Almería ha sufrido 10 terremotos destructivos desde el siglo XV, estos son
naturaleza
La provincia guarda tras de sí una desastrosa historia de temblores
Las administraciones elaboran planes de emergencia para hacer frente a las catástrofes
No se puede negar la evidencia. Sísmicamente, la provincia y todo su entorno Almeria es un punto caliente dentro de geografía nacional. Se debe al contacto de las placas Eurasiática y Africana, que se unen en unos 4 milímetros al año, provocando cientos de terremotos, unos más sensibles y otros casi imperceptibles.
El choque de placas y los sistemas de fallas que se localizan en el Mar de Alborán constituyen un riesgo no solo para la provincia de Almería sino para todo el sur de España y el Norte de África. Las Alpujarras y, concretamente, municipios como Laujar, Fuente Victoria y Fondón, por el empuje de la placa eurasiática y el Levante, a causa de fallas como la Serrata Carboneras o la de Palomares, a la que habría que añadir los temblores provocados por la de Alhama de Murcia, son las dos zonas de la provincia con más riesgo de sufrir terremotos. De hecho, los más devastadores se han producido justamente en esas zonas.
Los recuerdos de terremotos pasados se hacen patentes en varios puntos de la provincia. En Vera, por ejemplo, hay un monolito que recuerda el terremoto de 1518, que se cobró 150 víctimas.
Pero Vera ha sufrido varios terremotos a lo largo de su historia reciente. El primero en 1406, con el derrumbamiento de gran parte del castillo, de la mezquita y de la muralla de Vera. Se estimaron 72 muertes. También se sintió fuerte en Mojácar, produciendo la caída de torres, hundimiento de la fortaleza y un tercio de las casas derribadas (el resto inhabitables). Allí hubo 14 muertos.
En Almería se ha recordado recientemente, con numerosas actividades, el terremoto de 1522, el más destructivo de la historia de España. Provocó, además, graves destrozos en otras 80 poblaciones cercanas. Su epicentro estuvo situado en Las Alpujarras, dentro del término municipal de Instinción, tuvo una magnitud de 6,8 grados y una intensidad de 10 puntos, la máxima que existe.
Pero su efecto destructor tiene que ver con su profundidad, a un kilómetro escaso de la superficie. Las muertes se estimaron en más de un millar. Sin embargo, ese no fue el primer terremoto de la capital. El primero registrado se produjo en 1409 según el Instituto Andaluz Universitario de Geofísica y Prevención de Desastres Sísmicos.
Ese sismo trajo consigo la destrucción de parte de la muralla de la ciudad y al menos el 80% de las casas de Almería. Trajo consigo la desecación de numerosas fuentes.
Ya en 1658, Almería tembló nuevamente. En esta ocasión se sintió también en el Poniente. El terremoto volvió a producir daños en la Alcazaba y provocó derrumbes de viviendas. cayeron torres en el Levante y numerosos daños en la zona de Berja.
En 1751 un terremoto se sintió con fuerza en Vélez-Rubio, dejando numerosas casas inhabitables. Hubo cambios en acuíferos e incluso grietas en el terreno. Dalías también sufrió en 1084. De hecho, el municipio quedó en ruinas y hubo numerosos muertos. Los edificios se derrumbaron en el centro pero no cayeron en la colina. La localidad de Nacimiento sufrió otro terremoto en 1894 y Santa Fe dos en 1911.
Ocaña (Las Tres Villas) hizo frente a un temblor en 1912. Y, desde entonces, no ha habido temblores demasiado dañinos hasta 1993, donde Adra tembló. Los daños no fueron estructurales pero sí en determinados aspectos interiores, así como grietas en fachadas. El terremoto afectó a las fuentes y produjo desprendimientos de rocas. Se dejó sentir en Darrical, Turón, Murtas, Lucaneina, Ugíjar, Alcolea, Dalías, Venta del Pampanico, El Ejido, Puente del Río, Adra y Albuñol.
El futuro
Cuentan los expertos que cada cierto tiempo, con un rango que se establece entre los 400 y 700 años (después de estudiar la serie sísmica) el sur de España tiembla poderosamente. Aunque la península ibérica está en una zona de riesgo moderado, el Mediterráneo es la segunda zona mas activa del mundo, con el 5% de los terremotos mundiales.
Y Andalucía (sobre todo Granada, las proximidades de la ciudad de Málaga y Almería) son las zonas de mayor recurrencia de sismos en España (por la interacción de las microplacas de Alborán e Ibérica con la placa Africana).
En un periodo de retorno de 475 años, según el Plan de Emergencia de Riesgo Sísmico en Andalucía, la provincia de Almería no estaría libre de experimentar una sacudida que alcanzara los 8 grados de intensidad, lo que supondría daños de importancia en aquellos edificios que no estén preparados, sean débiles o se encuentren en ruinas, es decir, en torno a 7.000 viviendas de la capital y unas 5.000 en el resto del Poniente de la provincia, zonas que históricamente han sido las más dañadas de la provincia.
Investigadores de la Universidad de Alicante han elaborado el primer mapa de probabilidad de colapso en edificios de hormigón armado para la península. Y cómo no, en la zona de mayor riesgo, está la provincia de Almería.
Los peligros
Una investigación liderada por el Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona (ICM-CSIC) y la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados (ICREA), en la que también han participado científicos alemanes e italianos, pone nombre a las fallas que mayor fuerza acumulan en el Mar de Alborán.
Todas ellas a escasos kilómetros de la provincia, casi en sus entrañas. La investigación ha detectado dos fallas, la del Alto de Alborán y la falla de Yusuf, que se encuentran en el límite de las placas Europea y Africana, “que han ido absorbiendo la mayor parte de la formación causada por la colisión de las placas Euroasiática y Africana”.
Que una falla o un sistema de fallas acumule energía significa que en algún momento, esta fuerza deba ser expulsada. Y lo hace a base de temblores. Normalmente, a mayor fuerza acumulada, más grande es el terremoto o el maremoto. En su estudio, el CSIC también ha monitorizado la capacidad de provocar importantes terremotos que podrían traducirse en sunamis.
Al respecto, los científicos explican que se trata de estructuras de gran profundad y que, posiblemente, llevan acumulando mucha más deformación que el resto de fallas que se encuentran en la región.“Estamos ante fallas más grandes y continuas de lo que se creía.
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