Las huellas de la guerraLas huellas de la guerra
La Guerra Civil española inundó la provincia de búnkeres y trincheras, con el objetivo de defender la costa y servir de defensa a los ciudadanos de los ataques y bombardeos del enemigo invasor

En 1939, como en el resto de España, comienza la guerra en Almería. Finalizaba el primer invierno del conflicto y los sublevados ya habían dominado seis de las ocho capitales andaluzas, permaneciendo únicamente Almería y Jaén en zona republicana.
Además, no llegaron a existir frentes de guerra establecidos en toda la provincia durante los largos 33 meses que duró la contienda. Así, pese a que la ciudad de Almería fue la última del gobierno en caer, vivió de primera mano los efectos de la guerra.
Más de medio centenar de bombardeos sacudieron la provincia y arrasaron todo a su paso. Sin embargo, fue el ataque de una escuadra alemana, el 31 de mayo de 1937, el más cruel de todos los asaltos. En él cayeron 40 civiles, más de 150 resultaron heridos y cerca de 200 edificios fueron convertidos en ruinas.
La evidencia de estos ataques y de los coletazos de la Guerra Civil en Almería quedaron plasmados en las fortificaciones, refugios y defensas que hoy en día permanecen en pie y que forman la parte viva de la historia de Almería.
La mayoría de las construcciones que se levantaron durante esa época son búnkeres, ya que cumplían la principal necesidad: defender y vigilar la costa. Es por ello por lo que están presentes en la mayoría de las playas que cuentan con un fácil acceso al interior de la provincia. El Zapillo, Cabo de Gata, la playa de Genoveses, de Los Muertos, Las Negras, Agua Amarga ó de Villaricos, son ejemplo de ello.
Así, la Guerra Civil española se puede considerar como la última gran guerra de trincheras. Y es que el desarrollo de las armas de fuego, especialmente de la artillería, provocaron el surgimiento de estos sistemas defensivos.
Por un jornal de entre 5 y 10 pesetas diarias, cientos de jornaleros se afanaban por levantar estas edificaciones, cuya construcción se aceleró tras la toma de Málaga en febrero de 1939.
Estas construcciones se han convertido hoy en día en un reclamo turístico de la provincia de Almería. Existen varias rutas establecidas tanto en Levante y Poniente, como en Almería capital, que facilitan la localización y hacen de estos sórdidos lugares una atracción para el turista. Estos itinerarios se recogen en varias publicaciones municipales, así como en la Guía de Almería Castillos, Fortificaciones y Defensas que publica en Instituto de Estudios Almerienses de la Diputación de Almería, en colaboración con la Junta de Andalucía.
Así, según se recoge en esta guía, partiendo desde Almería por la costa, la playa de Guardias Viejas es la primera parada obligatoria. Completamente oculto en una pared rocosa, se haya el primer búnker. Dispone de un mirador y su buena conservación lo hace fácilmente visitable. A escasos metros se ubica otro de similares características, con una curiosa inscripción que recoge la fecha de su construcción. Por último, entre los invernaderos de Balanegra, se encuentra el tercero de los búnkeres del municipio ejidense.
Por su parte, y debido a la densidad de población, la capital almeriense alberga la mayor concentración de estas construcciones. En la playa del Zapillo, próximo a la Universidad, se ubica un gran búnker que data de la Segunda Guerra Mundial. Junto al puente del río Andarax se levantan otras fortificaciones, algo mejor conservadas. Sin embargo, es casi al borde del mar, en la misma margen del río, donde se haya el búnker más grande y complejo de la guerra: dos construcciones unidas por un cuerpo central, bien conservadas y de cuidada estructura.
El Alquián y Retamar son la siguiente parada obligatoria, ya que es en estas playas donde se levantan tres búnkeres de dimensiones similares y en buen estado de conservación.
Continuando en dirección a Cabo de Gata, merece la pena detenerse en la rambla de las Amoladeras, para continuar hacia la carretera que sube al Faro, donde se ubica una impresionante construcción y un gran mirador hacia el Mar Mediterráneo.
La última de las rutas establecidas es la que recorre el levante almeriense. La virginal playa de Genoveses alberga el primero de los búnkeres de la zona. Camuflado entre la arboleda y con techo a base de troncos incrustados en el hormigón.
Los cerros de Agua Amarga fueron el lugar escogido para la edificación de otros dos búnkeres, levantados para defender la bahía de los ataques enemigos. Las magníficas vistas los hacen más que atractivos desde el punto de vista turístico.
La playa de Los Muertos acoge un búnker semienterrado y próximo a los acantilados, uno de los que peor acceso tiene. Próximo a Garrucha se encuentra otra construcción, hoy utilizada como base a una bandera para bañistas.
Por último, cabe destacar el que se encuentra en la playa de Villaricos, deteriorado en la parte frontal y enterrado en la arena, pero que en su día significó un importante punto vigía para la zona del levante almeriense.
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