Desde Adra con dolor
Once abderitanos perdieron la vida en la madrugada del 18 de marzo de 1.982 en un accidente de tráfico cuando el autobús en el que viajaban con destino a las Fallas de Valencia chocó con un camión de alto tonelaje

EN Adra la fecha se recuerda todavía. Once vecinos de esta localidad murieron en un terrible accidente de circulación ocurrido la madrugada del 18 de marzo de 1.981 víspera de San José tras una violenta colisión en la provincia de Murcia entre el autobús en el que viajaban con destino a las Fallas de Valencia y un camión de alto tonelaje. Veintisiete años después de esta tragedia recordamos esta funesta efeméride que durante mucho tiempo ahogó de dolor a los vecinos del municipio
A muchos de los viajeros la muerte les pilló durmiendo. Poco antes del desgraciado accidente, el autocar conducido por Sebastián Salmerón Escobar había efectuado una breve parada en un pequeño bar de carreteras en el tramo entre Hellín y Novelda para que los pasajeros estirasen las piernas, tomaran un café o hiciesen sus necesidades fisiológicas. Apenas veinte minutos. Reanudada la marcha, a las cuatro y veinte de la madrugada se produjo la tragedia.
Varias horas antes, sobre las ocho de la tarde, cincuenta y un vecinos de Adra subían ilusionados al autobús estacionado en las inmediaciones del puerto. Su destino, conocer las Fallas de Valencia. Esperaban despertar en la capital del Turia la mañana del día 19 de marzo. Entre el pasaje bastantes jóvenes y algunos niños.
El accidente, según relataron entonces algunos de los supervivientes, fue visto y no visto. El autobús circulaba por la carretera de Hellín cuando al llegar a la altura del kilómetro 36, en una zona conocida como el paraje de La Reinosa, se cruzó con el camión matricula MU-3581-I originándose la tragedia a escasamente dos kilómetros de Jumilla.
En la maniobra de cruce entre ambos vehículos, el conductor del camión efectuó un viraje inesperado y una enorme maquina excavadora que transportaba perdió la fijación deslizándose hacia un lateral. El efecto fue terrible. Como si fuese una guillotina, la pala cortó parte del lateral izquierdo de la carrocería del autobús. El resultado fue catastrófico.
Todos los pasajeros que viajaban junto a las ventanillas fueron decapitados por la hoja de la máquina. Uno de los cables que sujetaban la excavadora se soltó y al caer la hoja sesgó la cabeza de once de los viajeros que murieron en el acto. Otros dos pasajeros resultaron heridos muy graves y otros cinco heridos de diferentes pronósticos. Curiosamente los conductores de ambos vehículos resultaron ilesos.
La noticia del accidente corrió como la pólvora entre los vecinos de Jumilla y aldeas cercanas. Desde el cuartel de la Guardia Civil de Jumilla se activaron los mecanismos de auxilio y socorro a las victimas. En poco tiempo todos los vehículos del pueblo estaban movilizados. Tres de los heridos más graves fueron evacuados en coches particulares y ambulancias hasta la residencia sanitaria Virgen de la Arreixaca de Murcia mientras que los restantes, menos graves recibieron asistencia sanitaria en la Casa de Socorro de Jumilla.
Los bomberos de Murcia y la Guardia Civil tuvieron que realizar un extraordinario esfuerzo para poder rescatar los cadáveres atrapados entre una amasijo de miles de kilos de hierro y chapa. El estado en que quedaron los vehículos implicados en la calzada provocó que durante más de cuatro horas estuviese cortado el tráfico rodado hasta que varias grúas lograron mover los restos del camión y del autocar.
Autoridades y sanitarios se encargaban mientras tanto de consolar y tranquilizar a la treintena de pasajeros que resultaron indemnes, aunque muchos de ellos afectados de fuertes crisis nerviosas con motivo de la dantesca situación vivida. Muchos no se creían lo ocurrido. Fueron alojados en el cuartel de la Guardia Civil de Jumilla hasta que unas horas más tarde otro autocar de la misma empresa desplazado hasta la localidad murciana los trasladó de nuevo hasta Adra. Un viaje que se hizo eterno donde solo podía escucharse el sollozo y los llantos de los pasajeros recordando a los vecinos muertos.
Desde el propio cuartel de la Guardia Civil de Jumilla se informó del accidente y sus terribles consecuencias a las autoridades de Adra. El pueblo entero se echó a la calle. Empezaban a conocerse ya los primeros detalles del accidente y la identidad de los fallecidos. Los cadáveres permanecían en el cementerio municipal de Jumilla esperando su traslado hasta Adra. Desde el Gobierno Civil de Almería se canalizó toda la información y los tramites necesarios para su traslado hasta el municipio almeriense.
La mañana del 19 de marzo, Adra amaneció de luto. Las banderas con crespones negros ondeaban a media asta en el ayuntamiento abderitano. Todos los festejos programados por la festividad del día de San José fueron suspendidos. En Jumilla se oficio ese mismo día un funeral por las victimas del accidente al que acudieron numerosos vecinos de Adra. Los coches funerarios fueron escoltados durante todo el trayecto por motoristas de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil llegando a Adra sobre las once de la mañana.
Poco antes, el gobernador civil de la provincia José María Bances junto al alcalde de Adra, Pedro Sarmiento y el presidente de la Diputación de Almería José Fernández Revuelta se dirigieron a los numerosos vecinos congregados frente al ayuntamiento abderitano ofreciendo todo su apoyo a las familias de las victimas testimoniando su pesar y mensajes de consuelo. El presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, mandó un telegrama de condolencia a las familias de los fallecidos a cuyo pésame su sumaron los Reyes de España, el ministro del Interior y el Teniente General Gutiérrez Mellado.
El funeral de "corpore in sepulto" se celebró ante miles de personas la mañana del 20 de marzo en la plaza de San Sebastián frente a la ermita de la patrona de Adra.
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