Visto y Oído
Cádiz croata
Crónicas desde la ciudad
Almería/Aunque no todas las fuentes archivísticas se cegaron en los desmanes sufridos por el convento durante la cruenta guerra de 1936/39, la destrucción en gran parte de su legado escrito no fue una pérdida menor del patrimonio monjil. El acto vandálico nos privó de cuatro centurias de documentación referida a la historia de la Orden y aún de la propia ciudad de Almería: escrituras públicas, arrendamientos, colonos y cosechas; adquisición de enseres e imaginería (incluida la hermosa talla de La Purísima que embellece el barroco retablo principal de su recoleta iglesia), censos, libros de enterramientos en su privado cementerio; bulas papales, obras pías, fundación de capillas y, especialmente sensible para el caso que nos ocupa, del manuscrito inédito redactado en 1676 por fray Antonio de Torres (“Crónicas de la seráfica Provincia de Granada”), quien dio forma literaria a los recuerdos y vivencias atesoradas por la provisora sor María Arroyal. Una tropelía que a nada condujo ni a nadie benefició y que ahora nos habría aclarado dudas en cuanto a nombres propios y fechas, que si bien no altera la esencia del relato es causa, a veces, de puntillosas disensiones historicistas.
Tras la permuta realizada (“por algunas justas causas”) por Teresa Enríquez, viuda de Gutierre de Cárdenas, del convento de Clarisas por otro de la misma Regla Seráfica de San Francisco -aunque distinto grado de observancia- previsto por el esposo; en su archivo también se custodiaba la escritura original que testificaba la titularidad concepcionista. Al manuscrito que la cita tuvo acceso Francisco Jover, cronista de la ciudad, dándolo a conocer a la prensa bajo el título “IV Centenario del Convento de La Purísima”.
Después de demorada espera, el 9 de junio de 1515 se firmó el documento de cesión del monasterio en el domicilio del vicario Diego de Espinosa, ante el escribano público del Concejo, Cristóbal de Biedma, quien verificó la exactitud y legalidad de todas las posesiones según lo anotado en el Libro del Repartimiento.
El traslado de las cinco fundadoras (cuatro profesas y una novicia) tuvo lugar en 1514 desde Torrijos (Toledo), segunda Casa tras la de Toledo capital (fundada por santa Beatriz de Silva), ocupando a renglón seguido las huertas y torres propiedad anterior de los hacendados mudéjares Abostid, Juaní y Toledatolí. En dicho manuscrito desaparecido se señalaba que el viaje –lleno de peligros e incomodidades- lo hicieron en literas, acompañadas de Teresa Enríquez; abandonando esta la ciudad al concluir los trámites burocráticos. Si así tal discurriera, debemos interpretar que la conocida coloquialmente como “La loca del Sacramento” residió aquí varios meses. Estancia harto inverosímil dadas sus muchas obligaciones seglares y religiosas y las derivadas de la educación de su único hijo, Diego, primer duque de Maqueda y adelantado del Reino de Granada.
Sea como fuese, el cortejo llegó a las puertas de Almería, “cambiado las literas por sillas de mano”, siendo recibidas “con grandes agasajos y honores por el vecindario y autoridades eclesiásticas y civiles, como correspondía a quien conservaba para su Casa y descendientes el título de Alcaide de la Ciudad”. Es previsible que en primera fila se encontrase el Padre Guardián (superior) del convento masculino de Franciscanos, clero catedralicio y el regidor Ochoa de Careaga, representando al Concejo municipal. Seguidamente ocuparon las casas que les tenían preparadas, “dedicando a capilla uno de los cuartos de clausura, de que se servían todavía en 1775”. Entiendo que esta es la fecha aproximada en que fue abierta para culto propio y público la íntima y bella iglesia-conventual que hoy admiramos.
Transcurridas cinco centurias, cobra valor estadístico la filiación de aquellas primeras moradoras, germen fundacional de quienes -escribía en su momento- prontamente celebrarán el V Centenario dedicadas a la oración y vida contemplativa. Las relaciono el esperando no equivocarme al igual que cuando ofrecí el padrón actual, en que a la hermana de menor edad, Mª Luisa Saldaña, le sumé seis años. Respeto la redacción del manuscrito antedicho, vía Francisco Jover Tovar (Almería, 1855-1922):
-Sor María de San Juan fue hija de don Juan Bañares; que desde su más tierna edad demostró una gran piedad, repartiendo sus ropas con los pobres y que profesó en el convento de Torrijos; allí conoció a doña Teresa Enríquez y le cobró tanta afición que todo lo hacía consultándola. Durante todo el viaje a Almería la acompañó en su litera, y al llegar fue su primera abadesa.
La fama de sus virtudes y de su saber fue muy grande; aumentada por las muchas limosnas que repartía, hasta el punto de llegar noticias a la Corte y merecer la extraordinaria distinción de que la emperatriz madre de Felipe II, desde Valladolid, le enviara (mayo, 1527) las primeras ropas que había de llevar este recién nacido para que las hiciera de encajes.
El duque de Veragüa, a su paso para Orán, la consultó sobre su empresa; así como el conde de Alcaudete, dando a ambos valiosos consejos y prevenciones y prediciéndole a éste su derrota. Los condes de Berlanga, y tantos otros, consultaban con ella desde la Corte, pues su fama fue extraordinaria, hasta el punto de ser citada por fray Arturo Daza en el capítulo 19º de “Historia de San Juan de la Cruz”, de quien era amiga y corresponsal.
En el periodo de su gobierno sufrió Almería un terrible terremoto el 22 de septiembre de 1522, cuando se destruyó la Catedral y tantos edificios, corriéndose gran riesgo de perecer, pues quedó presa por los hábitos entre dos muros cogida de la mano de la niña María de Santiago, con la que pudo salvarse. Después tuvo que sufrir el otro terremoto de 22 de abril de 1550. Falleció el año 1565, a los 74 de edad.
-Sor María Guzmán que vino como novicia desde Torrijos y profesó en este convento. Está citada en el Martirologio por el cronista Fray Arturo y por el analista de la Orden, tomo 4º
-Sor María de los Robles y de la Columna, que vivió en el siglo casada con el Alcalde Mayor de la Puebla de Montalbán, de quien quedó viuda con un hijo. Tomó el hábito en Torrijos, viniendo a esta como fundadora; el cual gobernó durante 25 años como abadesa. Era mujer muy humilde y falleció en 1566, a los 70 años de edad.
-Sor María de Morales que también había tomado el hábito en Torrijos, vino a este monasterio y vivió hasta 1568, falleciendo a los 65 años de edad
-Sor María de la Asunción era de una honestidad tan extraordinaria que se ¡negó a que ningún médico le tomara el pulso! Falleció por el año 1570.
Además de las mencionadas fundadoras, disponemos de listados de quienes profesaron en los siglos XVI y XVII. Continuaremos relacionándolas, incluidas las ya nacidas en Almería; cinco de las cuales marcharon a Guadíx a fundar aquel monasterio dentro de la secuencia expansiva de la Orden por el antiguo Reino de Granada.
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