Antón López: el hombre que dio nombre a un marchal hace 350 años

Almería

En este año 2023 se conmemora el 350 aniversario de la fundación de El Marchal de Antón López (Enix)

Vista aérea del marchal
Vista aérea del marchal / Martínez Paniagua
Julia Hernández Salmerón

24 de septiembre 2023 - 08:00

Almería/El Marchal de las Contraviesas o El Marchal de Antón López son las denominaciones con las que se ha conocido El Marchal de Enix -su nomenclatura oficial a día de hoy- a lo largo de la historia. El término "marchal" proviene de la palabra árabe ‘almarch’ (al mardj), que significa “vega o campo que se labra o tierra baja como pradera” y "contraviesa" hace referencia a un camino que atraviesa; de hecho, la carretera actual de Roquetas-Alicún está trazada sobre la antigua vía de paso que unía, en primer término, los pueblos de la umbría de la Sierra de Gádor con los de su solana o, en un sentido más amplio, el valle del Andarax con la costa.

Marchal de las Contraviesas fue la primera denominación conocida que tuvo este lugar. Tenemos constancia documental de que fue usada por los moriscos del lugar en el siglo XVI. Sin embargo, El Marchal quedó deshabitado a finales de esa centuria, como consecuencia de la llamada Guerra de los moriscos (1568-1570) -como bien han estudiado Gabriel Cara González y José Gabriel Cara Rodríguez-, tras la que fueron deportados a otros reinos de la Corona: había sido decretada su expulsión del Reino de Granada y, por consiguiente, también de la Taha de Almexíxar, a la que pertenecía El Marchal de las Contraviesas. Los repobladores cristianos que llegaron a la Taha continuaron llamándolo Marchal de las Contraviesas, a pesar de que no sería poblado nuevamente hasta la venida de Antón López en el siglo XVII, quien, a su vez, también lo conocería por ese nombre.

Firma de Antón López
Firma de Antón López / D.A.

¿Quién fue Antón López?

Para responder esta pregunta en este artículo, se ha utilizado su testamento -descubierto por la historiadora María Dolores Segura del Pino, a quien agradecemos que nos lo proporcionara-; se han analizado las múltiples facetas que contiene este documento histórico y, a partir del mismo, se ha esbozado la historia de un hombre y un espacio.

Antón López fue un hombre a quien se puede calificar de "emprendedor" del siglo XVII. Era natural de Dalías, donde residió los primeros años de su vida. Fue propietario de un número importante de cabezas de ganado, con el cual realizaría trashumancia por las vías pecuarias de la Sierra de Gádor. Así entraría en contacto con otros lugares de la comarca, entre ellos, Felix, de donde era natural su primera mujer, Juana Jiménez.

Catastro Marqués de Ensenada (1.753)
Catastro Marqués de Ensenada (1.753) / D.A.

Sus negocios y su carácter decidido lo llevarían a Granada para negociar una operación económica de envergadura. Allí entró en tratos con don Luis Maza de Mendoza y Montalvo, uno de los grandes propietarios de fincas de la Taha de Almexixar, entre las cuales, recordemos, se encontraba el Marchal de las Contraviesas. Antón López consiguió la cesión y el dominio de uno de los marchales más ricos de la Sierra de Gádor, a cambio de realizar un pago anual de 366,5 reales el día 25 de julio, festividad del apóstol Santiago. Todos los años debía ir a la ciudad de la Alhambra para pagarle en mano a don Luis, quien unos años más tarde se convertiría en Marqués de Casablanca -como bien ha estudiado el historiador Juan Pedro Vázquez Guzmán-. Entonces se asentó en El Marchal con su mujer, en donde formaron una gran familia: Juan, Francisco, Salvador, Andrés, Antón, Mateo, Gabriel, María y Ana. A partir de aquel momento, el despoblado Marchal de las Contraviesas volvió a la vida.

En manos de Antón López, se convirtió en una auténtica explotación agropecuaria y silvopastoril: bueyes, vacas, cabras, cabalgaduras, seiscientas colmenas, cientos de fanegas de trigo y centeno, etc. Él mismo afirmó en 1673 desconocer el número exacto de cabras que tenía, "por razón de no haber habido cuentas algunas" en su hacienda; tan solo recordaba la última compra que había hecho: una transacción de quinientas cabras. Tal cantidad de reses supera con creces las necesidades de un autoconsumo, por lo que podríamos estar ante uno de los proveedores del abasto alimenticio de la ciudad de Almería o, quizás, de otras localidades del valle del Andarax (carne, ganado, miel, además de cereales) y se le puede imaginar igualmente como tratante de ganado.

