Bocacho: la discoteca que fue templo gastronómico

Almería

En 1977 era el local de moda en El Parador y en abril de 1992 se convirtió en un restaurante innovador y de calidad

Anuncio de la discoteca Bocacho
Anuncio de la discoteca Bocacho / D.A.

Almería/En marzo de 1976, Roquetas no tenía nada que ver con la de ahora. Y su barriada de El Parador, mucho menos. A pesar de ello, Juan Sánchez Romera, un empresario innovador y activo, pensó que un gran inmueble de unos mil metros cuadrados de superficie de la calle Córdoba sería un buen emplazamiento para montar una discoteca. Y solicitó permiso industrial y licencia municipal, cuya tramitación la rubricó el alcalde del municipio, José Pomares Martínez (1914-1984), el 3 de abril de ese año.

En junio de 1977, “Bocacho” ya estaba abierta. Se promocionaba por su “ambiente selecto” y como la única discoteca-pub de “El Parador de la Hortichuela” -sin “s”-. Solo abría los sábados, domingos y festivos y su declaración la diseñó Juan E. Gómez Ruiz. Además, estableció una curiosa imagen como logo del local de ocio.

En el verano de 1979 diseñó una constante campaña de publicidad en las radios locales porque cerca de allí, en Aguadulce, competía de forma directa con el “Piano-Pub” de las galerías comerciales, “Discoteca Dedos”, en el cruce de Vícar, “Apocalipsis”, “Pub Alazán” o con la cafetería del propio hotel. Por eso, “Bocacho” reformó el interior, amplió las pistas de baile e instaló un fabuloso equipo de sonido.

Cartel publicitario callejero de Bocacho de 1981
Cartel publicitario callejero de Bocacho de 1981 / D.A.

Esa promoción se mantuvo hasta los primeros años ochenta porque en 1982, la empresa “Sonosur” volvió a mejorar la iluminación y los equipos para que sus clientes disfrutaran de un buen ambiente discotequero. La rivalidad aumentaba y aunque existían más facilidades para atraer clientes desde la capital, la apertura de otros establecimientos de ocio en la comarca siempre suponía un riesgo. Hace 41 años, además de los referidos, funcionaban por allí cerca “Taberna Los Rocieros”; “Taberna La Trocha”; “Discoteca Brecha”; “Micros”, en Laujar y los pubs de Aguadulce “Be-Bop”, “La Cava de jazz” o “Cuerpo”.

“Bocacho” estaba a la última. Era el lugar elegido por comercios y tiendas para agasajar a sus clientes, como “Muebles El Paraíso”, que en 1988 organizó un espectacular encuentro con sorteos y música, todo ideado por su gerente José Úbeda. Y al revés, la dirección de “Bocacho” aportaba su experiencia con una carpa juvenil en las fiestas de octubre de Roquetas de Mar, en honor de la Virgen del Rosario.

El pisto de verduras al dente con bacalao era uno de los platos más demandados
Interior de Bocacho cuando era restaurtante, en 1997
Interior de Bocacho cuando era restaurtante, en 1997 / D.A.

De platos de sonido a platos de comer

En abril de 1992, “Bocacho” dio un giro radical a su actividad y se convirtió en un mesón-restaurante. De calidad. Con una carta completa. Su gerente era Encarna Ruiz López y apostó por los platos mediterráneos, con productos de la tierra. Además, te atendían de forma cordial y los camareros eran camareros de verdad con uniformes de camareros. Onda Cero Radio entregó sus premios taurinos de 1993 y hasta allí llegaron el torero “Jesulín de Ubrique” y el banderillero “Martín Recio”, triunfadores de la feria de la capital.

Y lo que pasa en Almería: se puso de moda. Mucho. Empresas y sociedades citaban allí a sus proveedores, clientes o empleados en almuerzos y cenas de trabajo. Hasta el Ayuntamiento de Roquetas convocó a mujeres del municipio para celebrar el 8 de marzo de 1996 con un cubierto de 2.500 pesetas. La enorme capacidad del local permitía albergar en sus tres salones de mesas redondas de ocho y diez comensales hasta 600 personas. Incluso la Policía Local de la capital se trasladó a El Parador para festejar a su patrón, San Esteban.

