Catalina de Burgos, báculo de Colombine (y II)

Crónicas desde la Ciudad

La fiel figura de Katty, hermana inseparable de Carmen, es vital en el devenir biográfico –personal e íntimo- de Colombine. Sus restos yacen en el Cementerio Civil de La Almudena

Catalina en plena juventud / D.A.
Antonio Sevillano

25 de noviembre 2018 - 04:04

Almeria/Catalina de Burgos Seguí, nacida el 28-II-1878, era diez años menor que Carmen, de quien en diciembre culmina el ciclo conmemorativo del 150 aniversario de su natalicio en la capitalina Plaza Vieja. Con el de hoy finiquito los artículos (4) dedicados a su hija y hermanos. En especial a Francisco y Katty, como cariñosamente se le conocía en el círculo más íntimo. Confidente y amiga, abnegada y leal, además de “tata” de María, única superviviente a los fallidos partos de Carmen durante su no menos fracasado matrimonio con el periodista y editor Arturo Álvarez de Bustos.

María Álvarez, hija única

Hiperprotegida y criada en el regazo de la tía, María Dolores vio la luz primera en el Paseo del Malecón el 6-XI-1895. Carmen solía reiterar que era su gran obra: “Nunca se ha separado de mi… ahora, ya hecha una mujer, me aflige con su porvenir. Y como no ha querido estudiar ni quiere escribir… se ha dedicado al teatro… Se siente bien en casa, “pero sin gloria” (“Confidencias de Artistas”). Lamentablemente, la “niña” coadyuvó al agravamiento de la cardiopatía crónica de Colombine, tras mantener un fugaz romance con el escritor Gómez de la Serna, dos décadas su compañero sentimental. El autor de las aplaudidas “greguerías” cuenta que María lo sedujo (“una interrupción de locura llenó los febriles días de los ensayos”), desembocando la tórrida aventura en rotura desgarradora. Ocurrió previo estreno (en 1929) de la obra “Los medios seres”.

María Álvarez, actriz / D.A.

A regañadientes, la madre le había facilitado el debut en el matritense Teatro de la Comedia en octubre1916 con “La princesa Bebé”, de Jacinto Benavente. María encauzó caprichosamente su vida por esos derroteros, aunque no alcanzó la soñada gloria de convertirse en gran actriz. En diciembre del año siguiente se casó con Guillermo Mancha, atractivo galán del cine mudo, con el que marchó a residir a Santiago de Chile. Tras naufragar su proyecto matrimonial y profesional volvió a comienzos de 1929, no sin antes rodar Los payasos que se van, cuarta película tras el trío anterior en España: El protegido de Satán, Mefisto y Codicia. Carmen la acogió de nuevo en su casa -enferma y con serios problemas de adición a las drogas-, periodo en el que prosiguió intermitentemente su carrera teatral. Ignoro cuándo y dónde falleció. La policía franquista que se incautó de sus bienes y muebles en el domicilio de la c/. Sagasta, afirma que en 1963 seguía en “paradero desconocido (sumario del tribunal antimasónico que la condenó, en rebeldía, a 12 años y 1 día de reclusión menor).

Declarada en rebeldía, Catalina fue condenada a 12 años de cárcel por su vínculo con la logia Amor

Katty en Madrid

Catalina acompañó a la sobrina y hermana a Madrid al ganar ésta las oposiciones de profesora en la Normal de Magisterio de Guadalajara. Aunque las lagunas biográficas vuelven a ser notables, a través de distintas fuentes, incluido el sumario instruido por su condición masónica (copia gentilmente facilitada por Mar Verdejo), logramos rescatar espacios opacos que nos acercan al báculo de Colombine.