Iglesia parroquial de Santa Teresa de Jesús
Iglesia parroquial de Santa Teresa de Jesús / D.A.

Antón López fue un hombre profundamente religioso. ¿Pensaría él que la Providencia le había sonreído? Los negocios le fueron bien, tuvo larga descendencia y él mismo llegó a una edad anciana. Siguiendo costumbres de su fe, encargó cincuenta misas en "altar privilegiado" de Granada -ciudad que durante tantos años visitó para pagar el censo a los Maza de Mendoza-, junto con las misas preceptivas de sepelio (cuarenta y dos de san Vicente y treinta y tres de san Amador). Otras tantas dejaría encargadas a los conventos de la ciudad de Almería en la que vivió y negoció: cincuenta en el de la Santísima Trinidad, sesenta al de los franciscanos y cincuenta al convento de santo Domingo. Otra localidad que debió frecuentar fue la capital de la Taha de Marchena, Huécija, pues dejó encargo en el convento de los Agustinos de treinta misas por el alma de su primera mujer Juana. Pidió otras veinte misas más por el resto de sus familiares, tal vez en Dalías, en recuerdo de sus padres. La figura de Antón López trasciende, por tanto, la historia del marchal que llevó su nombre, pues durante su vecindad en la ciudad de Almería fue parroquiano de la iglesia de Santiago, lugar que designó para su enterramiento en caso de morir en Almería, en donde fundó también la cofradía de san Felipe, reminiscencia de la devoción de su tierra natal, Dalías, donde este santo es patrón junto con Santiago.

Los últimos años de su vida los pasó con su segunda mujer, Juana Bautista, en Huéchar en la casa de su hija Ana López. En palabras de Antón "por haber estado, como estoy en su casa y haberme asistido a mí y a la dicha Juana Bautista, mi segunda mujer, también ha cuidado siempre, conforme a todo lo que se ofrece para mi servicio". A su muerte, en su testamento, dejó sentadas las bases para crear un núcleo poblacional a partir de su marchal. Repartió a todos sus siete hijos varones el marchal a partes iguales y exigió "que ninguno de los dichos mis hijos no vendan las dichas sus partes del dicho cortijo a ninguna persona que no sea hermano o sobrino de los susodichos o persona de su linaje, porque lo conserven y mantengan, impidiendo que otros que pudieran entrar en él y lo puedan tomar por el tanto que cualquier de los dichos mis hijos y herederos de ellos de que sucediere, dando por ninguna la tal venta o ventas que se hicieren en contrario a esto".

Monumento a la entrada del marchal
Monumento a la entrada del marchal / D.A.

Antón López utiliza el concepto linaje. Su firme determinación era que su marchal no saliera de su estirpe. Esta cláusula la llevó a la práctica su hijo Gabriel López Jiménez, quien residió en la parte que le correspondió del Marchal con su mujer Juana Gómez y su familia. Un siglo después, uno de sus nietos, Lucas López, hacía buena la memoria de Antón López al afirmar el treinta de agosto de 1772 en su testamento ser "hijo de Lucas López, nieto de Gabriel López y Juana Gómez, vecinos y fundadores de este Marchal". En aquellas fechas, El Marchal era ya un núcleo poblacional consolidado y así informaba Antonio Ramos al geógrafo Tomás López, quien preparaba su diccionario geográfico: "El Marchal de Antón López está en la misma sierra, al pie de un barranco distante de Enix un cuarto de legua al norte. Es una aldea nuevamente fabricada; tendrá hoy como treinta vecinos" (aproximadamente 150 habitantes).

El nombre de Marchal de Antón López, usado de manera sistemática a partir del siglo XVII, sería acuñado por el propio Antón López, quien en su testamento se referiría al Marchal como mi marchal en 1673. Este año se cumple el 350 aniversario del nombre histórico y tradicional de esta población. Su biografía, la de Antón, siempre estará unida a la historia del Marchal, un lugar que aún le recuerda en su nombre.

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