Agonía de 60 años de historia del Séptimo Arte

Almería dilapida su patrimonio cinematográfico con decorados abandonados y edificios a punto de desaparecer

María Victoria Revilla

03 de julio 2011 - 09:36

La destrucción de la Cueva de Conan ha desatado indignación social, pero lo cierto es que Almería no es desde luego un ejemplo a seguir por cualquier ciudad que quiera apostar por el cine como dinamizador turístico. Cuando este verano se cumplirán sesenta años del primer rodaje en Almería, La llamada de África (César F. Ardavín), y cuando las autoridades parecen haber despabilado con una apuesta abierta por sacar rédito al legado del Séptimo Arte, cabe preguntarse qué queda realmente de ese idilio con el cine. Un repaso a la filmografía almeriense ofrece una respuesta decepcionante.

Capital y provincia han dejado perder gran parte de su patrimonio cinematográfico con decorados ignorados o con una lenta y agónica ruina de edificios que, pese a su valor histórico, permanecen sumidos en el abandono.

Salvo modélicas excepciones, como el cortijo El Sotillo, en San José, que fue escenario del primer western de Sergio Leone (Por un puñado de dólares, 1964), y que hoy, reconvertido en hotel, mantiene la misma estructura arquitectónica e incluso recuerda en su interior su participación en el cine; o la adecuación del Plan Turístico del Ayuntamiento de Níjar en la pedanía de Los Albaricoques (La muerte tenía un precio, Sergio Leone, 1965), con la reconstrucción de su famosa era o la señalización de sus calles, lo habitual es todo lo contrario: la ignorancia y el abandono. Juan Enrique Pérez Miranda, del grupo Almeriacine, ofrece este recorrido de lamento.

En la capital, aparte del destrozo de la Cueva de Conan, muy cerca, se encuentra el Cortijo Góngora, en La Molineta. Esta casa palaciega con jardines árabes, que fue la suntuosa Villa Pedecaris en El viento y el león (John Milius, 1975), con Sean Connery y Candice Bergen como estrellas protagonistas, sobrevive a los ataques de vándalos y a la ruina mientras sus dueños, o el Ayuntamiento, deciden alguna recuperación que no acaba de llegar.

La provincia ha sabido salvar tres grandes decorados, Oasys, Fort Bravo y Western Leone, con un uso principalmente turístico y esporádicos rodajes. Pero muchos otros viven sus últimos días o pasaron al olvido hace años.

Es el caso de la gran fortaleza construida en la carretera de Gérgal para El Cóndor (John Guillermin, 1970), con Lee Van Cleef, Jim Brown y el almeriense de adopción Florencio Amarilla. Después de aparecer en numerosas películas, Una razón para vivir y una para morir, (Tonino Valerii, 1972), con James Coburn y Telly Savallas, Marchar o morir (Dick Richards, 1977), con Gene Hackman y Catherine Deneuve, Conan, el bárbaro (John Milius, 1981), con Arnold Schwarzenegger y James Earl Jones, entre otras, su última remodelación, para Honolulu Baby (Mauricio Nichetti, 2001), dio paso al abandono, con todo el muro perimetral desaparecido, torres a punto de caer y un estado de ruina generalizado. Situado en una finca privada de caza, el acceso está prohibido por el peligro también que entraña caminar junto a sus pocos muros en pie.

Muy cerca de El Cóndor, cuando la A-92 empieza a subir hacia Gérgal, ya es difícil ver, a la izquierda, algún resto de muro del poblado de adobe, con una airosa iglesia, que fue Nueva Frontera. Charlie-One-Eye (Don Chaffey, 1973), Caballos salvajes (John Sturges, 1973), con Charles Bronson y Jill Ireland, y Directos al infierno (Alex Cox, 1987), con Joe Strummer y Courtney Cox, son algunos de los títulos que utilizaron este decorado, prácticamente desaparecido.

Un lugar con innumerables valores culturales, por cuya recuperación –más bien reconstrucción–, claman numerosos colectivos culturales es el Cortijo del Fraile, que guarda también una valiosa relación con el cine. Para el gran maestro italiano Sergio Leone fue un escenario fijo –La muerte tenía un precio (1965), El bueno, el feo y el malo (1966), Agáchate, maldito (1970), y otros muchos títulos como Yo soy la revolución (Damiano Damiani, 1966), La lengua asesina (Alberto Sciamma, 1996), El Coyote (Mario Camus, 1997), con actores como Clint Eastwood, Lee Van Cleef, Eli Wallach, Gian Maria Volonté, Klaus Kinski, Robert Englund y José Coronado, lo inmortalizaron en el celuloide. Hace solo tres años la exitosa serie de televisión Los hombres de Paco rodaba en el interior de la capilla la boda de los protagonistas, lo que produjo una gran repercusión mediática y una importante afluencia de seguidores.

El Chorrillo, en Sierra Alhamilla, con acento oriental, es lugar de juegos de paintball, lo que está deteriorando a gran velocidad un entorno que hace pocos años servía para representar Afganistán en Hermanos (Susanne Bier, 2004) o las tierras bíblicas de Galilea en The gospel of John (Philip Saville, 2003). La aspiración de hacer llegar aquí una vía verde desde Pechina o Almería posiblemente choque con las pretensiones de los propietarios de urbanizar en un futuro.

Las minas de oro de Rodalquilar han albergado algunos de los más impresionantes decorados construidos en Almería. Sus torres, plataformas y depósitos fueron un orfanato en Guerreros del sol (Alan Johnson, 1986) y un imponente castillo con su aldea a los pies en la Inglaterra medieval en El misterio de Well (Paul McGuigan, 2003), con actores tan conocidos como Willen Dafoe y Vincent Cassel. Durante el rodaje, Rodalquilar recibía a una multitud de curiosos para admirar aquel espectacular decorado, pero finalmente se volvió a perder la oportunidad de conservar un evidente foco de atracción y todo fue derribado al terminar.

Al contrario que otros de los citados, en manos propiedades privadas, la planta Denver está abierta a cualquier curioso, pero es tal su estado de deterioro que es desaconsejable pasear por sus escaleras y plantas. Más en el olvido han quedado otras localizaciones como el poblado Mimbrero, el Fuerte Gobi o el oasis de Rambla Viciana.

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