Abuelos ‘infiltrados’ en los colegios de Almería
Almería
Un programa intergeneracional los convierte en “agentes de cambio” y llevan, mediante los juegos, el cuidado del planeta a más de 750 escolares de cinco centros de enseñanza
Nada envejecen sus 82 años la viveza de su mirada y esa dulzura con la que se dirige a los niños, que hacen que María Granero irradie el halo de abuelita querida con un magnetismo entrañable. Deja hoy el teatro que tanto le gusta y a sus compañeras de representaciones para enfrentarse a un público exigente, pues es uno de los “agentes de cambio” infiltrados en las aulas de la capital para inculcar a los escolares la importancia de reciclar materiales y el uso de las energías renovables a favor de la conservación del planeta.
Sobre los pupitres del colegio Ciudad de Almería no están las mates ni los deberes de lengua y la profe se ha situado en un segundo plano, cediendo a María la clase. Le acompañan Irene y Pilar, parte del equipo del programa denominado Mayores como agentes de cambio: MDJ promoviendo la eficiencia energética a través del juego, impulsado y financiado por la Fundación EDP.
“Con este programa se pretende transformar los hábitos de los ciudadanos para conseguir una ciudad más amable, más calidad medioambiental, en el que cada persona participante puede aportar y concienciar en eficiencia energética, obteniendo un doble objetivo, la mejora de nuestro entorno y la mejora de nuestras competencias personales: mayor responsabilidad social y conciencia ética”, explica la Asociación Afim21 (Atención Familia Infancia Mayores), que desde hace una década trabaja en Almería con todo tipo de colectivos desarrollando actividades que promuevan la participación ciudadana y el cambio social.
Afim21 es la encargada de llevar a la práctica esta iniciativa, que se está desarrollando a lo largo de tres meses en cinco centros de enseñanza (junto al ya citado, Padre Méndez, Adela Díaz, Madre de la Luz y Mar Mediterráneo).
Participan un total de 760 escolares, de entre 6 y 12 años, y veinticinco personas de entre de 55 y 89 años, los “agentes de cambio” que, como María, reparten en clase juegos en lugar de libros, aunque son 65 los mayores que colaboran en total en este novedoso programa que conecta a generaciones de vidas y experiencias muy dispares, y donde, como explica Irene Villanueva, el “aprendizaje va en ambas direcciones”.
Primero les toca a los mayores, a los que los monitores le enseñan que el “cambio climático es una realidad que está marcando nuestras vidas y el mejor modo de actuar es adaptarnos a las circunstancias, y el objetivo de la Agenda 2030 de garantizar el acceso a una energía asequible, sostenible y moderna para todos”.
A María, como a muchos mayores, les cuesta algo más. “No es sencillo para nosotros, pero hay muchísimas formas de colaborar con el reciclaje y la conservación del planeta como no ensuciar las calles”, comenta al término de la primera parte de este programa donde son ellos, los agentes, los alumnos.
Las primeras horas de la mañana reciben las clases de Afim21. Les forman como tales mediante el juego, combinando un entrenamiento neurocognitivo a través del juego junto con otras actividades que fomenten la conciencia ambiental y la eficiencia energética, como la separación de residuos, la identificación de energías renovables y el ahorro energético en las viviendas.
“Estas personas, además de conseguir un beneficio en sus propios hogares, van a realizar una transferencia intergeneracional de conocimiento en acciones organizadas para asociaciones y centros educativos”, explica Afim21 a lo que Pilar, una de las responsables de esta primera parte de la actividades, añade que “el juego y la metodología lúdica no tienen edad”, así que “cualquiera que esté dispuesto a pasárselo bien es bienvenido”.
El entretenimiento y el tener ocupado su día a día son dos de los motivos que convencieron a María para convertirse en “agente de cambio”. Se mueve con maestría ante los escolares pero, salvo una pequeña experiencia en su juventud en Taberno, su pueblo natal, no figura en su experiencia pasada el haber sido profesora. “Mi marido murió antes de que transcurrieran tres años de casada, tengo solo una hija y solo un nieto, David, de diez años. Participo en muchas actividades, intento mantener mi mente activa y es que, además, me encantan los niños. Me lo paso muy bien con ellos”, comenta sobre las razones que le han llevado a participar en este programa, en el que saca partido al juego como recurso que “genera ideas y propuestas creativas que permitan la integración real de personas que no están conectadas socialmente”.
“Los mayores son uno de los colectivos más necesitados y que a la vez dispone de tiempo y gran motivación para aportar y transferir sus conocimientos a otros colectivos como los niños”, explica Afim21.
Concluida la primera parte de taller, María y el resto de “agentes de cambio” se distribuyen junto al del equipo de Afim21 entre los colegios participantes. “Tienen mucha experiencia y sabiduría y creemos que pueden ser un buen ejemplo para los más pequeños” que, a su vez, funcionan como mensajeros en sus casas.
Lo que hay hoy en sus pupitres hay unos pequeños tableros de papel en forma de hexágono que, en dos pasos y mediante el juego, los convierten en “exploradores del planeta” que, de la mano de los “agentes del cambio”, van a ir descubriendo conceptos relacionados con las energías renovables y el cambio climático, y cuáles son los hábitos para ser “pequeños cuidadores, grandes héroes de la tierra”.
María les explica qué tipos de energía existen y la importancia del sol, así como gestos, a llevar a casa, como apagar las luces, desconectar los aparatos cuando no se usen o tener cuidado con el agua. Tienen el aliciente, además, de poder participar en un concurso entre colegios y también presentarse con sus familias, siendo los premios lotes, como no, de juegos. El instrumento base de esta experiencia de Afim21 y Fundación EDP.
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