El Cañarete, carretera de riesgo máximo
Permanece cerrada al tráfico, salvo la servidumbre a núcleos y hoteles, mientras los técnicos de Carreteras buscan una solución definitiva para acabar con los continuos derrumbes en un eje costero por el que circulan más de 15.000 vehículos cada día
Los nueve kilómetros que separan Aguadulce y la capital a través de la Nacional 340, un itinerario de ensueño junto al Mediterráneo en las estribaciones sur de la Sierra de Gádor, se han convertido en los últimos años en uno de los tramos más peligrosos de la red viaria en la provincia y no precisamente por la cifra de accidentes de tráfico. En la conocida como carretera del Cañarete, por la que circulan una media de 15.000 vehículos diarios como principal alternativa a una A-7 al borde del colapso, se vienen sucediendo desprendimientos que ponen en riesgo a los conductores habituales y que ya han llegado a causar daños materiales, aunque de momento sin víctimas, como le ocurrió a un taxi en abril de 2016.
Tan sólo unos meses antes había estado cerrada al tráfico porque se resquebrajó la ladera a la altura de la Gruta y se realizaron trabajos de consolidación de este talud en un punto distinto al que intervinieron en abril de 2014. Las últimas obras de emergencia que propiciaron el corte del eje costero se realizaron por fases con una inversión de más de 1,3 millones de euros, a los que habría que sumar otros 298.000 del ramal de acceso desde la zona norte de Aguadulce a la Autovía del Mediterráneo para paliar la prolongada interrupción del eje de la costa que estableció horas de acceso para uno y otro sentido con circulación interrumpida por la noche y sólo un carril. En aquella ocasión el derrumbe de grandes rocas se produjo en el kilómetro 432 al rajarse la malla protectora y caer grandes rocas a consecuencia de un fuerte temporal de lluvias en noviembre de 2015.
El entonces subdelegado del Gobierno, Andrés García Lorca, vinculó el desprendimiento a las piedras arrastradas por la erosión y la pérdida de consistencia de los materiales de la zona e incluso se llegó a asociar el “descalzamiento” del enjambre de rocas macizas a la intensa actividad de las cabras en lo alto de la colina. Pero la costosa y prolongada actuación, de más de siete meses, para la estabilización de la montaña y la construcción de un muro de hormigón en base del talud, así como la renovación de los anclajes para sujetar la malla metálica que se viene realizando cada cierto tiempo no han evitado un nuevo derrumbe que mantiene cerrada al tráfico la carretera del Cañarete desde la noche del 31 de diciembre.
Las escarpas y acantilados de la Nacional 340 entre Aguadulce y la capital han recibido millones de euros en la última década en una permanente operación renove que no logra resultados porque siguen escupiendo rocas sobre este vial de manera inesperada porque ya no es necesario ni que arrecien las precipitaciones como ocurriera en la madrugada de Nochevieja. Y las consecuencias son nefastas para la circulación. Desde que empezó el año sólo han podido utilizarla los residentes en los núcleos urbanos (Castell del Rey y Espejo del Mar) y los usuarios del hotel y camping de la Garrofa a través de un carril de servidumbre, pero los miles de usuarios habituales se tienen que atascar en la A-7 que ya de por sí es la carretera con mayor densidad de tráfico de la provincia entre los enlaces de Roquetas (429) y el del acceso de Bayyana (438) con más de 48.000 vehículos. Retenciones y alcances se han multiplicado en la última semana, a pesar de que la Guardia Civil y Policía Local han reforzado en este punto crítico.
Mientras tanto los técnicos de la Jefatura Provincial de Carreteras estudian una solución definitiva, una intervención integral que no obligue a terminar los trabajos y empezar otros meses después. Ya hicieron un primer informe nada más suceder el desprendimiento en el punto kilométrico 434,5 a la altura del Hotel Playa Sol, pero de momento no han decidido el tipo de actuación que pueda solventar el eterno problema del Cañarete, que se construyó entre los años 1865 y 1880 dejando obsoleto el Camino Viejo que serpenteaba la montaña hasta entonces.
El coste por kilómetro alcanzó las 283.617 pesetas en el tramo comprendido entre la capital y la Garrofa (4.300 metros) y de 262.568 pesetas el resto hasta llegar a Aguadulce (4.700 metros). La publicación Transportes y desarrollo del sureste andaluz (1850-1950) del profesor de Historia Económica Domingo Cuéllar recoge que la inversión de los tramos restantes hacia Adra de esa carretera de Málaga fue de 28.239 pesetas por kilómetro, por lo que el coste del itinerario en el Cañarete, con estribaciones que entran abruptamente en el mar, lo llegó a multiplicar por diez. Si en la extensa llanura del Campo de Dalías se programaron trazados de hasta 40 kilómetros en rectas sin apenas vegetación, siendo lo habitual de unos 10, en esta zona del litoral mediterráneo se tuvo que segmentar en dos tramos que no llegaron ni a 5 kilómetros por sus singularidades geográficas.
Y ahora que han pasado casi 140 años desde su construcción los problemas crecen y todo apunta a la intervención integral. Sobre la mesa hay proyectos en la última década que valoran la posibilidad de un tranvía y carril bici, incluso para zonas peatonales, pero lo más acuciante ahora es acabar con la inseguridad de la ladera y que vuelva el tráfico rodado. Partido Popular, ayuntamientos afectados y colectivos vecinales empiezan a ejercer fuerte presión a Fomento, que tiene una difícil papeleta en esta carretera de riesgo máximo.
El tercer carril de la A-7 en espera
El PP de Almería ha solicitado al Gobierno, como ya hiciera hace exactamente un año, que agilice los trabajos para iniciar las obras del tercer carril de la autovía A-7 entre Roquetas y Almería porque es el tramo de “más densidad de tráfico” que soporta la provincia. Años atrás, durante 2016 y 2017, fueron los socialistas los que en sucesivas ocasiones pidieron con proposiciones y preguntas que se construyera el tercer hilo viario la entre Viator y El Parador, como en su día planificaron siendo el presidente José Luis Rodríguez Zapatero con una inversión de 55 millones de euros. Pero tuvieron que pasar diez años hasta que en octubre de 2017, con Ejecutivo de Rajoy, se licitara la redacción de este proyecto entre los enlaces 429 y 438 de Roquetas y Almería, un tramo por el que circulan cada día 48.000 vehículos. En agosto de 2018 se adjudicó y desde ese momento no se ha vuelto a saber nada. Una vez que esté el diseño, que costará en torno a un millón de euros, se pasará a la siguiente fase que ya va con retraso con la tramitación de las obras. Se ha calculado que el tercer carril en estos diez kilómetros tendrá un ancho de 3,5 metros en ambos sentidos no siendo los túneles un obstáculo porque se ejecutaron con la posibilidad de ampliación de capacidad. Desde el Ministerio de Fomento estiman que serán 31,5 millones los necesarios para la ejecución de la actuación que dará mayor fluidez al tráfico, más aún cuando su alternativa por la costa, el Cañarete, se cierra a la circulación temporalmente como ocurre ahora tras producirse los nuevos desprendimientos.
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