El origen de las tapas, cultura gastronómica almeriense
Gastronomía
Haberlas, haylas como las meigas, leyendas e historias en torno a su origen
Dicen que viajar es lo que más rico puede hacer al ser humano. El dinero mejor invertido y el que nos hace sentirnos más felices, pero si hay un dinero que se invierta bien en Almería ese es, sin duda, el que nos dejamos en tapear. Descubrir cualquier rincón del planeta es descubrir su gastronomía y en Almería, con materias primas recién salidas del campo o casi aleteando aún antes de llegar a la mesa, su cultura no se entiende sin el tapeo. Si llueve, un aperitivo de migas, si hace sol, hay que refrescarse cerca del mar o la montaña siempre con uno de los típicos platillos que ofrece la provincia en los miles de bares que en ella se dan cita, si hay una pena hay que ahogarla en compañía tapeando y si hay una alegría hay que brindar quedando para tapear. Hagamos lo que hagamos, sintamos lo que sintamos los almerienses somos amantes de las tapas.
Y es que, ir de tapas no es ir a saciar el hambre. Tapear es relacionarse, encontrarse con quienes deseamos pasar un rato a gusto, intercambiando ideas, disfrutando de momentos y deleitándonos con sabores que distinguen a la provincia.
Quienes visitan Almería se enamoran de su gente, de sus paisajes, de sus contrastes paradisíacos donde el mar, la sierra y el desierto crean entornos únicos que dan como fruto los sabores de una comida tradicional que con el pasar de los años ha ido innovando, pero sin perder su esencia: la tapa.
Mucho ha llovido desde que, en los bares de la provincia, las “papas” cocidas, los garbanzos “tostaos” y los vinos peleones o la cerveza fueran la esencia de bodegas hoy ya desaparecidas. Hoy en día, listar las tapas que nos proporcionan identidad sería una ardua tarea, más con la llegada de platos internacionales que combinamos con nuestra tradición y nuestros chefs convierten en auténticas obras de arte para el paladar.
Que la tapa forma parte de la cultura almeriense queda claro, pero ¿Cuál es el origen de las tapas?
Te contamos algunas de las “teorías” que se han reseñado al respecto a lo largo de los años.
Alfonso X El Sabio
Una de las más extendidas nos remonta al siglo XIII, y tiene a Alfonso X el Sabio como protagonista. Según se cuenta, para recuperarse de una enfermedad su médico le prescribió beber vino. Lo tomaba acompañado de pequeños bocados para evitar los efectos del alcohol y le gustó tanto la idea que, tras restablecerse, ordenó que en los mesones de Castilla se sirviese el vino con un bocado sólido que llevarse a la boca.
Los Reyes Católicos
Hay dos versiones que atribuyen a los Reyes Católicos el origen de la tapa. La primera está relacionada con la cantidad de incidentes que se producían en las tabernas con los carreteros. Al parecer, estos fueron obligados a servir sus bebidas con un plato con comida colocado sobre la copa o jarra correspondiente. Los clientes debían acabar primero con la comida para poder quitar el plato -la tapa- y así beberse el vino o la cerveza. ¿Por qué? Para que los carreteros salieran de las tabernas lo menos ebrios posibles.
La segunda cuenta que el término tapa surgió en un viaje de los Reyes Católicos a Cádiz. Al parecer, pararon en una taberna en San Fernando, que estaba repleta de moscas y el rey pidió al tabernero que cubriera su vaso de vino con una loncha de algo que tuviese a mano. Resultó ser un pedazo de queso.
Los reyes y las tapas
Bastante similar a esta versión resulta la que vincula el origen de las tapas al rey Alfonso XIII y su parada en el mesón Ventorrilo del Chato en el que hizo parada de camino a Cádiz para tomarse un vino de Jerez. Estando sentado en la terraza se levantó el viento y al mesonero se le ocurrió cubrir el vaso con una loncha de jamón para evitar que le entrara polvo o arena de la playa.
No menos creíble es la versión que tiene relación con Felipe II. Cuenta la leyenda que cuando el monarca visitaba las obras del Monasterio del Escorial, paraba en las posadas y tabernas del camino y los taberneros le esperaban con una jarra de vino cubierta por una gruesa loncha de jamón serrano para evitar que cogiera polvo.
También existe una versión popular que relata que el origen de las tapas nace de la necesidad de los labriegos de comer algo a media mañana que les permitiera llegar a la hora del almuerzo sin fatigas que les impidieran seguir trabajando.
Sea cual fuere la verdad, lo cierto es que Almería es, sin duda, capital de la tapa.
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