En 1915 vivía en la calle Luchana y desempeñaba plaza de maestra en la Escuela del Hogar y Profesional de la Mujer. A ella siguió el de mecanógrafa del Ministerio de Instrucción Pública, trasladándose a la c/. Sagasta, donde cuidó a su madre -muy mayor y viuda- al tiempo que ejercía de protectora y secretaria de Carmen, acompañándola incluso en su viaje a Melilla (1909) durante la guerra del Rif. Un lustro después de establecerse en la Villa y Corte escribió a su amigo Pérez Galdós solicitándole que intercediese a favor de Catalina (“de abolengo tan liberal como el nuestro”) como profesora del Centro Republicano de la calle Alcalá, “ya que tiene el título de profesora y los conocimientos necesarios”. Del contenido epístolar deducimos que debió obtenerlo en Madrid. En diciembre de 1937 (con la capital asediada), la nombraron oficial de 1ª Clase del antedicho Ministerio. En 1938 marchó a Valencia, “con el gobierno rojo”; y de aquí a Barcelona, donde permaneció hasta huir a Francia por la frontera de Irún.

Según la policía, María Álvarez huyó a América en 1934 y en 1963 seguía en paradero desconocido

Transcurridos varios lustros, regresó del exilio y fue acogida por las Hijas de la Caridad. Un oficio de la Dirección General de Seguridad lo refrenda el 8-IX-1958:

“La interesada ha sido localizada… y tiene su residencia en la Casa de Religiosas denominada Los Almendrales (“San Luis Gonzaga”), sita en el camino de Fuencarral-Madrid. Dada su avanzada edad (81 años) no se ha tomado ninguna medida contra la misma… “. En junio de 1962, la superiora, sor Cecilia Urrutia, se dirige al Juez Instructor:

“Contesto a su referencia… afirmando que Dña. Catalina de Burgos Seguí, reside en esta Casa desde hace ya casi cuatro años”. Aquí falleció el 13 de mayo de 1964, recién cumplidos 86 años. Desconozco todo sobre la estancia en el vecino país, personas o instituciones que la ampararon o razones que la indujeron a repatriarse, salvo la de su ya considerable edad. Sepultada en un cementerio católico, en abril de 1974 sus restos fueron trasladados definitivamente a la tumba “Carmen de Burgos y Familia”, en el Cementerio Civil de la Almudena: zona de adultos; cuartel 48, manzana 39, letra A

Masonería

Severas medidas impuestas a los vencidos por el nuevo régimen franquista emanaron del Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo. La ley de 1º de marzo de 1940 fue aplicada a Carmen de Burgos (pese a que hacía una década que yacía bajo tierra), su hija María Álvarez y Katty. El Juzgado Especial nº 3, presidido por el general Andrés Saliquet Zumeta les abrió la causa 17132-6. El 10 de octubre de 1944 la encartada Catalina de Burgos fue condenada a la pena de 12 años y 1 día de reclusión menor y pago de las accesorias correspondientes; con orden de busca y captura al haber sido declarada en “Rebeldía”. La acusación se basó en su vínculo con la Masonería matritense a comienzo de los años treinta:

Gran Maestra de la Logia “Amor” nº 1, de Madrid, según consta en el cuadro de dignidades para el año masónico 5934. Además de otros antecedentes:

En el boletín mensual de la Gran Logia Española, correspondiente a noviembre-diciembre de 1931, consta que “bajo los auspicios de la Logia Mantua nº 31 de Madrid, se procedió a la instalación de la Logia de Adopción “Amor” el día 2 de diciembre de 1931, en cuyo acto fueron iniciadas seis HH”; entre ellas la propia Catalina, su hermana Carmen y sobrina María. Gloria Carbonell, Mercedes Fernández, Elena Feijoo y María Huyeres son las restantes. Otrosí: el boletín de abril-mayo de 1932 señala que había sido exaltada al grado 3º en dicha Logia. No ostentó nombre simbólico alguno ni presentó “retractación”. Pasados tres lustros 1958 la Dirección General de Seguridad solicita al jefe del Servicio de Ejecutorias del Tribunal Especial que se le informe “si varió la situación legal de la interesada”. Esta seguía sin variar. El 29 de noviembre de 1963 publican el auto definitivo por el que dos décadas después prescribe el “delito”, sobreseído en consideración a su mucha edad y escaso tiempo que permaneció en la Logia.

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