Los faros 'apagados' de Almería: luces que ya no iluminan la costa
Historia
Algunas torres aún permanecen erguidas como testigos de su anterior vida, de otras no quedan ni siquiera unas pocas piedras
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Actualmente, diez faros iluminan la costa de Almería, desde el poniente al levante, siendo el de Adra el más occidental y el de Mojácar el más oriental (y otro, el de la isla de Alborán, está en medio de la nada, a más de 80 km de nuestro litoral). Cada uno de ellos tiene una historia diferente, que ha marcado su devenir y ha dejado huella en su arquitectura. Los hay de finales del siglo XIX, los más antiguos, y de ya bien entrados en el siglo XXI.
Pero, además de estos diez faros aún en funcionamiento, en la provincia de Almería ha habido otras luces que ya duermen desde hace años y otros faros de los que ni siquiera quedan ya unas piedras que den fe de su existencia. Son los faros "apagados" de los que tenemos conocimiento gracias a la memoria colectiva y a investigaciones como la de Mario Sanz Cruz, el último farero de Mesa Roldán, que lleva décadas haciendo publicaciones sobre los faros almerienses. Uno de sus libros, "Faros de Almería. Mucho más que señales marítimas", publicado por el Instituto de Estudios Almerienses, ha servido como fuente para este reportaje.
El desaparecido faro de Villaricos
Del faro de Villaricos no queda nada hoy en día. Fue inaugurado el 30 de abril de 1863, siendo el segundo de la provincia, tras el de Cabo de Gata. Costó casi 60.000 reales. El faro de Villaricos estaba dotado con linterna y aparato de la casa francesa Sautter que daba luz blanca fija y tenía un alcance de 9 millas. El foco luminoso se situaba a 19,30 metros sobre el nivel del mar y a 9 metros sobre el terreno. El diámetro de la óptica era de 375 milímetros y tenía una lámpara de embolo y peso, que consumía aceite de oliva.
El edificio no tenía nada especial, pues era como tantos otros faros de la zona: un edificio cuadrado de 13,90 metros de lado con un patio central y con una torre troncocónica semiempotrada por la cara orientada al mar.
Estaba en el margen izquierdo de la desembocadura del río Almanzora, cerca de la punta de los Hornicos. Siempre fue un destino duro, donde muchos de sus fareros enfermaban al estar situado junto a la desembocadura del río Almanzora, quedando la zona anegada de agua en muchas ocasiones siendo el lugar ideal para la proliferación de mosquitos que transmitían enfermedades, según explica Mario Sanz en su libro. Eso hacía que se dieran de baja o pidieran el traslado.
Así, finalmente y ante la dificultad para encontrar personal que quisiera trabajar allí, en 1880 se decide abandonar el faro y construir otro en Garrucha. Los materiales aprovechables del abandonado faro de Villaricos utilizaron en la construcción del nuevo faro de Garrucha. Por lo tanto, el de Villaricos solo duró en uso solo 17 años.
El faro de Garrucha
Tras apagar el faro de Villaricos, la luz se puso provisionalmente en el Castillo de Jesús Nazareno (o de Las Escobetas) de Garrucha. Poco después, el 28 de noviembre de 1881 se encendía por primera vez el faro de quinto orden de Garrucha, emplazado a muy pocos metros al norte del castillo. Era un edificio modesto, cúbico y de una planta con azotea plana, y la torre cilíndrica semiempotrada en la fachada trasera (la contraria al mar). Décadas después se le construyó anejo un gallinero.
En los años 60 del siglo XX Garrucha comenzó a crecer y las viviendas comenzaron a rodear al faro. Ya en los años 90 se hace evidente que la escasa altura del faro y la enorme luminancia de fondo le hace poco visible desde el mar.
Finalmente, su luz se apagó el 22 de septiembre de 2021, tras construirse un nuevo faro en el cerro del Moro Manco de Mojácar. El faro que sustituyó al de Villaricos era sustituido, casi 140 años después.
Los faros de Adra
Adra ha sido siempre una ciudad que ha mirado al mar, desde hace milenios. Sin embargo, su actual faro, ese de franjas horizontales rojas y blancas, no es, ni mucho menos, el más antiguo de la provincia de Almería. De hecho, se construyó hace apenas 40 años (las obras comenzaron en 1984).
Adra tuvo antes de ese otros dos faros. El primer faro de Adra se construyó en 1885 y se encendió en junio de 1886. Estaba en la antigua desembocadura del río. Al estar muy cerca de la playa y en una zona muy baja, los temporales fueron dañándolo progresivamente. Apenas duró una década, porque el 10 de noviembre de 1896 el faro acababa desplomándose.
El relato quedó en los anales parroquiales registrado por J. R. Amat y Martín, tal y como recoge Mario Sanz en su libro: "En la noche del 28 [de octubre] la fuerte y extraordinaria marejada de poniente no sólo destruyó las defensas puestas delante del faro, sino que dejó a éste en ruinas; las argamasas y sillares fueron a la playa que está interceptada. [...]. Era un edificio bonito, de sólida construcción y de cómodas
habitaciones; los materiales, sillares de piedra, pueden ser trasladados fácilmente por mar y hacer el nuevo en poco tiempo y con escaso costo. La familia del torrero tuvo que salir huyendo y desde esa noche está deshabitado”.