Tanto es así, que grandes empresas, como “Pryca”, reunió en “Bocacho” a sus 375 empleados en la Navidad de 1996. Ese fin de año, la gerencia del restaurante diseñó un menú de Nochevieja exquisito, compuesto, entre otras delicias, por “mousse de esturión de beluga”, “filetes de lenguado”, “salmón marinado”, “milhojas de pimientos rojos”, “angulas con mozzarella de búfalo”, “lomos de merluza en salsa de espárragos trigueros”, “cocochas de bacalao” o “solomillo de pato hojaldrado”. Aquella antigua discoteca, reconvertida en restaurante, se convirtió en una casa de referencia de la buena mesa en gran medida a la experiencia y habilidades culinarias de Manuel Díaz Rienda, jefe de cocina, que convirtió el pisto de verduras al dente con bacalao en uno de los platos más demandados. Éste había sido jefe de cocina del “Hotel La Parra” y estuvo en “Bocacho” hasta 1999 que se fue al “Triana Café” y luego a “Casa Blas” de Retamar.

La carta se iba reformando con el paso de los meses y en 1999 podías solicitar dorada al vodka por 2.100 pesetas; bacalao glaseado, 1.800 pts; solomillo al oporto con foie, 2.500 pts o magret con arroz salvaje, 1.800 pesetas. También había un menú degustación compuesto por siete platos que valía 5.900 pesetas. Una completa oferta de verduras, pescados y carnes que, a pesar de ello, algún crítico culinario local dijo que era “para no tirar cohetes”. Pues a pesar de esa opinión muy particular, la popularidad del mesón-restaurante le valió el premio de la Asociación Provincial de Hosteleros ASHAL.

A finales del siglo XX llegaron las cenas y almuerzos multitudinarios aprovechando su amplitud, buen escenario y el magnífico equipo de sonido. Todo era organizado por Juan Sánchez Romera, Encarna Ruiz López, el “maitre” José Antonio Molero Martín y el nuevo jefe de cocina el joven y ya bien formado Alex Sánchez: gala del deporte roquetero, día de los enamorados, el 28-F, semana de la cocina de caza, encuentros de emprendedores de la provincia, jornadas gastronómicas de primavera, galas de “Miss Almería” y “Miss España”, la asamblea de la asociación de informadores de prensa, radio y TV, inauguración de la plaza de toros… sin que faltaran las comidas de trabajo de diferentes empresas y la visita de personajes mediáticos: el futbolista Rafael Gordillo, el periodista José María Carrascal, el matador de toros Julián López “El Juli”….

El nuevo chef impulsó la creación de nuevos platos como judías confitadas, brochetas de vieira con setas de temporada, jabalí con polvo helado de setas, las mollejas de cordero con salteado de hortalizas, ensalada de calabacín y tirabeques con morcilla de Níjar o gazpacho con sardinas marinadas y vinagreta de pimiento y pepino. Pero, sobre todo, promocionó su particular evolución de la cocina tradicional almeriense con las verduras y los pescados de nuestros puertos.

Así fueron los primeros años del XXI, cuando tenía en nómina hasta doce empleados. La publicidad de “Bocacho” se sustentaba en la imagen del chef y en los rebuscados y sabrosos platos de su carta, además de eventos como “cada plato con su vino” o “jornadas agro gastronómicas”. Pero el 27 de septiembre de 2002, el chef de “Bocacho”, e hijo de los dueños, se marchó como jefe de cocina al restaurante “La Chumbera”, dejando a cargo de los fogones a Miguel Ángel Frías. Pero todo tiene un final. Mientras Almería estaba pendiente de los Juegos Mediterráneos, “Bocacho” cambio el cucharón de madera de la cocina por la pala mecánica de la excavadora. Y lo que fue un templo gastronómico se convirtió en 2007 en un residencial de 46 viviendas. Eso sí, el inmueble se bautizó como “Edificio Bocacho”. Larga vida, pues, a su recuerdo festivo y culinario.

stats