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La Almería de Maribel
Vamos a dar un paseo por las Plazas con encanto que tiene Almería en pleno casco histórico, fruto de su historia y de los edificios que la presiden. Una de las Plazas más emblemáticas de Almería, es La Plaza de la Constitución (Plaza Vieja), fue el antiguo zoco del arrabal de la Musalla en época musulmana, configurándose definitivamente como Plaza en el siglo XIX. En ella se situa el edificio del Ayuntamiento, construido entre finales del siglo XIX y principios del XX, donde destaca su fachada principal según proyecto del arquitecto municipal Trinidad Cuartara Casinello. La plaza ha recibido varias denominaciones a lo largo de su historia. Con los Reyes Católicos se llamaría del “Juego de Las Cañas”, y en 1812 empezó a llamarse Plaza de la Constitución, pero popularmente se le conoce como “Plaza Vieja”. Es cerrada y porticada, característica de las plazas que se diseñan en el siglo XIX.
En su centro, se encuentra una monumental columna de mármol de Macael, conocida popularmente como “Monumento a los Coloraos”, que recuerda a los liberales llegados a las Playas de Almería con casacas rojas (de ahí su nombre) para proclamar la libertad y la Constitución en contra del despotismo de Fernando VII, siendo fusilados 24 de ellos el 24 de agosto de 1824. Cada 24 de agosto se realiza un merecido Homenaje. La fachada norte corresponde al “Convento de Clausura de las Claras”, que la preside el majestuoso cimborrio. En la Plaza está “El Centro de Interpretación Patrimonial”, donde se recoge toda la historia de Almería de forma interactiva en sus tres periodos fundamentales: Almería Musulmana, Cristiana y Contemporánea, y posee una azotea con inigualables vistas de la Alcazaba y la ciudad. Por uno de los arcos de la fachada del Ayuntamiento, nos adentramos en la Calle Árraez que desemboca en La Plaza Campoamor, sus árboles y vistosas buganvillas engrandecen el centro de la plaza presidido por un “Bajorrelieve de San Valentín”, ejecutado en 1965 por el insigne fundador del Movimiento Indaliano, Jesús de Perceval. La verja que lo rodea repleta de cándados hacen perpetuar el “amor sin fin”. En la propia Calle Árraez se levanta la fachada de La Casa Palaciega de los Marqueses de Cabra”, del XIX, sede del Archivo Municipal “Adela Alcocer” que se caracteriza por su clasicismo y monumentalidad. Continuando hacia la Plaza de la Catedral, a través de la calle estrecha y sinuosa José Ángel Valente, se encuentra la “Casa del Poeta”, una vivienda del siglo XIX que se puede visitar y forma parte de la red de espacios museísticos del Ayuntamiento de Almería. En ella se podrá admirar la estructura de las casas de la época (1868) y el legado y obra dejado por el poeta y ensayista Valente, que estuvo viviendo en ella los últimos quince años de su vida, estando muy implicado en la cultura y el patrimonio de Almería. Cercana a la Casa del Poeta, y en la misma calle está la fachada barroca de la iglesia convento de las Puras. Desde este lugar hay una inigualable vista de la estructura de la calle de herencia musulmana con la Alcazaba al fondo.
Continuamos hacia La Plaza de la Catedral, una de las más históricas de Almería y donde se encuentra la Catedral de la Encarnación. Es una Catedral-Fortaleza con una poderosa fachada que ocupa toda la plaza, presidida por una portada muy ornamentada que alberga los escudos de Carlos I de España y V de Alemania, y el del obispo fundador Fray Diego Fernández de Villalán. Destacan sus contrafuertes sin pinaculos sobresalientes, una torre semicircular (también conocida como el cubo de la Catedral) y la gran torre campanario a modo de torre del Homenaje, recientemente restaurada. La Catedral empezó a construirse entre 1524 y 1525, terminando definitivamente en el siglo XVIII con la construcción del claustro neoclásico ejecutado por Juan Antonio Munar. En la Plaza, se sitúa “El Hotel Catedral”, hotel con encanto ubicado en una de las viviendas señoriales del siglo XIX que ha conservado su fachada. Frente a la Catedral, está el Palacio del Obispo, de 1898, construido por los arquitectos Trinidad Cuartara Cassinello y Enrique López Rull. La Plaza a lo largo de su historia ha experimentado diversas transformaciones, la última en el 2000, la convirtió en una plaza peatonal de mármol de Mácael con palmeras de alto porte. En La estecha calle Cubo que bordea el perímetro de la Catedral, se encuentra un torreón octogonal con un enorme “SOL” antropomorfo rodeado de una guirnalda de corte renacentista, que se corresponde en su interior con la capilla del Santo Cristo de la Escucha, la más antigua de la Catedral y donde está enterrado el obispo fundador de la Catedral Fray Diego Fernández de Villalán. El “SOL” es el símbolo de la capital de Almería y el anagrama de la Universidad (UAL).
La calle Cubo desemboca en La Plaza Bendicho, un lugar recoleto con jardines y edificios bajos. Rompe su fisonomia urbanística un edificio de diez plantas, construido en los años 70 del pasado siglo XX. En sus jardines está el busto de la profesora y escritora “Celia Viñas” realizado por Jesús de Perceval, que llegó a nuestra ciudad en 1943 para impartir clases en el antiguo Instituto de Segunda Enseñanza y actual Escuela de Artes. Celia estuvo muy implicada con la vida cultural de la ciudad truncada por su pronta muerte en 1954. Desde la Plaza con sus típicos balcones se observa “La Casa de los Puche”, considerada como la más antigua de la ciudad, de finales del siglo XVI y siglo XVII. Su interior se estructura alrededor de un patio y tras su rehabilitación es sede de la Cofradía del Prendimiento. Junto a ella está “La Casa de la “Musica”, edificio del siglo XIX muy rehabilitado y actual sede del Área de Cultura de la Diputación Provincial. Bajando por la Plaza Bendicho nos adentramos en la Calle Braulio Moreno y en la calle Hospital. Entre este pequeño tramo de calles está La Plaza Bálmez que también es llamada Maestro Antonio Rodríguez Espinosa y está presidida por el “busto de Federico García Lorca”. El edificio que se observa al fondo de la Plaza, fue vivienda del singular poeta granadino Federico García Lorca entre los años 1906 y 1909. El maestro Antonio Rodriguez Espinosa, era tutor de Lorca y al ser destinado a Almería, se trajo con él al insigne poeta. Una grave enfermedad bucal fue la causante de la marcha de Federico de Almería a Granada.
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