18 de julio: El día que estalló la Guerra Civil

Efeméride

Hoy hace 88 años que la sublevación militar contra la República abrió la puerta a la contienda

El cine que amamos (I). “La niña del abrigo rojo”

Desfile de las tropas franquistas en la Guerra Civil
Desfile de las tropas franquistas en la Guerra Civil / D.A.

Pocas fechas parecen tan marcadas en el calendario de la historia de España como el 18 de julio de 1936. Un sábado de calor infernal en el que parte del país se despertó intranquila tras escuchar en la radio, a las 8:30 de la mañana, el anuncio del Gobierno. Algunas unidades del Ejército se habían sublevado en Marruecos, que en apenas unas horas se propagaron por todo el Protectorado español, contra el gobierno del Frente Popular. El comunicado buscaba transmitir tranquilidad y sensación de control. Los ciudadanos habían reaccionado “unánimemente y con la profunda indignación contra esa tentativa”. La prensa diaria, siguiendo consignas de las autoridades, no contaban nada todavía. Las primeras portadas llegaron con los diarios de la tarde y se generalizaron el día siguiente. Mientras, las notas radiofónicas gubernamentales se sucedieron a lo largo de la jornada con pesimismo y con nervios a flor de piel. Las ondas radiofónicas se convirtieron en narradoras protagonistas, y fue el mejor medio de comunicación para los comunicados y la propaganda política.

Esta fecha es, sin duda, la más siniestra de la historia contemporánea de nuestro país, mitificada por unos y denostada por otros. Dada la persistente tergiversación de la historia, tanto dentro como fuera del país, es importante entender exactamente lo que pasó aquel fatídico fin de semana. Una afirmación frecuente en los manuales de historia reza aproximadamente: “El general Franco dirigió un golpe de Estado fascista para derribar a la República”. Entre los cientos de publicaciones y escritos sobre esta incivil contienda, esta frase es una de las más expresadas. Otros escritos señalan al general Mola y Sanjurjo los que dirigieron la operativa militar, no Franco, quien se sabe se comprometió firmemente con la revuelta militar solo cinco días antes. No fue concebido como un golpe de Estado (aunque, hay que llamar a las cosas por su nombre, empezando, sin ir más lejos, por su origen: un golpe de Estado contra un legítimo Gobierno elegido por los españoles de manera libre ante las urnas), sino como una insurrección general militar, a pesar de que para los españoles fue algo que ocurrió en un tiempo muy lejano que debería haber supuesto el tratamiento objetivo de sus causas y desarrollo, sigue siendo hoy día objeto de controversia por la negativa de los partidos a la derecha del gobierno de coalición, los populares y la extrema derecha, de llamar las cosas por su nombre. El catalizador indiscutible tuvo lugar la madrugada del 13 de julio con el secuestro y asesinato del diputado Calvo Sotelo, líder de Renovación Española y portavoz principal de la oposición. Para algunos autores, fue la constatación final de que la “revolución” dominaba las instituciones y poco a poco iban aboliendo alternativas.

Se quiera o no se quiera reconocer, unos sucesos que, por trágicos y determinantes, siguen aún vivos en la memoria colectiva de la nación, habiendo dejado un gran rosario de cicatrices y de heridas aún abiertas, cuya sanación requiere de una necesaria y serena sensibilidad social, como punto de partida indispensable para abordar, desde la justicia y la historia, este terrible episodio. La mitad de una analfabeta España se lanzó contra la otra mitad, sin que ninguna de las dos partes fuera verdaderamente conscientes de la trascendencia que tendría el camino que habían tomado de forma conjunta ambos bandos. Millones de cuidadanos/as vieron truncados sus deseos de construir una vida mejor, socialmente más justa y políticamente más democrática.

Lo que más agradezco a mis padres es el no habernos inculcado jamás ni el odio ni el rencor

¿Por qué escribir, leer o hablar del golpe 88 años después? ¿Tiene sentido que en 2024 sigamos repensando la incivil y fraticida guerra? La tentación de afirmar que nos separa demasiado tiempo de aquellos hechos que, nuestros padres y abuelos vivieron en vivo y en directo en primera persona, y que hoy es mejor mirar hacia delante y no “reabrir heridas” ya que lo pasado, pasado está. Auque 88 años después quizás no está mal recordar que los rivales de unos y otros no son personajes, sino personas, que los derechos civiles y políticos que disfrutamos son tesoros valiosos que se pueden desgastar, y que los actos y las palabras tienen consecuencias, para bien y para mal. Y desde esa convicción, elegir enterrar la pólvora y apostar por construir para un futuro inmediato, siempre que los partidos mayoritarios colaboren y dejen de echarse en cara hechos concretos y tangibles.

stats