Atrapados sin poder regresar a su casa en veleros atracados en Almerimar
Crisis sanitaria por la COVID-19
Familias extranjeras que tenían en el puerto deportivo su punto de partida a rutas por el Atlántico y el Mediterráneo, pasan la cuarentena sin poder abandonar sus naves
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Almería/La cuarentena por la COVID-19 ha sorprendido fuera de sus casas y sin posibilidad de regresar a ellas a numerosas personas, como un matrimonio suizo y una familia alemana que permanecen en sendos veleros en el puerto deportivo de Almerimar, en El Ejido, desde que se decretó el estado de alarma.
En la calle-dársena Conde de Barcelona, a apenas unos minutos a pie el uno del otro, se encuentran estas embarcaciones en las que sus propietarios tenían pensado recorrer el Atlántico y el Mediterráneo, respectivamente.
“Llevamos 20 años en un velero”, releva a Efe Natalie, una suiza francófona que, junto a su marido Hans Peter, germanófono, prácticamente ha dado la vuelta al globo, residiendo durante ocho años en Asia.
“Llegamos -a Almerimar- una semana antes del confinamiento”, revela, añadiendo que su objetivo era seguir hasta Gibraltar, pasar las Islas Canarias y alcanzar Brasil y la Patagonia. Sin embargo, se decretó el estado de alarma y tuvieron que permanecer atracados en este puerto andaluz, aunque Natalie cree que es “mejor” para ellos.
“Es difícil y es fácil. Es fácil porque estamos acostumbrados a vivir en un sitio pequeño. Tenemos agua, electricidad y comida a bordo. No tenemos niños pequeños. Amo a mi esposo, así que no nos peleamos. Por eso es fácil. Es difícil porque es muy largo, no somos españoles y no estamos en casa”, relata.
Natalie insiste en que no tienen miedo a enfermar porque están “muy confinados y la gente respeta la distancia”. Además, apunta que cerca tienen un supermercado, una farmacia y personas “muy amables”, por lo que mantiene que están “felices”.
Lo único que no pueden hacer todo lo que quisieran es andar o ejercitarse. Reconoce que España “tiene reglas muy estrictas, más que en otros países”, aunque cree que así es mejor. También agradece la ayuda de sus vecinos ejidenses y de la Marina. “Estamos muy contentos, no tenemos queja”, incide.
Además, considera que es un buen lugar para pasar el invierno. “En verano no, es muy caro”, bromea Natalie.
En este mismo puerto se encuentran en otro velero el germano Felix, su mujer Marina y sus hijas Lina y Emily, junto a su mascota canina y en este caso trajeron el barco el verano pasado por mar a Almerimar. El progenitor explica que su intención era pasar un tiempo sabático con la familia por el Mediterráneo.
Estos alemanes llegaron a la localidad ejidense a principios de marzo, antes de que se cerrara todo por el estado de alarma. “Mis hijas no han dejado el barco en cuatro semanas, estamos atrapados aquí”, apunta Felix.
No obstante, sostiene que la gente es “muy simpática”. “Una señora mayor de un apartamento cercano nos trajo pastel”, relata a Efe, añadiendo que otro hombre que reside dos barcos más allá del suyo también se porta bien con ellos. “Todavía somos bienvenidos”, afirma entre risas.
Si no hubiese sido por el coronavirus, estos germanos ya estarían navegando por las Baleares, por Mallorca, Menorca... Siguiendo su ruta hacia Sicilia y finalmente Grecia. Ahora, no pueden regresar a su hogar, que está “muy lejos”.
La duda es qué pasará cuando en septiembre una de sus hijas tenga que comenzar las clases. Espera que para ese momento hayan podido retornar al hogar. Mientras tanto, son parte de los insólitos vecinos marítimos de Almerimar.
También es el caso de Guillermo Jiménez y Katherine Stahr, una pareja natural de Argentina que permanece desde hace semanas encerrada a bordo del ‘Shulco’, su velero de 12 metros de eslora y cuatro de manga en cumplimiento de las medidas de confinamiento, aunque llevan cerca de dos años afincados en el puerto deportivo de Almerimar.
