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Casa Nazaret de Almería: el cielo de los más pobres de la tierra

Religión

Tras la marcha de las monjitas hace un mes, los frailes regentan la Casa

Hay 29 residentes indigentes

Parece una escena de película pero es real: un aspirante de la Casa Nazaret toma la mano de un residente. / Javier Alonso
José Luis Laynez

15 de octubre 2022 - 21:00

Corría el año 1970. En aquella España en blanco y negro del tardofranquismo, unas monjitas del Sagrado Corazón de Jesús llegaron a Almería con el propósito de abrir una casa en la que acoger a los más pobres y desvalidos de la sociedad, aquellos que no tenían familia ni ayuda económica de ningún tipo. Pronto se dieron a conocer en la ciudad y las buenas almas, que en todas las épocas las ha habido y las habrá, les facilitaron la labor. Adquirieron unos terrenos frente donde hoy día está ubicada la Peña El Morato, los donaron a las institución, fundaron un Patronato y de esta manera tan simple y bonita a la vez se puso en marcha la Casa Nazaret en Almería.

Las monjitas y los residentes vivían de las limosnas. No era un asilo al uso (como se los denominaba por entonces) ya que nadie que tuviera familia o algún dinero podía estar alojado allí. La Casa Nazaret sólo aceptaba pobres de solemnidad. Entonces no había droga pero sí enfermedades de todo tipo, prostitución, pobreza extrema, abandono de niños y ancianos... En ellos fijaban sus miradas las monjitas y no sólo para darles un techo y cuidados necesarios sino para formar con ellos una gran familia, como el título de la película de Alberto Closas y J.L. López Vázquez.

El límite de residentes de la Casa Nazaret era de 31 y siempre ha estado a tope. Los tres pilares en que se sustentaba, monjas, residentes y Patronato de benefactores y voluntarios funcionó durante muchos años satisfactoriamente bien. Pero las vocaciones empezaron a escasear en un mundo cada vez más materialista, las monjitas a envejecer y a morir sin encontrar el relevo necesario y la continuidad de la institución benéfica comenzó a peligrar. Y sonaron alarmas cuando en mayo de este año la Superiora General, madre Mari Ángeles, ordenó el traslado de las dos únicas que quedaban a otro destino, debido a lo avanzado de su edad. A los 50 años de su fundación, la Casa de Nazaret de Almería parecía estar abocada a la desaparición. Los 29 residentes, personas sin ningún tipo de recursos, corrían el peligro de tener que volver a la calle de donde los habían rescatado años atrás las monjitas del Sagrado Corazón de Jesús. Sólo un milagro podía salvarlos... y el milagro llegó en forma de monjes Franciscanos.

El Superior General y el de la Casa Nazaret con un grupo de benefactores. / Javier Alonso

Ante la complicadísima situación de la Casa de los más pobres, el Obispo de Almería, Mons. Gómez Cantero, tomó cartas en el asunto. Él conocía de su estancia en Teruel a una Orden religiosa de fines y caminos para alcanzarlos semejante: los monjes Franciscanos de Cruz Blanca. Es esta una Orden fundada precisamente el Jueves Santo, Día del Amor fraterno, de 1975 en Tánger, que por entonces era protectorado español, por Fray Isidoro Lezcano, un religioso que había hecho la mili en Tetuán y Ceuta, conocía bien la miseria y la marginalidad que se vivía en bastantes barrios de dichas ciudades y quería hacer lo que estuviera en su mano por ayudar a estas personas que no recibían ningún tipo de auxilio de la Administración ni de su familia, en el caso de tenerla, algo que la mayoría de ellos desconocía.

Llevan la Casa Nazaret en Almería tres frailes Franciscanos y tres aspirantes a serlo

Fray Isidoro consiguió un caserón cercano a la frontera y allí se estableció con ‘sus’ indigentes. Llegó a tener hasta 60 pero las ayudas no llegaban. Y cuando llegaron, mejor que no hubiera sucedido: el fraile fue separado de la fundación por el presidente del Patronato que se creó y tuvo que partir de cero. Tozudo él, fundó otra casa, a la que llamó Nazaret, con los mismos fines: socorrer a personas sumidas en la pobreza extrema; y aquí la cosa ya le funcionó mejor.

