Almería sobre ruedas en 1909. El coche de don Ramón Orozco

Almería

Deleite en una imagen. El autor, como gran amante de los coches antiguos, se recrea al contemplar una foto de uno de los primeros coches de la provincia a comienzos del siglo XX

Coche Garrucha 1912
Coche Garrucha 1912
José Luis Ruz Márquez

25 de septiembre 2022 - 07:00

Almería/De mi amigo Juan Grima, que igual de bien investiga, edita y comparte, recibí años ha la foto que ilustra de lujo esta página y con ella el mejor regalo para un aficionado del coche antiguo como yo que pionero en Almería fui con mi Ford B de 1932, detrás de Johnny Callejón Mac Donald con su Citroën culo de pollo de 1922. Una foto buena en la técnica, preciosa en la estética e invitadora al diálogo entre la mirada nuestra y la de los faros del coche y los ojos de sus ocupantes.

La he mirado y remirado, he paseado por ella una y otra vez mis ojos disfrutones y he acabado en lo inevitable: me he enamorado... y queriendo saber todo de ella me he centrado en su observación y, la primera en la frente, bajo el radiador, su matrícula de Almería (AL-1..); por lo poco que deja ver, la segunda cifra parece ser cero pero es imposible, pues el AL-10 corresponde al Berliet del ingeniero don Francisco Javier Cervantes, del que ya les hablé hace un tiempo en este Diario; podría ser un seis, pero fue camión el AL-16… Así es que es un ocho: y delante estoy del AL-18, el Clement-Bayard, doble faetón de 18 HP, matriculado en 5 de agosto de 1909 por don Ramón Orozco Cordero.

Delicioso en su contemplación, aún conserva mucho de coche de caballo: guardabarros planos, estribos, ruedas con radios de madera, faros de llama, ballestas, pescante... y hasta la denominación de "faeton" en recuerdo del carruaje inglés del mismo nombre. Aunque la baja cifra de la matrícula pudiera indicar novatez, don Ramón tenía ya un pasado en el automovilismo almeriense pues pionero era desde que el primer coche, un Marot y Gardon venido a la ciudad en 1900, le dejara la boca abierta a él, a todo el Paseo y a toda Almería.

Bien pudo este primer coche ser suyo, pues ya por entonces por curiosidad y economía se había hecho don Ramón con uno también de tres ruedas, similar al de don Herman Fischer, cónsul de Dinamarca, Noruega y Suecia, para adorno glamuroso de su modernista casa, hoy Delegación de Educación: el cortijo Fischer, del Gobernador o de Santa Isabel que de todas estas formas han llamado los almerienses a este hermoso palacete modernista.

Sin registro oficial alguno, en el vacío legal en el que suele andar lo recién nacido, con las ganas nos vamos a quedar de saber marcas y detalles de este par de vehículos "de ensayo", híbridos de triciclo, bicicleta y sillón motorizado, llegados a nuestra ciudad antes de que se estableciera en 1907 la obligatoriedad de la matriculación; como tantas veces, acude en ayuda de nosotros la transmisión oral y de aquellos dos vehículos supe algo por lo que me relató hace años don Gonzalo Alcoba, que los vio de niño y guardó en su extraordinaria memoria.

Por la tradición familiar que me ha transmitido mi amigo Federico Orozco, sé del percance ocurrido a su abuelo don Ramón en la primera travesía de su AL-18 cuando en carretera dió tres petardazos que asombraron a las bestias de un convoy de carros, volcando uno de ellos, indignando a los carreros que blandiendo las varas de sus látigos cargaron contra el conductor que se pie desde el pescante del coche se salvó de la paliza por su maestría en la esgrima, usando su bastón de paseo con tal eficacia que a mí se me antoja que fue el suyo de estoque, camuflado... trance este que convirtió a don Ramón Orozco en el "primer peleante" automovilístico de Almería, al igual que don Francisco Javier Cervantes se había convertido el año anterior en la carretera de Berja, en "primer accidentado". Tiempos eran de pioneros.

Coche Garrucha 1912
Coche Garrucha 1912

Aunque no he logrado situarlo con precisión, el paisaje de la foto no puede ser más de nuestro levante, quién sabe si de Cuevas, Vera, Garrucha, Turre... y aún Mojácar en las cercanías de Las Alparatas, ojito derecho de las muchas fincas que la familia poseía heredadas del célebre abuelo Ramón Orozco Gérez, el político rico y poderoso que hizo posible el Paseo de Almería.

Robusto, con la valentía demostrada, ni una pestaña de sus ojos de carburo mueve, ni una gota le corre por su frente de radiador mientras sostiene a tantos ellos y ellas que, como él, son hoy espíritus vivos por la infinita gracia de Nuestra Señora de la Fotografía. Todo rezuma éxito, burguesía y juventud… más que un día de gira campestre, parece festivo por calendario o por ocasión, una boda, un bautizo, según delata la vestimenta formal y elegante, ellos con el común denominador de la pajarita y ellas con la del fulard con lo incompatible que esta prenda es con las ruedas de los coches en marcha, la fatal combinación que años más tarde ahorcaría en plena marcha de su Bugatti a la mítica bailarina Isadora Duncan.

Ni rastro hay del conductor en la imagen ¿y sáben por qué? porque don Ramón es el que tira la foto, y solo es visible para el coche y sus ocupantes, que esa es la ventaja que tienen los modelo: ser los únicos que, privilegiados colaboradores en la obra de arte, ven al artista trabajar.

Como no queda más remedio que ser honrado del todo hay que llegar al final en el análisis de la foto: observen detenidamente y verán que ante el coche yacen en el suelo unas oscuras bolas que sobre ser simples excrementos son también el indicio de estar el automóvil pisándole ya los talones al carro, a la tartana y a la diligencia… tal parece que el coche fuera un San Miguel que en vez de con Satanás, se ha retratado a punto de pisar, orgulloso, unos cagajones de caballería que representan -con perdón- al viejo orden. Me van a permitir que acabe de este modo tan escatológico el análisis casi forense de la foto pero comprenderán que enamorado hasta las trancas de la col tengo por fuerza que querer las hojitas de alrededor

Y esta es la historia de amor tardío que ha sido posible porque a don Ramón Orozco Cordero se le ocurrió traer un precioso coche Clement-Bayard en pleno verano de 1909… y plasmarlo en animada plenitud dejando así para la posterioridad la más bella de las fotos de la arqueología automovilística de Almería.

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