Se construye después un segundo faro, esta vez a 24 metros sobre el nivel del mar y en la zona oeste de Adra. Se inauguró el 15 de septiembre de 1899. Era un edificio rectangular de una planta con la torre de mampostería, ligeramente troncocónica, adosada a la parte posterior, de 10 metros de altura. Aprovechó la linterna y ópticas del anterior.
Los torreros de este nuevo faro tuvieron que lidiar con la primera guerra mundial y la guerra civil, recibiendo constantes órdenes de encenderlo o apagarlo por cuestiones militares.
Como la población de Adra fue creciendo, en los años 80 el viejo faro había quedado engullido por las construcciones, con cuyas luces se confundía, por lo que era necesario hacer un nuevo.
Así, en 1984 se empezó a construir una torre cilíndrica de 26 metros de altura, pintada a franjas blancas y rojas, sobre una base circular, en las cercanías del faro anterior. El 26 de octubre de 1985 se pone en servicio provisional el nuevo faro, que es el que actualmente sigue en funcionamiento.
El faro de Roquetas
Roquetas es otro de esos municipios que nacieron mirando al mar, pero no con un enfoque turístico, pues eso sería mucho más tarde, sino que era pueblo de pescadores. Como explica Mario Sanz en "Faros de Almería. Mucho más que señales marítimas", el faro de Roquetas se construyó como luz de referencia para el primitivo fondeadero de la localidad. Está junto al Castillo de Santa Ana y se inauguró el 31 de diciembre de 1863 con la apariencia de luz fija blanca y alcance de 9 millas. Su foco se situaba a 17,5 metros sobre el nivel del mar. La torre tenía 9,5 metros de altura y sobre ella se puso una linterna con óptica de tambor de la casa Lepaute.
El pequeño edificio es rectangular con torre troncocónica semiempotrada en la parte del mar, rematada por una linterna poligonal de doce caras, en principio pintada de blanco.
En 1917 se empieza a plantear la necesidad de cambiar la óptica del faro, pero se va retrasando y llegados a la década de los 40 sigue sin hacerse la modificación. Entre tanto, a principio de los años 30 se construyó el puerto de Roquetas de Mar. El faro fue quedando ocultado por el crecimiento de la población y se ve la necesidad de cambiar la luz al nuevo puerto. Así, el 10 de mayo de 1945 se pone en funcionamiento la nueva luz roja del puerto de Roquetas y se ordena el apagado del faro.
Desde que se suprimió el servicio del faro de Roquetas, su edificio, sin equipo de iluminación pero conservando la linterna, sirvió para residencia del vigilante del puerto. Actualmente, el faro está completamente restaurado y es una sala de exposiciones.
El faro del Sabinal
El primer faro del Sabinal se encendió el 31 de diciembre de 1863, situado a unos 50 metros de la orilla del mar, en una zona muy llana, lo que le daría muchos problemas y llegaría a acabar con su existencia. La torre tenía 31 metros de altura y la luz estaba a una altura focal de 32,1 metros, lo que le daba un alcance de 18 millas. Tenía una característica de luz fi ja variada por destellos blancos cada dos segundos y estaba dotado de una lámpara Degrand alimentada por aceite de oliva.
Era esta una zona muy propicia para los naufragios, por lo que sus torreros debieron de ser testigos de muchos de ellos. Por ejemplo, queda constancia del de un vapor inglés llamado "Mauritania, en octubre de 1889, que embarrancaba en la playa de Torreblanca sorprendido por el fuerte temporal. "Por suerte pudo salir poco después, tras retirar parte de la carga y ser arrastrado por otras embarcaciones para sacarlo a flote", según se explica en el libro de Mario Sanz.
A este faro le pasó como al primero de Adra: sufrió los envites del mar. La regresión progresiva de la costa lo pondría en serias dificultades, por lo que se pensó en hacer un muro de defensa que lo protegiese, pero la tardanza en su ejecución lo hizo innecesario.
El 2 de marzo de 1910 un fuerte temporal produjo daños importantísimos, tanto en la casa como en la propia torre. Poco después, el 5 de abril se venía abajo lo que quedaba en pie de las habitaciones del torrero. Se realizó entonces una defensa de hormigón para retrasar el deterioro que le dieron a este faro unos años más de vida. Pero en 21 de marzo de 1915 un telegrama avisa de lo que era la crónica de una muerte anunciada: "El fuerte temporal reinante ha destruido y arrasado las defensas construidas faro Sabinal amenazando completa destrucción del edificio, que han tenido por esta causa que abandonar los torreros durante la pasada noche".
Se construyó una estructura de madera de 24 metros de altura sobre un bloque de hormigón y más retirada del mar. Finalmente, aprovechando materiales del primer faro, se construyó uno nuevo 400 metros más atrás, sobre una duna arenosa. El actual faro se inauguró en la noche del 28 de junio de 1926, por lo que está a punto de cumplir un siglo de vida.
En el faro de Mesa Roldán, a cargo de Mario Sanz, hay un pequeño museo sobre los faros almeriense. Además, para saber más sobre ellos, el farero ha escrito varios libros muy interesantes entre los que cabe destacar "Esto no estaba en mi libro de historia de los faros", "Faros sobre un mar de tinta" y "Naufragios y sucesos en el mar de Almería durante el primer tercio del siglo XX", por citar solo algunos.
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