A esta Orden de gran arraigo en toda España casi medio siglo después recurrió Mons. Gómez Cantero para que se instalase en la Casa Nazaret de Almería, única provincia andaluza donde no tenía casa la Congregación. No tardó demasiado el Obispo en llegar a un acuerdo con el Superior General, Fray Luis Miguel, para que los frailes Franciscanos de Cruz Blanca se instalasen en el caserón de las monjitas en Almería y evitar con ello que los 29 residentes tuviesen que volver a las calles de las que fueron recogidos por las monjas. Con un agravante: a los tradicionales pobres de solemnidad se sumaban, medio siglo después, drogadictos, inexistentes cuando se fundó la Orden, la emigración creciente y las mafias de la prostitución, sin ningún escrúpulo.

Fray Luis Miguel (Superior de la Orden)

"Franciscanos de Cruz Blanca no es sólo una congregación de frailes; también es una familia”

Uno de los médicos que había colaborado con ellas altruistamente en el pasado me contaba un caso sangrante: “Un día nos trajeron a una muchacha muy joven, preciosa, con gesto de pavor, y al asearla vimos que tenía el pelo rubio y era muy bella. Nos contó que una mafia la obligaba a prostituirse y que sólo tenía familia lejana en España en Córdoba. Contactamos con ellos, les explicamos el caso y aceptaron llevársela. Lamentablemente un par de años después volvió a la Casa en estado deplorable: la mafia la había localizado y la obligaban a devolverles el dinero que supuestamente les debía de la única manera que ella podía”.

A este tipo de personas, entre otras, atiende la Casa Nazaret, no sólo para auxiliarlos sino para formar con ellos una familia. Tres frailes y otros tres aspirantes han venido a Almería a continuar la labor que las monjitas han realizado durante 50 años. Ellos llevan apenas un mes pero ya se nota su mano. Esta semana han recibido la visita del Superior General de la Orden, Fray Luis Miguel, quien les ha mostrado su satisfacción por la excelente marcha de la Casa y les ha transmitido ánimo para continuar su labor por estos derroteros.

Varias residentes en uno de los salones de la Casa Nazaret. / Javier Alonso

Con encomiable amabilidad y simpatía, Fray Luis Miguel atendió al Diario a pesar de no tener concertada ninguna entrevista. “Tenemos 27 casas en España y 37 proyectos de intervención social, siempre en las zonas más desfavorecidas de la ciudad. No somos sólo la congregación de frailes sino familias formadas por los residentes y hermanos de cada casa así como el voluntariado. Los frailes Franciscanos de Cruz Blanca acogen, acompañan y transforman la vida de las personas más vulnerables de la sociedad y les proporcionan una familia”.

Un día a día que comienzan los frailes a las 6.30 de la mañana, rezan sus oraciones, despiertan a los residentes a las 8, aseo, desayuno, actividades varias, comida, siesta, merienda, paseo y cena a las 7.30. Dios se los pague.

Las claves

  • En Almería desde 1970. La Casa Nazaret en Almería fue fundada por monjitas del Sagrado Corazón y en ella permanecieron 50 años, hasta septiembre de este año
  • Y llegan los Frailes Franciscanos. Tras el traslado de las dos unicas monjas que quedaban, los Frailes Franciscanos se hacen cargo de la institución
  • El ‘traspaso de poderes’. Una Eucaristía celebrada en la Catedral el pasado día 17 de septiembre por el Obispo de Almería, Mons. Gómez Cantero, la Superiora de las monjas hizo entrega de la vela de mando a su homónimo de los Frailes Franciscanos
  • 3 frailes y 3 aspirantes para 29 residentes. Son los hermanos Julio (Superior), Fermín y Jahir quienes atienden a los 29 residentes, pobres de solemnidad, ayudados en su católica labor por tres aspirantes
  • Pobres de solemnidad. La Casa sólo se mantiene gracias a los donativos y el trabajo altruista de los voluntarios, no aceptando en ningún caso pago alguno a los residentes

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