Buscando a la suegra más popular
Almería
En 1975 se organizó un concurso, animado en la radio por Juan Domínguez y “Pototo”, que ganó una mujer de Campohermoso. El himno fue el tema “Olé, que viva mi suegra” del artista Ángel Manuel

Almería/La suegra siempre ha tenido mala fama. Aquí y en Fernando Poo. Será un tópico o un estereotipo, pero ocurre así. En la Almería de 1975 había una suegra en casi todas las familias: porque abandonó el pueblo, porque se quedó viuda y era una obligación endulzar su soledad o porque la hija o el hijo tiraba de ella para seguir disfrutando de sus guisos y de paso que cuidara y atendiera a los nietos. Hace 50 años, en los nuevos bloques de la zona de la calle Altamira, aparecían suegras en que todos los rellanos. En la capital, entre 1960 y 1970, los residentes pasaron de 86.808 a 114.510 habitantes y muchos de ellos eran suegras.
Y esa presencia, anexa al decisivo poder de decisión en el hogar de las madres políticas, generó una idea comercial en unos empresarios almerienses: organizar la “Gran Gala de la Suegra” para elegir a la mejor de Almería. El trasfondo era que ésta reconociera a “Muebles Ruiz Collado” como el creador de tan simpático certamen y derivara hacia sus tiendas, seis en la provincia, la compra del comedor de estilo artesano, el tresillo de pelo para presidir el salón, la cama turca destinada al pariente que se apoltronaba en agosto o la mecedora para ver bien cómoda “La Casa de la Pradera” en TVE. Lorenzo Ruiz Collado (1953-2015) y su hermano Miguel siempre fueron a la vanguardia en las nuevas ideas de marketing: fundando peñas futbolísticas para seguir a la Agrupación Deportiva Almería, patrocinando equipos, primando a deportistas y torneos, ideando con Guillermo Blanes y la Caja Rural una tarjeta de pago almeriense o financiando un extraño conjuro llamado “Operación lluvia” en Huércal Overa.
Lo cierto es que, durante 1975, hubo una simbiosis social perfecta para ensalzar a la suegra. Se cerró un acuerdo con el director de Radio Popular de Almería, Francisco Moncada Roca, para que emitiera en el programa “La Tarde” un espacio diario en directo con objeto de seguir la evolución de las votaciones, que se recibían por carta en la emisora. Los periodistas Álvaro Cruz “Pototo” y Juan Domínguez se encargaron de animar en antena a los almerienses para que participaran y se contrató al cantante gaditano de 27 años Ángel Manuel para la sintonía del evento. Éste tenía la experiencia de haber interpretado temas musicales tan llamativos como “Por chiripas” o “El último mono” y muchas tablas por actuaciones con “Los Beatles de Cádiz” o en hoteles y fiestas patronales con el grupo “Los Rivers” de Alejando Escánez, Juan Ramón García y el batería Eduardo Navarro "El metralleta".
Ángel Manuel grabó en Madrid con Fonogram la canción “Olé que viva mi suegra”, una “rumba alegre, sencilla y comercial” de casi tres minutos, escrita por él y dirigida por Antonio Garrido, pero también con el anhelo de convertirse en un “hit-parade”, algo de nunca sucedió. Hoy, 46 años después, el “single” de vinilo se cotiza a 3,90 euros en las webs de subastas de música “vintage”. Ángel Manuel, que se casó con la almeriense Paquita Martínez Salmerón, era el nombre artístico de Manuel Ángel Espinosa Pérez y en 1994 recibió el encargo del Ayuntamiento de Roquetas de escribir la letra de un pasodoble dedicado al municipio.
Para el concurso, hubo yernos y nueras que, animados por la musiquilla y aunque parezca mentira, votaron a sus suegras ya que el premio era una semana con todos los gastos pagados en una cueva del Mesón Gitano y otros siete días en el balneario “San Nicolás” de Alhama. Quince días sin su presencia merecía la molestia del voto.
Un argumento de promoción de tan curioso certamen fue “sacar a flote a esas buenas señoras que son las suegras y a las que la opinión pública discrepa de su bondad”, que se decía en la radio. El caso es que la “Gran Gala” fue tomando cuerpo y fama gracias a la contundente y sonora voz de Álvaro Cruz y al vocacional ímpetu juvenil ante el micrófono de Juan Domínguez. Dicen que llegaban centenares de sobres a la emisora; tantos que el cartero no los subía al piso y los dejaba en el portal de la radio porque suponían una carga excesiva.
Desde el principio, dos suegras de la provincia coparon la mayor cantidad de votos. La cosa estuvo muy reñida entre Ana Bascuñana Martos y una mujer que se hacía llamar “la suegra de las modistillas”. La primera vivía en Campohermoso, cuando este barrio nijareño aún era llamado “poblado”, no había teléfono y su nombre lo escribían separado. La segunda, residía en Benahadux. Al final, la prole de diez hijos, 43 nietos y 6 biznietos y los amigos de doña Ana fue determinante porque le aportó 6.743 votos y el premio recayó en esta señora nacida en 1902.
Casualidades, o no, se cerró un acuerdo con el cine-discoteca de Campohermoso, lugar de residencia de la ganadora, con el visto bueno del alcalde de Níjar, Manuel Montoya García, el alcalde pedáneo, Ramón Vargas Vargas, y, sobre todo, del jefe del distrito del Movimiento, José Martínez García. Éste, en agosto de 1975, se había atrevido a ordenar que la portada del programa de fiestas de Campohermoso llevara impreso el yugo y las flechas. Los escasos comerciantes y tenderos vieron con buenos ojos el proyecto festivalero y en los bares de Pedro y Juan Fernández, de Antonio Pérez o en “El Visita” de Joaquín Salazar los clientes aplaudieron la oportunidad de promoción de lo que ellos ya llamaban su pueblo.
El plan consistía en ofrecer un almuerzo y por la noche, en el cine-discoteca, la presentación de la suegra ganadora, a la que había que entregar los premios y un obsequio de la empresa de muebles patrocinadora. Luego, Ángel Manuel interpretaría a todo pulmón el himno del evento y el grupo “Los Rivers” cerraría el acto con pasodobles y bailables temas veraniegos de moda. Todo ello, animado y presentado por el joven Juan Domínguez, que ya despuntaba como gran profesional y al que sus oyentes adoraban. Aquello tuvo una extraordinaria repercusión social en Campohermoso; tanto que hoy, casi medio siglo después, Juan Domínguez recuerda a la perfección a aquella señora de 73 años y el acto de entrega del premio; es más, evoca que “no he visto en mi vida el cariño que nos dispensó la gente”.
Aquella idea comercial de homenajear a las suegras se mantuvo con alguna réplica en la provincia durante 1975, declarado “Año internacional de la mujer”. El Mesón Gitano organizaba cenas-barbacoas a los pies de La Alcazaba mientras Ángel Manuel cantaba con cariño y delicadeza a las madres políticas; luego, se sorteaba una falda de mesa de camilla donada por “Tapicerías Juan Mañas”.
Y ese afán por edulcorar la imagen de las suegras saltó a Madrid y el mítico Joaquín Prat, desde los estudios de la Cadena Ser, presentó un concurso para localizar a “La suegra ideal de España”. Desde entonces, el artista Ángel Manuel llevó a gala ser “el yerno de España” y Campohermoso el honor de tener entre sus vecinos a la suegra más popular de Almería.
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