"Almería es una empresa al alza que abandona su nostalgia"

Vivió en Almería una etapa como periodista en la que vio cambiar a la provincia y la visión que tenía de su cine, su gastronomía y su gente

Manuel Ventero vive en la actualidad en Madrid donde se ocupa de las seis emisoras de RNE.
Manuel Ventero vive en la actualidad en Madrid donde se ocupa de las seis emisoras de RNE.

Manuel Ventero (Ávila, 1961) es el nuevo director de Radio Nacional de España, una cadena que tiene seis emisoras bajo su manto de armiño, sonido y contenidos de calidad y sin publicidad, con un millón y medio de oyentes que permanecen fieles a la radio pública y que llega a los lugares más perdidos, donde la radio comercial no hace negocio. La BBC inglesa, la NPR norteamericana, France Inter, la RAI o la NHK japonesa cumplen el mismo cometido y en ello se ocupa ahora, pero lo que pocos conocen es que vivió en Almería, que vio la antigua rambla transformarse en la avenida peatonal que vertebra la ciudad junto al Paseo, que le gusta el cine y entrevistó a Sancho Gracia antes de morir preguntándole por su célebre película 800 balas, rodada en Tabernas. La gastronomía almeriense le dejó tan buen sabor de boca que aún la proclama ante quien tiene curiosidad por ello.

-¿Como llegó a Almería? Imagino que ya solo será un recuerdo que además le dejaría un poso de relaciones personales variadas...

-Llegué procedente de Marbella. El cambio fue notable y acostumbrado a aquel escenario, no encontraba muchas similitudes, ciertamente. Me costó un tiempo adaptarme, pero hoy recuerdo Almería con un inmenso cariño, y tengo del almeriense un concepto elevado como carácter y como persona, en lo individual y en lo colectivo.

-El desierto y el viento suelen marcar a los que viven en Almería. ¿A usted le condicionaron?

-Visitar Tabernas está muy bien, pero otra cosa diferente es el concepto que emana del desierto, que es mucho más profundo. Un almeriense me explicó su alcance verdadero, que va más allá la tierra árida que alberga el divertido mini-hollywood. Quizás eso sea parte del carácter almeriense, tal y como yo lo percibí entonces: la nostalgia de un tiempo perdido, aquello que pudo ser el Hollywood de Europa y ahora rememora de otra forma aquel recuerdo. Eso también ha hecho que todo permanezca más inalterable al tiempo que en otras provincias. Y eso a mi juicio es su atractivo, su originalidad y su personalidad.

-Me imagino que viviría como un transeúnte, de casa en casa.

-Viví en un piso de alquiler, en la calle Navarro Rodrigo, junto a la Diputación y al Mercado de Abastos, muy cerca del Paseo. También viví en Oliveros, donde mi piso, que era un décimo, temblaba con el viento como las hojas de una palmera. Viví el terremoto de aquel año, emociones no me faltaron. Mi primer casero, un tipo refinado, profesor de Instituto y anticuario, me explicó su particular "teoría -y praxis- de la resignación", que consiste en no empeñarse inútilmente en derribar muros imposibles, y dedicarse, por el contrario, a administrar inteligentemente los recursos. En este caso, a embellecer el muro, y tal vez pintarlo y decorarlo, y al fin, hacer de ese yermo un espacio confortable. Porque todos tenemos nuestro particular desierto. No he olvidado jamás aquella conversación, y no siempre lo consigo, pero intento desde entonces pintar trampantojos en las murallas que son, a todas luces, infranqueables.

-¿Le suscitaron curiosidad las películas que se rodaron en Almería?

-Soy degustador de cine, pero no soy cinéfilo, tengo mis propios gustos pero quizás muy alejados del común. O quizás no tanto. La película 800 balas de Álex de la Iglesia, refleja de manera acertada esa idea de desierto a la que me refiero y que sentí intensamente el tiempo que viví en Almería. Una sensación de páramo, de soledad, de abandono; como también de nostalgia de un pasado remoto pero siempre mejor, y de una ambición interrumpida. Creo que esa huella permanece en el temperamento almeriense, si bien, hoy la realidad es otra bien distinta: Almería es una tierra pujante y yo lo celebro.

-Pasó como periodista por Almería, Granada, Marbella y Sevilla, cuatro provincias andaluzas y cada una con su propia idiosincracia. ¿Se atreve a dar sus rasgos de carácter de acuerdo a su experiencia en cada una de ellas?

-Sevilla no tiene igual. Dicen que lo peor de Sevilla son los sevillanos, pero lo cierto es que sin los sevillanos, Sevilla no existiría. Hay una Marbella que no me interesa, que es la que conoce la mayoría de la gente. Pero es también un pueblo andaluz con gente que vive al margen del oropel, que es cosa de poco valor y mucha apariencia. Los marbelleros -que no marbellíes- saben bien a qué me refiero y uno de mis hijos nació allí, sé de lo que hablo. Granada es un tesoro. Viví en el Realejo, un barrio cristiano -antes judío- situado a los pies de la Alhambra, en el que no escuché más que tres tipos de ruido: el del afilador ofreciendo sus servicios una vez a la semana, el de la mujer que vendía higos chumbos y el de las campanas de un convento de monjas de clausura. Y un recuerdo nítido también: el olor exquisito del obrador de pastelería que estaba junto a mi casa. Almería es una empresa al alza que abandona el punto de nostalgia que la caracterizó. Buena gente, orgullosa -y motivos no le faltan- de su tierra. Inolvidables para mí los gurullos, la berza, la caracola, las habas y el tocino ibérico, por no hablar del ajo blanco o del pescado de roca de la Isleta del Moro. Y sin olvidarme, por supuesto, del trigo.

-En esta nueva etapa en RNE ha pasado de director de centro territorial y entrevistador en 'Siluetas' de Radio 1, aquel programa que nos deleitaba con conversaciones dominicales en profundidad. ¿Le han elegido por eso?

-Llevo casi tres décadas en Radio Nacional, la casa que me ha dado todo lo que profesionalmente soy y algo de ella conozco: lo primero es que estoy eternamente agradecido y orgulloso de pertenecer a la radio pública española, otra forma de encarar el trabajo periodístico y radiofónico, con mucho por renovar, con mucho por mejorar, pero siempre imprescindible.

-Hoy gestiona seis emisoras diferentes. ¿Se atreve a dar una pincelada sobre cada una de ellas?

-Radio Nacional es la emisora de referencia en lo informativo, seria y responsable, plural y, hasta donde podemos, divertida. Radio 3 es joven, creativa, experimental, un laboratorio de ideas y nuevos lenguajes radiofónicos, atrevida e imprescindible. Radio 5 Todo Noticias es la inmediatez, la noticia en estado puro, la radio de servicio: próxima y útil. Radio Clásica puede definirse con una sola palabra: Selecta. Radio Exterior es la lengua y la cultura españolas en el mundo, una herramienta fundamental para la difusión de la empresa española y Radio 4 en Cataluña es el vehículo de difusión de un elemento diferencial como es la lengua catalana.

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