“El confinamiento ha hecho un poco más cerrada la vida cotidiana, lo que más extrañamos es salir a pasear. Esperamos que en verano se pueda salir, pero creo que no será tan fácil, hay un poco de angustia ante la posibilidad de contagiarse de una enfermedad que parece difícil de controlar”, ha explicado a Europa Press el propietario del velero, quien vive en él con su pareja desde hace ocho años.
La vida dentro del barco se ha vuelto más “hogareña”, según Guillermo, quien únicamente ha salido dos veces para realizar una compra en un supermercado cercano a la dársena Conde de Barcelona dado que se han visto obligados a dejar de lado sus caminatas por el paseo marítimo. “La sensación es bastante extraña. Almerimar está prácticamente desierto y hay muy poca gente”, ha confesado en relación a este espacio turístico.
En total, el Puerto Deportivo de Almerimar cuenta con 1.032 amarres, de los se encuentran ocupados el 80 por ciento, aunque no en todos ellos hay personas que pasan el confinamiento. “Al principio se fueron bastantes de los que están de tránsito. Han dejado el barco, han cogido un avión y han regresado a sus países de origen”, ha explicado el capitán del puerto deportivo, Javier Marqués, quien por otra parte apunta el alto volumen de barcos que ha asumido el varadero, que está “en doble fila” con más de 140 naves.
“Hay gente que está en el barco y no sabemos ni que están, mucha gente guarda la cuarentena, sobre todo los ingleses, que se lo toman al pie de la letra. Si los ves es de milagro. Suele ser gente mayor y de riesgo, que tienen miedo a contagiarse”, ha detallado el capitán del puerto, desde donde se han adaptado para ofrecer servicios gratuitos.
Aunque no está permitido el uso de los baños del puerto deportivo, desde la dirección se oferta sin coste la limpieza de pozos negros de los veleros, cuyos dueños deben usar sus propios aseos y duchas. También han puesto a disposición de ellos guantes y mascarillas, servicios de recepción de mensajería y se ha intensificado la limpieza de las dársenas, cuyos negocios hosteleros están cerrados. “Desde la directiva se estaba estudiando condonar a los establecimientos que tienen las terrazas dentro de las dársenas los gastos de abril”, han señalado.
El capitán del puerto ha recordado que las medidas de confinamiento ha restringido también la navegación de recreo, ya que solo está permitida la navegación profesional y de pesca. “Llevamos dos o tres semanas tranquilos, ya son más de 15 sin que entre un barco por la bocana”, ha indicado tras recordar que la zona de autocaravanas tuvo que ser desalojada por indicación de las autoridades.
Mientras, las personas que se encuentran en los amarres tratan de hacer vida normal dentro de sus “apartamentos flotantes”. “Disponemos de agua y luz eléctrica, y eso ayuda. El barco permite estar en la cubierta al aire libre sin romper la cuarentena”, ha explicado Guillermo, quien con sus vecinos sale a las ocho de la tarde a aplaudir a los sanitarios mientras que Katherina toca la campana del velero. También le tocará celebrar sus 54 años confinado.
“Las personas que están más cerca de nosotros, están en el pantalán opuesto, a unos 60 metros, creo que es una pareja de holandeses. Sobre el mismo pantalán a 80 metros tenemos también una pareja de finlandeses en su barco, pero no tenemos contacto”, ha trasladado. Son las nuevas tecnologías, una vez más, las que les permiten mantener los vínculos con sus familiares en Argentina, con los que contactan varias veces a la semana por WhatsApp.
La pareja confía en poder volver a navegar próximamente, una vez que los puertos reabran, lo que les permitirá continuar sus visitas por la costa española tras haber recorrido ya Uruguay, Brasil, las islas del Caribe, las Ozores y el litoral de Portugal y sur de España. “Creo que vamos a salir adelante, hay que tener un poco de paciencia, cuidarse y respetar la cuarentena, para hacer las cosas como indica el Gobierno de España, que lo está llevando bien”, ha valorado.
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