Almería 2005: el legado después de diez años
El próximo miércoles se cumple una década del evento que cambió la historia de la capital. Dicha cita está, a fecha de hoy, catalogada como la mejor de la historia.
El próximo miércoles 24 de junio se cumplirá una década de la celebración de los Juegos Mediterráneo en Almería. Uno de los acontecimientos más importantes de la historia de una capital que celebrará los diez años de un hito que supuso un antes y un después en el devenir de la sociedad almeriense.
Ese día muchos almerienses echarán la vista atrás para rememorar con orgullo un evento que tuvo su germen en una idea plasmada en la servilleta de un bar en el año 1989. Ese gesto terminó desembocando en la celebración de unos Juegos que permitieron a la ciudad dar un paso de gigante en lo que a infraestructuras deportivas se refiere. Tal es así que hay voces que aseguran que este hito permitió lograr unas instalaciones que no se habrían podido alcanzar hasta dentro de 25 años.
Igual o más importante fueron los valores intangibles que la consecución de este objetivo devolvió a una sociedad almeriense que se conjuró para conseguirlo, demostrando una capacidad de trabajo y una eficacia organizativa sin parangón. Desde que se fraguara la candidatura en 1995, y hasta la propia celebración de los Juegos diez años más tarde, la movilización de los ciudadanos aún hoy se recuerda, convirtiéndose en protagonistas y artífices de esta apertura al mundo que ha servido de inspiración para candidaturas posteriores.
El valenciano Vicente Añó fue el consejero delegado del Comité Organizador del evento y rememora con emotividad para Diario de Almería cómo fueron aquellos momentos. "Tengo un gran recuerdo de los Juegos y de Almería. Me siento orgulloso de haber sido partícipe de los que, sin duda, han sido los mejores Juegos Mediterráneos de la historia", explica el actual presidente de la Federación Valenciana de Atletismo, quien también formó parte de la candidatura de Tarragona que acoge la cita en 2017 y para la que ahora colabora en ocasiones como asesor.
El propio Añó, buen conocedor de la ciudad, asegura que este evento le dio un impulso inimaginable de no haberse celebrado: "Se dotó a Almería de un importante número de infraestructuras deportivas y pasó de ser una ciudad del vagón de cola a un auténtico referente nacional en este sentido", asegura sobre unas instalaciones cuyo aprovechamiento hoy día supera el 90% y que han permitido el incremento de la práctica deportiva por parte de los almerienses en un 40% en los últimos diez años.
La clave del éxito fue, "en primer lugar, el acuerdo de las instituciones, que dejaron de lado cualquier rencilla y se centraron en el objetivo. Por otro lado, fue determinante la estabilidad del Comité Técnico que yo dirigía".
El impacto económico que tuvieron los Juegos Mediterráneos fue muy importante, tal y como señala Añó. El propio Comité Organizador contrató un total de 470 personas de manera directa y alrededor de 2.000 provenientes de las empresas que tomaron parte. A eso hay que añadir otras 7.000 que intervinieron en la construcción de las doce instalaciones deportivas de competición y la remodelación de otras ocho gracias a una inversión de 130 millones de euros.
Mención aparte tiene la espectacular labor de los 4.300 voluntarios que dieron vida a esta cita histórica. "Fue fantástico ver como se coordinaron y trabajaron todos ellos porque son la verdadera imagen de todo evento deportivo de esta magnitud y dieron una lección de buen hacer".
Del legado que dejaron en la capital los Juegos Mediterráneos se siguen beneficiando los almerienses después de diez años, aunque lo más importante de esta efemérides es echar la vista atrás y comprobar la capacidad de una sociedad que supo estar unida para conseguir sus objetivos.
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