a Inés Cabrera, policía en prácticas, para que compartan sus diferentes experiencias en el cuerpo y en sus respectivas tareas.
Florentina señala que entró en la academia en 1992 y que siempre quiso tener una “profesión poco convencional y que al mismo tiempo fuese de ayuda a los demás”. Hizo prácticas en Madrid y Sevilla y su primer destino estuvo en las Islas Canarias, tras lo que regresó a Almería y tras ascender a inspectora jefe se trasladó a la Región de Murcia, donde fue jefa de la Brigada de Seguridad Ciudadana y trabajó con Jasone. En 2013 volvió a Almería y pasó por diferentes puestos hasta llegar a ser la secretaria general.
Adriana lleva once años en el cuerpo y también quiso ser policía porque “es un trabajo bastante diverso en el que trabajas por y para la gente”. Estudió psicología y en la UFAM, atendiendo a las víctimas, ha encontrado un espacio perfecto dada su formación. Jasone cuenta sólo medio año menos que ella en la Policía Nacional y estuvo siete años de radiopatrullas en Lorca. “Me ha gustado mucho ayudar la atención al ciudadano, ayudar a la gente”. Ahora insiste en que su labor actual no “es sólo recoger denuncias, sino ayudar a la gente, que se va contenta porque recibe soluciones”.
Inés recuerda que está “recién aterrizada en el cuerpo”, y el suyo es un caso diferente porque estudió derecho, trabajó tres años en un despacho profesional y fue más tarde funcionaria interina de justicia, hasta que entró en la academia de Ávila porque su “sueño”era ser policía.
Cuando se les plantea la cuestión de posibles diferencias entre sexos, son rotundas: No existen. Inés afirma que no ha notado ningún tipo de discriminación, sino que al contrario, se ha encontrado con “gente excepcional, muy profesional”, gente a la que “admirar y compañeros y amigos a los que tener el día de mañana”. Florentina incide, en su larga trayectoria no ha notado que la hayan tratado de ninguna manera por ser mujer. “En Almería tenemos mujeres en todos los servicios, UPF, radiopatrullas, UFAM... En todas las secciones”, subraya. Jasone y Adriana coinciden con ellas, “somos compañeros y ya está”.
Las cuatro también coinciden en otro punto, para sus familias fue una sorpresa su vocación policial. “A mi madre no le gustó mucho, le daba miedo, estaba acabando la carrera y pensaba que iba a sufrir, a pasarlo mal. Ahora está muy contenta. Pienso que todo el mundo puede encontrar su sitio en este trabajo, es muy dinámico y con distintas áreas”, apunta Adriana. Para la progenitora de Florentina fue asimismo un “shock”.
En su familia nadie había pertenecido a cuerpos policiales, estudiaba derecho y estaba previsto otro futuro para ella. A Jasone la suya le reconoció que esperaba que hubiese suspendido las oposiciones, e Inés añade que le recordaron que tenía “un trabajo muy cómodo, cerca de casa y sin ningún tipo de riesgos”.
Todo esto fue cambiando con el tiempo, claro está. Pero las suyas son unas vocaciones que vienen desde lejos. Jasone revela que cuando estaba en el colegio hizo una redacción en la que decía que quería ser policía científica. Florentina tenía clara su vocación policial previamente, pero en la universidad fue cuando se decidió por la Policía Nacional.
En cuanto a los momentos por los que han tenido que pasar durante sus años de trabajo, Jasone asegura que el hecho que más le ha “marcado”ha sido el terremoto de Lorca, que le tocó “vivirlo de lleno”. Fue una experiencia “traumática”pero “gratificante”por la ayuda que pudo prestar. También recuerda cuando le hizo la Maniobra de Heimlich a un hombre que se estaba ahogando y pudo salvarle la vida ante la demora de la ambulancia.
Adriana valora por su parte la asistencia que puede dar a las “mujeres maltratadas a las que les cuesta denuncias porque llevan muchos años sufriendo, desde el principio con malos tratos psicológicos que pasan a físicos”. Una labor en la que ella y sus compañeros tienen que “empatizar y ponerse en su lugar”para conseguir que denuncien. Sin embargo, lo que más le “toca la fibra”de su trabajo son los abusos sexuales a menores, que suelen ser de “sus padrastros”.
Florentina mantiene a su vez que lo que más le ha impactado han sido los “niños víctimas, por ejemplo en homicidios”. “Esa imagen te la llevas y es difícil sacártela de la cabeza”, añade. Finalmente, Inés quiere destacar la labor de los ‘Zeta’, los “primeros en llegar en el día a día a cualquier situación y que son capaces de solventarlas aunque a veces sean complicadas”. Recuerda cómo le afectó la muerte de un hombre que había caído al suelo en la Rambla a pesar de haberle hecho la RCP. “Me fui regular a casa pero los sanitarios me dijeron que ya estaba muerto cuando intentamos reanimarlo”, precisa.
La suya, como la de sus compañeras y compañeros es una labor de apoyo a la sociedad. “Esas cosas no se ven en la estadística pero, por ejemplo, en nuestro grupo, el 30 o 40% del trabajo es atender a gente que al final lo que quieren es que las escuches”, dice Adriana.
En cualquier caso, a las cuatro les queda mucho por hacer en la Policía Nacional. Cuando llegue el 50 aniversario de las primeras agentes, Florentina cree que estará jubilada pero “con nostalgia”y regresando a un trabajo del que “cuesta irse”. El resto no lo sabe pero insisten una y otra vez en las posibilidades de una labor en la que “cada día es un misterio”y aprendes algo nuevo, con un abanico enorme de posibilidades.
Una Oficina de Igualdad de Género pionera en el país
La Oficina Nacional para la Igualdad de Género (ONIG), la primera de su tipo, se creó en virtud de la Resolución de la Dirección General de la Policía de 2 de febrero de 2018, para dar respuesta a la necesidad de la institución de contar con un órgano que promoviese la aguadad real y efectiva de mujeres y hombres dentro de sus filas. El hecho de incardinarse dentro del un órgano directivo como el Gabinete Técnico se traduce en una mayor fuerza de actuación y refleja la importancia y el compromiso que la Dirección General de la Policía ha adquirido con la defensa de la igualdad de género. En la práctica, esta nueva Oficina está desarrollando su trabajo en tres ámbitos de actuación: a nivel interno de la Policía Nacional, realizando informes sobre el impacto de género de las medidas y políticas en la materia; a nivel nacional, participando en el desarrollo de las políticas de actuación en género; y, por último, a nivel internacional, con un papel fundamental en la prevención y solución de conflictos armados, mantenimiento de la paz, etc.
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